En esta línea pero con aire de gran sorpresa, ha sido el corresponsal del diario El País en Los Ángeles, que no pudo expresarlo de mejor manera: “La triunfadora de la noche de los Oscar no fue una película. Fue la diversidad. Recogieron un premio 15 mujeres y hubo siete ganadores afroamericanos, en seis apartados, otra marca inédita”.
¡Al decir Hollywood…qué duda cabe que siempre hablamos de vanguardismo! Marca en la cultura una puerta abierta al cambio que se extiende antes o después a toda la sociedad. Ha sucedido, desde las denuncias de mujeres sobre el acoso y abuso de productores poderosos que se aprovecharon de su vulnerabilidad ante la necesidad de conseguir un papel más o menos destacado en algún filme, hasta desde una óptica positiva en la que el primer impacto demoledor por la noticia se convierte en un tsunami de concienciación y acción, caso del movimiento #Me Too.
Pero en esta ocasión de la ceremonia de entrega de los Oscar 2019, lo que prevaleció fue dejar de lado de una vez la hipocresía y dejar paso a la valoración que se haga del arte desde la visión diversa y desde ya ajustada a una realidad que lo viene pidiendo a gritos.
También hay quiénes, sostienen que la edición del pasado domingo no fue justa con Netflix y que Hollywood quiso cubrirse las espaldas premiando a una película que la crítica considera menor y muy lejos de una obra maestra, merecedora de la estatuilla. Pero más allá de esta cuestión (que no pretendo debatir en mi blog de hoy) lo que sí es cierto es que la diversidad en cuanto a raza y género ya se han instalado entre nosotros, sin tapujos. Que es más sano y justo que así sea y poca discusión merece al respecto.
Los cambios sociales que arrancaron con el silencio y después hicieron ruido tras años de lucha y también sufrimiento, son los que definitivamente se instalan para dar una nueva arquitectura a la sociedad.
Por todo esto, debo congratularme que haya sido otra ocasión en la que la Academia premia la renovación y el cambio en cuanto a quiénes son los jugadores. Distinto es quién aún controla el juego.
Hollywood ha tratado de manera durísima temas capitales para la sociedad norteamericana, como la Guerra de Vietnam, el divorcio o la homosexualidad. Pero trascendieron las fronteras de los Estados Unidos porque el arte no tiene límites geográficos. No es cuestión de globalización: es que nunca los tuvo.
Siempre cada película en su época, generó polémica pero no resultó indiferente a ese motor de cambio social que no espera a nadie y que sólo se va acelerando con la contribución decidida que los intelectuales, el arte y la cultura hacen cada año para certificar que estos campos de conocimiento y de la profunda y vasta actividad humana, se nutren sólo de la libertad.
Porque no puede pensarse en una ceremonia mejor para la diversidad como la de este domingo pasado. Porque se han roto barreras, aquellas que cuando hace unos años recibiera el Oscar al mejor actor Denzel Washington, tuvo que levantar la estatuilla y dedicárselo a Sidney Poitier con estas palabras: “esto te lo debo a ti”, que había sido el primer actor afroamericano en haberla conseguido un años antes.
Parecía mentira que se rompieran esas fronteras en la que un siempre denunciado “poder blanco” por los más liberales de la industria fílmica americana, había abierto una vía de agua y facilitaría sin duda alguna, que la ola arrasara este domingo 24 de febrero.
Y no exageramos cuando hablamos de impacto social de las palabras de agradecimiento de actores y actrices, como la de Patricia Arquette, que en su discurso de agradecimiento por el Oscar hizo una auténtica proclama política a favor de igualdad de salarios no sólo en la industria cinematográfica, sino en toda actividad económica en los Estados Unidos, que hizo poner de pie aplaudiendo a todas las mujeres de la sala capitaneadas por Meryl Streep. O cuando Leonardo de DiCaprio ganó el Oscar por “El Renacido” en 2015, hace un llamamiento al poderoso y certero cambio climático que existe.
Hollywood es parte del cambio social, nos guste o no. Es como se dice en liderazgo, una industria y podemos decir, que en conjunto, una “institución” que no sólo provoca el cambio, sino que lo influencia de tal manera que termina afectando necesariamente a quiénes como líderes políticos deben tomar medidas también políticas a través de leyes que son las que articulan nuestras sociedades.