No creo que haya otra profesión que muestre parecidas cifras: en el curso pasado salieron en España casi 3.500 graduados en Periodismo y ya hay cerca de 90.000 titulados desde que en 1974 empezaron a impartirse estos títulos. Pero solo hay 9.990 periodistas trabajando en las plantillas de los grupos de medios de comunicación en España. Es evidente que los nuevos profesionales están abocados al paro o a cambiar de profesión, según se evidencia en los datos de la última edición del siempre interesante 'Informe Anual de la Profesión Periodística 2018', elaborado por la Asociación de la Prensa de Madrid (APM). De los periodistas que trabajan o están en prácticas, el 5 % no percibe ningún ingreso por su labor, el 12 % percibe 300 euros o menos, el 11 % ingresa entre 300 y 500 euros, y el 27 %, entre 500 y 1.000 euros. Quienes cobran entre 1.000 y 1.500 euros representan otro 33 %. No es extraño que el 66 % de la muestra manifieste que con el dinero que ingresa no tenga suficiente para vivir de forma autónoma.
El último dato de paro registrado entre periodistas proporciona las abultadas cifras de 4.323 mujeres y 2.505 hombres. En los últimos años, ante las dificultades de la profesión periodística, muchos profesionales se han pasado al campo de la comunicación. En eso seguimos una tendencia mundial que muestra un crecimiento con frecuencia desmesurado de los comunicadores. Según el informe, un 56 % ejercen como periodistas, frente al 44 % que ejercen como comunicadores. Desde 2016 hay una caída entre los que practican el periodismo (que entonces eran el 59 %), frente a los que se dedican a la comunicación (el 41 % hace tres años).
Se están extendiendo algunas prácticas cuando menos polémicas, por ejemplo la cobertura informativa a cambio de publicidad. Casi un tercio de los encuestados se muestran totalmente en contra del contenido patrocinado o Branded Content. Este fenómeno tiene que ver con lo que muestra un estudio del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo (RISJ, por sus siglas en inglés): la tradicional separación entre las áreas editoriales y de negocio en los medios ya no es una norma tan radical como antes. La necesidad de asegurar la sostenibilidad económica de los medios está impulsando nuevas formas de organización y colaboración entre las áreas editorial y gerencial, lo cual, por otro lado, podría resultar bastante positivo.
La industria se enfrenta a una doble concentración: se acumulan buena parte de los recursos en un número muy pequeño de compañías. Además, el peso del sector televisivo en el panorama mediático empuja en el mismo sentido.
La inversión publicitaria en los medios se encuentra muy alejada del nivel que tenía al inicio de la crisis: los 4.487 millones de 2017 son un 31 % menos que los 6.517 millones de 2008. El crecimiento de la publicidad digital en ese periodo, evaluado en 543 millones, apenas ha conseguido empañar los 2.574 millones de publicidad convencional perdidos en una década. La cifra de lectores que afirman pagar o se declaran dispuestos a hacerlo por contenidos informativos digitales se mueve en torno al 11 %, lo cual no proporciona grandes esperanzas a los muros de pago que inevitablemente se van a alzar en España en el año entrante 2019. Y ello teniendo en cuenta que los ingresos digitales de los grandes medios españoles se encuentran en porcentaje bastante lejos de los que alcanzan los grupos de comunicación europeos. Según una investigación realizada por 'DigiMedios', los españoles muestran un porcentaje de ingresos digitales que, en el mejor de los casos (Unidad Editorial), se eleva al 22 % de sus ingresos totales, seguido por Prisa (19 %) y Vocento (13 %). Frente a esto, Axel Springer, de Alemania, está en el 72 %. La también alemana Bertelsmann está en el 46 %.
Las realidades que muestra el Informe de la APM son bastante duras, pero los periodistas somos los que tenemos la primera obligación de encarar esta situación con energía y sin desánimo. La enseñanza del periodismo es un desastre, cuando los profesionales nos vemos obligados a una reconversión constante de nuestra formación y reciclaje. Las asociaciones de la prensa deberían ser también más beligerantes al respecto y, por último, se necesita con urgencia una reconversión del damnificado sector de los medios de comunicación, con una potente estrategia pública y privada a nivel de toda la Unión Europea.