Hay mujeres que inspiraron a otras mujeres a despertar e ir en pos de lo que querían hacer. Lo que les gustaba hacer y sabían que en ello eran buenas. Pero hay otras mujeres, como Coco Chanel que fueron más allá de la propia mujer para dar las merecidas lecciones a la sociedad en su conjunto, o sea al hombre. Aún hoy, es el hombre quién sigue dominando en casi todos los ámbitos de la vida, a pesar de los avances significativos pero aún lejanos de la igualdad definitiva, caso de la participación de la mujer en puestos de alta responsabilidad en la lista Forbes de las primeras 500 corporaciones del mundo.
¡Cuánto más tienen que demostrar las mujeres, para que una gran mayoría de hombres comprendan por fin la auténtica importancia de todas y cada una de ellas! No es un eslogan, sino una declaración de principios. Creo en la igualdad por derecho natural, no por cuotas. Creo en la complementariedad entre hombre y mujer por definición.
Cuando Coco Chanel afirma que “si vistes mal recordarán el vestido…si vistes impecable recordarán a la mujer”, no se queda en la superficie, sino todo lo contrario. Le da categoría a la mujer para que no se quede impasible frente a los trajes que llevan los hombres y que marcan los niveles ejecutivos, empresariales y de poder en general.
Lo que menos importa es el color, la textura o cualquier otro elemento constitutivo de la tela con la que se confecciona el traje, sea de hombre o mujer. La cuestión es llevarlo con clase pero demostrar que se lleva por algo. Esta es la cuestión. Y finalmente cuando prevalece la humildad pero con carácter por sobre la soberbia sin escrúpulos, nos aflora ese sentimiento que expresa muy bien el idioma inglés afirmando “a touch of class” (un toque de clase y también mejor aún…de distinción).
Por ello Chanel decía que “la moda cambia pero es el estilo el que perdura”, en directa alusión a esa clase, categoría, don de gentes y prestancia que se le supone a las personas que complementan muy por encima de lo que visten con sus habilidades, capacidades y don de gentes.
La mujer para Chanel tenía que ser elegante pero sin exageración. Demostrar que estaba la mujer presente, pero no porque impresionara su presencia física, sino su ineludible capacidad de “llenar el ambiente”. Que se notara su presencia. Que se extrañase su ausencia.
Su pensamiento directo le permitía meter el dedo en la llaga, por ejemplo al afirmar que “las mejores cosas de la vida son gratis, pero las segundas mejores son muy caras”. Era realista y pragmática. La belleza y el encanto de la mujer no lo anteponía a esa habilidad de ser natural y al mismo tiempo, diversa.
La mujer para Chanel no tenía que obsesionarse por ser irremplazable, sino en serlo diferente a los demás. Ahí las pequeñas y al mismo tiempo grandes batallas ganadas que ha ido librando la mujer en todos los ámbitos de la vida, desde el científico al deportivo, pasando por el de la moda, el cine o la cultura.
Sus consejos en cuanto a las relaciones de la mujer con el hombre, son tan simples que incluso nos sorprenden, pero son efectivos: “busca a alguien que no sólo esté orgulloso de tenerte, sino que asuma todos los riesgos que implica estar contigo”.
Las relaciones fáciles no eran las que más destacaba Chanel. Ni tampoco la frivolidad a la que generalmente se le atribuye al mundo de la moda. La superficialidad es un tópico, porque en realidad la moda es una industria poderosa y toda la extensión que empresarialmente ello implica hacia otros sectores de la economía.
Ella decía que “las mejores cosas en la vida son las personas que amamos, los lugares en los que hemos estado y las memorias que hemos construido a lo largo del camino”.
Desde esta…mi tribuna semanal, dejamos un mensaje para esas mujeres que en realidad son muy fuertes…aunque no sean totalmente conscientes de esa fortaleza, según sean sus circunstancias.
Lo decía Rudyard Kipling, que “la suposición de una mujer es mucho más precisa que la certeza de un hombre”, porque no le otorgaba el “beneficio de la duda” sino el rol protagonista de “la verdad”, porque siempre ha tendido a la búsqueda y defensa de la verdad y la justicia por encima de lo que los hombres eran capaces de hacer en cada época. Cuestión diferente es que las mujeres no escribieron la historia ni las victorias ni las derrotas de países e imperios.
De ahí que haciéndoles justicias a las mujeres, Joseph Conrad (1857–1924), que fue uno de los más grandes novelistas de la literatura inglesa, afirmara que “ser mujer es una tarea terriblemente difícil, ya que consiste principalmente en tratar con hombres”.
A una mujer no se la puede parar ni disuadir cuando se da cuenta que lo que está recibiendo no es lo que merece.
Coco Chanel era de esas mujeres que sostenían que había que mantenerse fuertes, porque no hay que demostrar debilidades ni flaquezas. Es mejor que la gente se pregunte por qué, a pesar de las dificultades por las que esa mujer está atravesando, aún sonríe. Y esta es la gran virtud y la fuerza que tienen las mujeres. No debe sorprendernos el imparable avance social de la mujer en todos los ámbitos. Es de justicia y también necesario.