Paradojas de la vida, las mismas redes sociales que supuestamente contribuyeron de manera decisiva a que Donald Trump habite hoy la Casa Blanca, son las que el propio Presidente se ha encargado de criticar por activa y por pasiva durante meses por, asegura, "silenciar" a los conservadores.
Lo cierto es que el escándalo de las noticias falsas ha llevado a compañías como Google, Facebook o Twitter a analizar con mayor detalle los mensajes que se comparten en sus plataformas, acusadas de haber dado alas a discursos radicales en diversas partes del mundo. La oleada unísona de vetos a 'InfoWars' es un buen ejemplo de esta guerra mediática entre el conservadurismo y las tecnológicas. Pero hoy en día nadie puede lograr ningún objetivo sin tecnología, por lo que los movimientos conservadores estadounidenses han decidido sortear la amenaza de veto creando sus propias plataformas digitales. En ellas, quienes se identifican con estas posiciones encuentran un paraíso digital en el que expresarse sin temor a ser escrutados por un agente neutral y sin tener que enfrentarse a discursos de signo contrario: son burbujas en las que solo participan quienes así piensan, lo que ayuda de reforzar sus propias posiciones. Algunos dicen que también son un caldo de cultivo para la radicalización y las fake news. A pesar de ello, las apps están abiertas a cualquier persona que las descargue y se registre, pero las normas de uso las ponen ellos mismos.
La Asociación Nacional del Rfile (NRA) o los seguidores de Trump y de Ted Cruz ya tienen sus propias apps para móviles, que funcionan como si de una red social se tratase. Más de 150.000 personas se han descargado la app de la NRA, mientras que Trump arrasa entre sus acólitos con 'Great America' y 'America First', esta última su app de campaña, que se mantiene viva. Ted Cruz reúne a sus seguidores en 'Cruz Crew', también creada en un principio para su campaña de 2016.
Detrás de estas apps no necesariamente están los equipos de cada político. A decir verdad, en muchas ocasiones no se sabe bien quién está exactamente detrás, ya que muchas son creadas por grupos de personas que apoyan a estos políticos. En Estados Unidos es frecuente que los particulares se unan para apoyar a un candidato y colaborar de forma altruista, por pura convicción, con sus campañas electorales. Sin embargo, detrás de estas aplicaciones sí hay figuras comunes. Tal vez la más importante sea la de Thomas Peters, un bloguero experto en desarrollo web que en 2012 trabajó como activista conservador en Washington y que vio cómo Barack Obama hacía historia no solo al ganar las elecciones por segunda vez, sino por haberlo hecho apoyado en el mundo digital.
Peters es hoy director ejecutivo de uCampaign, una startup con sede en Washington que ha desarrollado las apps de la NRA y de Donald Trump. Asegura que "las personas con puntos de vista de centro-derecha sienten que las grandes plataformas sociales, Facebook y Twitter, no simpatizan con sus puntos de vista", por lo que estos grupos "se están creando un espacio seguro" en el que "comparten un punto de vista", ya que "sienten que las redes sociales abiertas no son lugares divertidos para ellos". Dan Backer, consejero general de 'Great America', dice que estas aplicaciones permiten a los seguidores de Trump, en su caso, socializarse y entretenerse.
Lo cierto es que uCampaign ha ganado alrededor de 108.000 dólares desde 2017 gracias a 'Great America', en concepto de desarrollo y servicio mensual. La compañía nació en 2014 con una inversión de 150.000 dólares, aportados por Sean Fieler, presidente del fondo Equinox Partners, y por un grupo de donantes conservadores. uCampaign ha creado apps descargadas más de 500.000 veces solo en Estados Unidos, aunque sus tentáculos ya llegan a Canadá, Australia y Europa, donde trabaja con partidos políticos conservadores o grupos antiabortistas.
Un diario brasileño ha analizado cómo se mueven las noticias de política en la app de mensajería más popular.
Leer más en media-tics.com
Sin embargo, el curioso tentáculo que une a estas apps se llama AggregateIQ. Se trata de una compañía canadiense dedicada a la tecnología política, y que ha sido investigada por el Gobierno británico por sus vínculos con la matriz de Cambridge Analytica y la campaña del Brexit. Según 'The New York Times', AggregateIQ pagó a uCampaign en 2016 para que desarrollase la app de 'Vote Leave', los partidarios de sacar al Reino Unido de la Unión Europea.
uCampaign no es la única compañía que compite por hacerse con la tarta digital conservadora. WPA Intelligence es otro importante actor del sector. El diario neoyorquino asegura que algunos datos de usuario de las apps de esta compañía acaban en manos de AggregateIQ. Tanto uCampaign como WPA piden a sus usuarios datos como el nombre, la dirección, el número de teléfono o el correo electrónico. Las apps que desarrollan, a pesar de ser islas ideológicas, no rehúsan la convergencia con Twitter o Facebook: los usuarios pueden conectar sus cuentas en estas redes sociales con su perfil en las apps conservadoras. Gracias a ello, uCampaign y WPA pueden acceder a los datos de sus perfiles, a pesar de tratarse de redes externas. Ambas compañías niegan que AggregateIQ pueda acceder a los datos que recopilan.
A pesar de todo, los republicanos y conservadores no han sido pioneros en el uso de estas herramientas digitales. Si el éxito de Obama fue el catalizador que llevó a Peters a crear su empresa, fue porque el ahora expresidente abrió la etapa de las campañas digitales. Los demócratas tienen incluso sus propia uCampaing: NGP VAN. Se trata de una compañía que desarrolla tecnología para movimientos políticos progresistas. MiniVAN es una de las apps de referencia, aunque en este caso se trata de una aplicación pensada para la comunicación de los voluntarios de las campañas. uCampaign ha desarrollado recientemente RumbleUp, una plataforma de mensajería con la misma intención, pero para conservadores. Todas estas apps inciden en la gamificación, de manera que cuanto más se comparte o más se participa, mejor posición en los rankings internos se obtiene. Porque la política a veces puede parecer un juego, máxime cuando quien entra en juego es la tecnología. Aunque no tenga nada de divertido.