Si preguntamos a cualquier persona medianamente al día sobre asuntos tecnológicos por la guerra que están librando las compañías tecnológicas en la actualidad, probablemente nos hablará de Inteligencia Artificial. No irá mal encaminada, pero hay una guerra secreta de la que pocos hablan y que, ironías de la vida, apenas se hace escuchar: los hearables, dispositivos intrauditivos inteligentes que van mucho más lejos que unos simples auriculares. En ellos entra en juego la Inteligencia Artificial, pero en realidad su objetivo es bastante más simple: sustituir al smartphone. En ello compite con los altavoces inteligentes para el hogar, pero la diferencia se erige también como ventaja: los hearables quieren acompañarnos a todas partes, todo el día y para absolutamente todo. Y a escasos centímetros de nuestro cerebro. Tal vez el primer paso para conquistarlo definitivamente.
Los dispositivos intrauditivos no son exactamente nuevos o desconocidos. Ya pululan por el mercado auriculares capaces de traducir en un aceptable tiempo real una conversación. Por no hablar de los AirPods de Apple, que sin llegar a ser inéditos (hace tiempo que existen auriculares sin cables), sí han marcado la diferencia en cuanto a calidad, diseño y potencial. También han abierto la veda a un mercado que los gigantes tecnológicos llevan años investigando. La propia Apple comenzó en 2011 a investigar tecnología auditiva y en 2014 sorprendió al desembolsar 3.000 millones de dólares por Beats, un fabricante de auriculares. Ahora, los AirPods suponen el 24% del mercado de auriculares inalámbricos, mientras Beats se conforma con el 3%, según datos de NPD Group. Porque en el mercado de la tecnología, muchas compras van más allá del producto o la marca en sí.
Es lo que estuvo a punto de sucederle a Doppler Labs, una start-up estadounidense que lanzó al mercado a principios de 2017 sus 'Here One', unos auriculares inalámbricos que pusieron en pie a los expertos del sector y que rápidamente fueron bienvenidos por personas con problemas auditivos, ya que permitían mejorar su calidad de vida con mejor tecnología y un coste muy inferior al de los audífonos tradicionales. No era ese el principal objetivo de 'Here One', si bien la situación demostraba que los dispositivos auditivos tenían mayor potencial del esperado. Algo que los gigantes tecnológicos ya sabían. Quizás por eso dejaron caer a Doppler Labs, que poco después cerró sus puertas y vendió sus patentes a Dolby. Un cierre que comenzó a fraguarse mucho antes, en octubre de 2016, cuando Doppler consiguió despertar el interés de Microsoft, Apple, Amazon, Facebook, Google y Tencent en una reunión para mostrarles su producto. Acudieron Bill Gates, Satya Nadella, Eddy Cue (jefe de Internet de Apple) y Jimmy Iovine (jefe de Beats), entre otros. Se dice que dos de las compañías presentes hicieron ofertas en el momento para hacerse con Doppler, que las rechazó por considerarlas baratas. Las conversaciones continuaron al menos con Apple y Amazon durante 2017, sin éxito. Doppler cerró, pero en cierto modo sigue viva: sus ingenieros pasaron a engrosar automáticamente las filas de los infructuosos compradores.
El negocio moverá más de 2.000 millones de dólares en 2024.
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Los hearables serán la próxima gran revolución en el mercado de los dispositivos tecnológicos. "La combinación de comandos de voz y audición podría convertirse en la interfaz principal para cualquier cosa espontánea", vaticina Gints Klimanis, antiguo jefe de ingeniería de audio de Doppler. "En última instancia, la idea es robar el tiempo al smartphone", añade.
En efecto, el objetivo de los dispositivos intrauditivos es servir como sustitutos del teléfono móvil. Hay muchas razones detrás de ello, pero la principal es una: miniaturización. Hoy en día nadie duda de que el smartphone es una extensión de nuestro cuerpo y nuestra mente, pero no ha dejado de ser un aparato. Si se consigue reducir su poder hasta el punto de poder introducirlo en nuestros oídos, la fricción será prácticamente inexistente. Estaremos ante el primer paso para convertirnos en ciborgs, con el beneficio de poder retornar a nuestro papel de humanos en cualquier momento. Y el oído es la mejor parte del cuerpo para ello, en realidad por una cuestión 'geográfica': se sitúa a medio camino entre el cerebro y la boca, sin desdeñar el poder del propio oído. Además, trabajan las 24 horas del día, al contrario que los ojos, y permiten ser multitarea (lo saben los millones de estudiantes capaces de memorizar apuntes mientras dan caña a Spotify, con buenos resultados académicos).
Los oídos, además, están en la cabeza. Pero no en la cara. Aunque parezca mentira, es lo suficientemente importante: no alteran en absoluto la apariencia física del individuo (todo dispositivo frente a los ojos sí, como las Google Glasses), pero se aprovechan del movimiento de cabeza y de su combinación con la vista. Basta añadir una serie de sensores al hearable para que sepa hacia dónde apunta nuestra mirada. Esta geolocalización podría completarse con medidores de la frecuencia cardiaca y sensores de electroencefalograma, capaces de analizar la actividad cerebral espacial y estar muy cerca de saber a qué estamos prestando atención. El resto lo haría el propio micrófono del hearable combinado con Inteligencia Artificial: una empresa británica ha desarrollado un software capaz de identificar determinados sonidos, como un bebé llorando o cristales rompiéndose. Entraría en juego la informática básica: si se ha roto un cristal, entonces te ofrezco anuncios de ventanas. Y te los susurro al oído: solo tienes que decir "sí".
Aunque parezca descabellado, los gigantes tecnológicos nos están entrenando para ello. En Estados Unidos ya hay más de 20 millones de dispositivos Amazon Echo, el altavoz inteligente de la compañía de Jeff Bezos. En 2023, el 63% de los hogares del país tendrán uno, ya sea Echo, Google Home o el HomePod de Apple. En 2017 eran el 16% de los hogares. En 2014, apenas el 0,3%. En juego está un mercado de 12.000 millones de dólares solo en anuncios que acompañen a las búsquedas por voz. El potencial de llevarlo integrado en el oído es desconocido. "Se trata de permitir al asistente virtual susurrar en los oídos de los clientes durante todo el día", explica Satjiv Chahil, antiguo ejecutivo de marketing de Apple. Sólo entonces comprenderemos a Theodore Twombly.