Cuatro años duró la aventura china de Google. El buscador desembarcó en el gigante asiático en 2006 y salió de allí en 2010 tras considerar inasumibles algunas condiciones impuestas por el Gobierno del país, entre ellas la censura sobre determinados contenidos. Una palabra prohibida en la tecnológica estadounidense, cuyo lema durante años fue "Don't be evil" ("no seas malo") y cuyo objetivo siempre fue hacer el mundo más abierto. De ahí que tras su espantada de China, a lo que contribuyeron los ciberataques que aprovecharon algunas vulnerabilidades de la compañía para obtener información (también de sus usuarios, especialmente disidentes). Google fijó en Hong Kong su negocio para China, aunque ya era demasiado tarde: Baidu sí había hecho los deberes gubernamentales y se llevaba dos tercios del mercado de las búsquedas en el país.
Casi una década después, el poder tecnológico de China solo es comparable al de los Estados Unidos, y en ocasiones amenaza con superarlo (cuestión de tiempo, por otra parte). El país cuenta con 800 millones de internautas, ha alumbrado a voraces gigantes del sector (desde Alibaba hasta Tencent, pasando por Xiaomi) y cuenta con el decidido apoyo del Gobierno, que quiere liderar carreras como la del desarrollo de la Inteligencia Artificial y la plena digitalización de todas las facetas de la vida. Aunque sea a su manera: bajo un férreo control gubernamental que elimine de la ecuación todo posible 'riesgo' derivado del otorgamiento del poder digital a la ciudadanía.
Con este panorama, pocas tecnológicas decidirían resistirse a un prometedor mercado. Ni siquiera Google ha podido evitar rumiar la idea de regresar a China aun asumiendo la censura. Sundar Pichai, director ejecutivo de la compañía, quiere que Google llegue a todo el planeta, y eso no puede excluir a 1.300 millones de personas (ni los 6.000 millones de dólares anuales que, según 'The Information', podría llevarse Google de China en caso de regresar por la puerta grande). Cómo lo harán es una incógnita, ya que Google deberá combatir... contra sí misma. Primero, porque aceptar la censura supondría ponerse en contra de su propio cofundador, Sergey Brin, quien en 2010 consideró "preocupante" la censura y "la vigilancia de los disidentes" del Gobierno chino, algo que comparó con el "totalitarismo". Y segundo, porque gran parte del paraíso monetario al que aspira en China se iría por el desagüe de los filtros tanto técnicos como humanos que debería activar para cumplir las normas: el coste sería considerable, habida cuenta de que sus rivales locales cuentan con decenas de miles de empleados dedicados exclusivamente a censurar contenidos.
Lo cierto es que Google nunca abandonó del todo China. La compañía dejó en el país aquellas áreas de su negocio que podían amoldarse a las normas chinas sin comprometer su propia visión del mundo, como la publicidad digital, y completó su presencia con inversiones en compañías locales. Pero su principal negocio siempre ha sido el buscador, en tanto polo alrededor del cual pivotan sus otros negocios. Como Android.
¿Deben conformarse con reinar únicamente en China o necesitan cambiar su visión del mundo para triunfar en otros mercados?
Leer más en media-tics.com
Según han publicado varios medios, una de las razones de la búsqueda de la vuelta a China tendría que ver con el sistema operativo para móviles de Google. Si bien Android sí está presente en China, donde compañías locales como Huawei o Xiaomi han ayudado a que se convierta en el rey del móvil, también es cierto que estos fabricantes incorporan versiones modificadas, lo que dificulta tanto el trabajo de los desarrolladores como la posición de Google en su propio producto: sus aplicaciones no tienen el mismo protagonismo que en el resto de mercados.
Además, el restablecimiento de (buenas) relaciones con el Gobierno chino sería un acicate para el crecimiento de Google en los diferentes sectores en los que tiene intereses -que no son pocos- y a pesar de que muchos chinos no necesitarían los servicios de Google porque han sido capaces de digitalizarse gracias a las opciones locales. Pero esa es otra historia.
Sin embargo, la mejora de las relaciones entre Google y el Gobierno chino gracias al cumplimiento de las peculiares normas del país podría poner contra las cuerdas a la compañía estadounidense... en su propio país. La compañía se ha negado a vender Inteligencia Artificial al Ejército estadounidense porque no quiere que su tecnología se utilice para la guerra. Pero estaría dispuesta a censurar sus contenidos para contentar a un gobierno extranjero que no ha nacido de las urnas. Difícil de explicar a una opinión pública liderada por Donald Trump, cuya relación con las tecnológicas es tan irregular como su propia hoja de ruta. Pero eso también es otra historia.
Más de 600 millones de usuarios han convertido a este agregador en su principal fuente de información. Te contamos cómo es Toutiao y por qué es tan importante en China.
Leer más en media-tics.com