¿Por qué no nos conocemos a nosotros mismos como nos vendesde nuestros círculos más cercano?Nuestro Blog de hoy lo dedicamos a un aspectoque, aunque parece algo ya muy sabido, en realidad poco conocemos al respecto. Que nuestros amigos y familiares, así como aquellas personas que tenemos más próximas en el día a día, terminan sabiendo más de nosotros que la propia percepción y conocimiento que cada uno tenemos de nuestras emociones, preferencias, fortalezas, debilidades, etc., tiene también una explicación científica.
El Dr. Ronald E. Riggio, es el “Henry R. KravisProfessorofLeadership and OrganizationalPsychology”en elClaremontMcKennaCollege y al referirse a esta cuestión del conocimiento de uno mismo, nos pregunta cosas como:“¿Por qué tus amigos pueden conocerte mejor que tú?”. Inmediatamente afirma que “se trata tanto de lo que extrañas como de lo que ven”. ¿A qué se refiere? Sin duda tememos carecer de aquellas cualidades que reconocemos en los demás y que nos gustaría ser los primeros en que nos reconozcan. Evidentemente lo que ven los demás no necesariamente es lo que creemos que tenemos o también que nos falta. Pero en todo caso, evidencia una cierta dosis de desconocimiento sobre lo que los demás observan, miran y conocen de nosotros.
Es simple, pero al mismo tiempo muy aguda la percepción de Ronald Riggio sobre cómo nos perciben los demás: “¿Algunas veces parece (no da por sentado que se produzca siempre) que tus amigos más cercanos te conocen y comprenden mejor tus patrones de comportamientoque tú mismo?”. Se refiere fundamentalmente a hábitos y errores, aunque desde ya que no descarta atributos positivos de la personalidad.
Para Riggio se debe principalmente a tres factores claves relacionados con la percepción social que pueden explicar este fenómeno:
1º) Lo que llama autoengaño y sesgos autoprotectores.
Sucede que es casi una conducta habitual que seamos bastante protectores de esa imagen, que sabemos estamos proyectando a las personas de nuestro entorno, más o menos próximas.¡A quién no le gusta creerse que es una persona inteligente, amable y con carisma! Pero que además de aquellas cualidades que sí estamos seguros poseemos y que también sabemos que en parte nos reconocen, sentimos un especial alivio cuando presentimos que somos a su vez poseedores de una variedad de cualidades positivas, que iremos aplicando cuando las circunstancias nos obliguen.
Riggioafirma y con razón, que utilizamos sesgos de autoprotección para ayudar a proteger nuestros egos, que a menudo son frágiles, con la finalidad de mantener una visión positiva de nosotros mismos. Y es este el momento en el que se produce la diferencia de percepciones, entre la nuestra y la de los demás.
Es evidente que nuestro círculo de familiares, amistades y nuestros compañeros de trabajo, en realidad todas aquellas personas que realmente son cercanas en nuestra vida, de ninguna manera están tan comprometidos con nuestra imagen, con esa a la cual contribuimos a distorsionar. Es por eso, que pueden ser más objetivos y pueden llamar a las cosas tal como las ven. Dicho coloquialmente “a las cosas por su nombre”. Sin subterfugios ni engaños. Que en lo referente a la visión que tengamos de nosotros mismos, lamentablemente tendemos a ese autoengaño pusilánime que termina haciéndonos daño por creer cosas que en realidad no son. Por tanto, decepción a las puertas.
Riggio dice y con razón que esto no significa que los amigos no sean también parciales con nosotros, pero lo que sucede es que hemos invertido más tiempo y esfuerzo en proteger nuestra imagen que lo que ellos se han esforzado y dedicado.
2º La perspectiva
La palabra perspectiva siempre tiene una connotación que excede el corto plazo. Nos hace pensar en el horizonte futuro, en el medio y largo plazo, o también en una visión desde un ángulo en que no estamos acostumbrados a observar y/o analizar las cosas. CuandoRiggiose pregunta “¿alguna vez ha tenido un amigo cercano haciendo una predicción de lo que íbamos a hacer”, se refiere a que las personas de nuestro entorno más próximo ya saben cómo somos en una cantidad de situaciones que se nos presentan, estemos solos o acompañados por ellos. También, eso les convierte sin proponérselos en observadores, más o menos entusiastas de nuestro comportamiento, mientras que nosotros sólo vemos lo que tenemos enfrente.
Aunque esto puede corregirse si aprendemos técnicas de pensamiento lateral o paralelo que nos ayuden a cambiar esa perspectiva que en muchas ocasiones nos lleva a hacer prejuicios sobre personas o a establecer tópicos dónde en realidad no debe haberlos.
Riggio pone un ejemplo simple pero muy elocuente, cuando dice que un amigo puede observar nuestra expresión facial o la forma de conducirnos al interactuar con determinada persona, para después estar en condiciones de señalarnos nuestra aparente aversión hacia ese individuo. Porque las consecuencias de desconocer nuestro propio comportamiento y formas de reacción en la interactuación personal, es posible que no nos demos cuenta de nuestros sentimientos negativos hacia esas personas hasta que nos llamen la atención o nos advierte de ello.
3º El sesgo actor-observador
Un punto crucial del análisis de Riggio, es en referencia a lo que señala como el sesgo fundamental en la percepción que tengamos de las cosas, lo que una vez más nos lleva a la idea de perspectiva. Y esto lo explica también de manera apropiada,diciendo que cuando somos el actor (el que hace las cosas) tendemos a atribuir en exceso los resultados a factores situacionales.
Por ejemplo, cuando fallamos en algo, tendemos a explicaciones situacionales, tales como “ha sido la presión del grupo” o “había una larga cola de espera”. Sin embargo, los que nos observan tienen una predisposición a hacer atribuciones disposicionales para nuestras acciones, tales como “está en un error” o “no es del todo legal esa forma de actuar”. En definitiva, la tendencia es una vez más a culpar a la situación, al mismo tiempo que son los nuestros los que nos culpan y vuelven a incidir en predisposiciones disposicionales que son el resultado de que nos conocen mejor de lo que creíamos, llegando a decir cosas tales como “ahí está…una vez más cae en el mismo error”.
De ahí que la honestidad es clave para conocernos mejor a nosotros mismos. Pero si bien es condición necesaria ser honesto, no es suficiente. Porque debemos revisar nuestros errores, por qué se produjeron, lo que nos debe llevar a ser muy críticos con nuestro comportamiento.
Tenemos que asumir que tanto la situación que se ha presentado como nuestra forma de reaccionar (composición psicológica) son responsables de nuestras acciones y resultados. Y como muy bien señala Riggio, “debemos reconocer que nuestros amigos también tienen una perspectiva sesgada”.