Los efectos de la crisis económica y la irrupción de las nuevas tecnologías son dos de las principales causas de que los periodistas se hayan visto abocados a reinventarse. Su situación laboral tiende a estabilizarse, pero el trabajo que tienen que realizar se ha multiplicado. La falta de independencia de los medios y las presiones externas son dos de los factores que interfieren cada vez más en su labor diaria.
La Asociación de la Prensa de Madrid ha preguntado a 1.756 personas del mundo de la comunicación y el periodismo sobre su situación laboral y cómo se ha adaptado su trabajo al nuevo escenario digital.
La muestra introduce ciertos sesgos debido a que la encuesta se realizó exclusivamente entre las personas que forman parte de asociaciones de prensa. Así se explica que aparezcan menos periodistas autónomos y jóvenes de los que realmente copan las redacciones; que tengan una estabilidad laboral mayor (el 77% tiene un contrato indefinido y el 41,8% suma más de 15 años de antigüedad); y que trabajen principalmente en los medios tradicionales.
Mucho más significativo es conocer en qué ha cambiado el trabajo de estos profesionales tras la crisis económica y en la era de la información digital. Para el 45,9% de los encuestados, el aumento del paro y la precariedad laboral fue su mayor preocupación en 2017. Sin embargo, cada vez son menos los periodistas que lo sitúan como el principal problema de la profesión (en 2014 el porcentaje ascendía al 59,6%). En cambio, la preocupación por la mala retribución del trabajo periodístico ha crecido desde entonces: del 10,6% en 2014 al 16,1% actual.
Para la mayoría de los encuestados, la precariedad supone que el periodista se haya convertido en un simple recopilador de informaciones secundarias, en lugar de ser un generador de contenidos originales. Cuestionados por los efectos directos de la crisis, los profesionales señalan que ahora se trabaja más por menos (el 65,2% trabaja más de 40 horas), a un ritmo que impide realizar un trabajo cuidado y consultando a fuentes de información poco fiables pero baratas.
Las nuevas tecnologías han modificado significativamente la labor del periodista, pero no se ha traducido en una reducción del trabajo. El 70,8% de los contratados y el 67,9% de los autónomos reconocen que ahora tienen que llevar a cabo la edición final del texto, mientras que el 56,6% y el 61,7% respectivamente tienen que realizar más búsquedas de datos. Curiosamente, el 67,3% de los autónomos asegura que ahora trabaja más horas, por el 56,4% de los contratados.
El periodista se ha convertido en una especie de hombre-orquesta moderno que tiene que ocupar distintos roles. Entre las nuevas especialidades periodísticas destacan la de gestor de contenidos digitales, desarrollador de proyectos, periodista de datos y community manager.
Capítulo aparte merecen las presiones y la independencia periodística. En una escala de 0 a 10, los periodistas sitúan la libertad con la que realizan su trabajo en un 4,4, el punto más alto de los últimos seis años. Aunque insertar anuncios solo limita la independencia del medio para el 57% de los encuestados, asciende al 94,1% la percepción de que las organizaciones de noticias ceden esa independencia con tal de lograr publicidad y al 87,6% la creencia de que hay anunciantes cuya intención es limitar la independencia de un medio a través de la publicidad. El 80% de los periodistas también reconoce que ha sufrido presiones para que modifiquen sus piezas informativas, fundamentalmente con la intención de que cambien la orientación. Desgraciadamente, el 75,7% reconoce que es habitual que el periodista ceda a esa presión, que en su mayor parte es ejercida a través de los directivos de los medios.
Entre los aspectos positivos del cambio de escenario periodístico, los profesionales destacan que en la actualidad es más fácil acceder a las fuentes de información y que hay más medios para llegar a los usuarios, por lo tanto, las oportunidades para los profesionales también son mayores.