El Estado de Connecticut, en Estados Unidos, ha aprobado una nueva legislación que permitirá a los cuerpos de seguridad equipar los drones con armas. No se especifica de qué tipo, pero el asunto va más allá que dotar de nuevas opciones a estas aeronaves: si un dron puede disparar, está superando su papel de vigilante. Ya no es una cámara que vuela, es un policía. Un arma en sí mismo, capaz de meterse en lugares recónditos y en los que, a día de hoy, sólo un agente de policía con una orden judicial puede acceder.
La medida está siendo criticada por algunos sectores de la sociedad que piensan que supone automatizar tareas de la policía. Los agentes lo niegan y defienden que simplemente están adoptando una tecnología existente. Pero lo cierto es que cuerpos policiales de todo el mundo ya utilizan drones para labores de vigilancia, sustituyendo en muchos casos el papel del helicóptero, más costoso y menos versátil.
Con la nueva legislación estatal, los drones de Connecticut podrán participar en detenciones, desactivar explosivos o derribar otros drones. Existe un fundado temor a la popularización de ataques terroristas utilizando drones cargados de explosivos y los cuerpos de seguridad buscan la forma de neutralizarlos antes de que puedan causar víctimas. El Ejército español busca la forma de repeler estos ataques en Iraq, pero no es un fenómeno que se limite a zonas de conflicto.
Está por ver el verdadero éxito de esta medida estadounidense, dado que hay cuerpos policiales que han dejado de utilizar los drones por ver en ellos un artilugio poco útil para sus necesidades.
Esto contrasta con el crecimiento del mundo de los drones, que en apenas una década ha pasado de asociarse por completo al armamento militar a convertirse en una potente herramienta que está modificando procedimientos asentados durante décadas. Aeropuertos de varias ciudades del mundo han comenzado a utilizar los drones de una empresa española para calibrar los sistemas de radioayuda a la navegación aérea que guían a los aviones hasta sus instalaciones. Esto se hacía hasta ahora con un avión real volando a baja altura, lo que obligaba a modificar las operaciones del aeropuerto en cuestión. Es sólo un ejemplo del poder de los drones. Pero como todo poder, tal vez tenga una parte peligrosa.