La televisión tradicional tiene aún en España y en otros muchos países una audiencia formidable. Aquí tenemos un atípico duopolio, Atresmedia y Mediaset, que se reparten con todo desparpajo el pastel de los anunciantes. Pero vienen tsunamis en forma de digitalización. Muchos son muertos aún muy sanos que caminan hacia el abismo. Y lo saben.
En EEUU y en otros mercados avanzados, los menores de 35 años pasan abiertamente de la televisión y cuando ven algo de televisión están realizando al mismo tiempo otras tareas. A partir de los 45 años es cuando el consumo de la televisión sigue siendo alto. Este es un fenómeno que también pasa en cierta medida con la prensa escrita. Estos síntomas deben preocupar sin duda a los responsables de las cadenas.
"La televisión se ha atascado", ha dicho Bryson Gordon, vicepresidente ejecutivo de Viacom. Esta macroempresa tiene un producto publicitario, Viacom Vantage, que permite a los anunciantes dirigirse a grupos específicos de audiencia, parecido a lo que hace la publicidad programática en los digitales. También Turner tiene una oferta de publicidad en el mismo sentido para sus contenidos. El negocio de la televisión mueve 70.000 millones de dólares en el mercado americano. Es lógico que Google y Facebook quieran un pedazo del negocio de la televisión y que ese pedazo sea grande. Google sigue invirtiendo en YouTube, que ya supera los 1.000 millones de horas de vídeo subidas cada día. Esta primavera, YouTube lanzará su propio servicio de televisión, con 40 canales por 35 dólares al mes. Facebook ofrece un promedio de 100 millones de horas de vídeo de consumo diario. Todos se aprestan a construir productos publicitarios más inteligentes. El anuncio típico de televisión, basado en la reproducción 'ad nauseam', tiene los días contados.
En España, el consumo de televisión es aún de 230 minutos por televidente en días laborales, pero con tendencia a la baja desde hace algún tiempo. Durante el primer trimestre del año, la facturación publicitaria de las televisiones en España ha dado un perfil prácticamente plano. Mientras tanto, RTVE y las televisiones autonómicas son una ruina de audiencias y de coste para el contribuyente. El semáforo se ha puesto intermitente y puede pasar a rojo en cualquier momento.