Los motores de gasolina y diesel encaran su recta final: durante los próximos años serán progresivamente reemplazados por vehículos eléctricos... o de hidrógeno. Todavía no existe un claro vencedor en una nueva guerra que determinará qué tecnología se impondrá en el futuro. Las petroleras ya están reaccionando: "reconocemos que la transición energética está sucediendo y Shell tiene que estar preparada para cambiar", ha afirmado Matthew Tipper, jefe de nuevos combustibles de Shell.
La compañía anglo-holandesa ha apostado por el hidrógeno y ha abierto en Surrey, en el Reino Unido, su primera gasolinera de hidrógeno. "Vemos que más fabricantes de automóviles ponen el foco en el hidrógeno y que los primeros vehículos están comenzando a llegar a los mercados clave, especialmente Japón, Alemania y California", explica Tipper. "Eso nos da confianza para comenzar a construir la infraestructura".
La idea de Shell es desplegar una red de gasolineras de hidrógeno por Europa. Entre sus planes está el construir 400 estaciones de suministro en Alemania hasta 2023. En California ya gestiona junto a Toyota 25 puntos y abrirán siete más gracias a una dotación de fondos estatales que han conseguido. También en Japón quieren tener lista una potente red de suministro de cara a los Juegos Olímpicos de 2020, dado que el Gobierno nipón quiere potenciar esta tecnología.
Los motores de hidrógeno funcionan fusionando hidrógeno presurizado con oxígeno, una reacción química que genera electricidad. Su ventaja es que estos motores tienen mayor autonomía (más de 500 kilómetros con un depósito) y que pueden rellenarse de forma instantánea, como sucede con la gasolina. La desventaja es que generan agua purificada como desecho.
Los defensores del coche eléctrico ven más desventajas en los motores de hidrógeno. El patrón de la electricidad, Elon Musk, ha llegado a decir que estos vehículos son "extremadamente ineficientes", dada la energía necesaria para producir hidrógeno mediante la extracción de agua o metano. Y es que estos vehículos son todavía una minoría de los que apenas se han vendido varios miles de unidades, en comparación con el millón largo de coches eléctricos. Además, apenas hay estaciones de carga de hidrógeno, frente a los más de 10.000 puntos de carga eléctricos que hay sólo en Reino Unido, por ejemplo.
A pesar de este desigual punto de partida, los defensores del coche de hidrógeno piensan que a largo plazo serán una opción solvente para el mercado. Tipper sostiene que el avance de la tecnología permitirá reducir el consumo energético necesario para producir hidrógeno. También, que en carretera el comportamiento de estos vehículos será más eficiente, dado que el tanque de hidrógeno es más ligero que las actuales baterías, que además tardan más de 30 minutos en recargarse y ofrecen menor autonomía. Ante la duda, Shell también desplegará estaciones de carga para vehículos eléctricos, dentro de una apuesta global del grupo por las energías renovables.
Por parte de la industria también se está apostando tímidamente por el vehículo de hidrógeno. Toyota y Hyundai ya tienen algunos modelos en el mercado, pero sus ventas todavía son una anécdota en comparación con el éxito de los eléctricos, especialmente por el tirón mediático que tienen los Tesla. La guerra está en marcha.