La revolución de los drones es un quebradero de cabeza para gobiernos de todo el mundo, que buscan cómo gestionar el nuevo espacio aéreo: pasar de muchos aviones de gran tamaño volando a mucha altura a muchísimos aviones de pequeño tamaño volando a baja altura es un reto que nadie sabe cómo sortear. Una cuestión en la que confluyen dos factores: el tecnológico y el organizativo. De fondo, la seguridad.
Desde el punto de vista tecnológico, los sistemas actuales de control del tráfico aéreo están pensados para aviones, no para drones. Además, los drones no están equipados con sistemas de control y comunicación, por lo que se necesita una adecuación en ambos campos. Desde el punto de vista organizativo, mientras que los aviones requieren licencias, plan de vuelo y una serie de requisitos y controles para volar, los drones carecen de todos estos elementos, lo que se une a que cualquier persona puede adquirir uno y utilizarlo en cualquier lugar cuando quiera. De fondo está la seguridad, ya que esta facilidad para utilizar drones, unida a las carencias que presentan los sistemas de control actuales, supone un riesgo difícil de evitar a día de hoy.
La industria busca desesperadamente cómo gestionar los millares de drones que poblarán los cielos en los próximos años, y que deberán convivir con aviones tradicionales, con edificios, cableado, personas, carreteras, zonas de exclusión aérea… A los planes de Vodafone, centrados en el ámbito tecnológico, se une ahora una propuesta de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur. Esta ciudad-estado será, además, el campo de pruebas de este sistema, que busca sortear todos los problemas que plantea el ecosistema dron.
En concreto, lo que han propuesto Low Kin Huat y Mohamed Faisal Bin Mohamed Salleh, los investigadores al frente del proyecto, es la creación de aerovías invisibles en las ciudades. Corredores por los que deberán circular los drones a una altura determinada, prohibiendo la circulación fuera de estos caminos. De este modo, explican, se podrá controlar mejor el tráfico aéreo de los drones en las ciudades y entre estas, al concentrar en determinados lugares la circulación. También existirían unos lugares determinados para despegar y aterrizar en vertical, así como un sistema de control del tráfico de drones compuesto por pequeñas bases repartidas por estas vías: serían lo más parecido a una torre de control, pero sin necesidad de construir una torre física (bastaría una pequeña oficina, aunque no han dado detalles al respecto). La idea de fondo es que los drones estén dotados de elementos tecnológicos que permitan cierta autonomía de movimiento, como el mantenimiento de la altura, la velocidad de vuelo o la distancia de seguridad respecto a otros drones y a los elementos circundantes.
“Este nuevo proyecto de gestión del tráfico pondrá a prueba algunos de los nuevos conceptos desarrollados con el objetivo de lograr un tráfico de drones seguro y eficiente en nuestras vías aéreas urbanas”, explica Low Kin Huat.
El equipo de estos investigadores está realizando simulaciones informáticas utilizando escenarios reales de Singapur. Una vez completada esta fase, prevista para finales de 2017, se probará el sistema en la vida real.