La disputa sobre la imagen de “la niña del napalm”, que Facebook censuró en un principio por ir desnuda y luego rectificó, es solo una muestra más de las crecientes demandas y críticas hacia la red social que tiene 1.700 millones de seguidores. Sus decisiones editoriales las toman opacos algoritmos, sin respeto o referencia hacia los principios esenciales del periodismo.
Facebook ingresó por publicidad 15.176 millones de euros el año pasado, un 48% más que el año anterior, 9 veces más que en 2010, pero la mitad de lo que tiene previsto la propia empresa para este año. Facebook almacena cerca de un centenar de datos sobre cada uno de sus usuarios. Si comparamos el valor en bolsa de Facebook (331.000 millones de euros) con su número de usuarios, el valor de los datos personales de cada uno de los seguidores de la red social estaría en torno a los 208 euros. Facebook pagó por WhatsApp 21.800 millones de dólares cuando este servicio de mensajería contaba con 600 millones de usuarios. WhatsApp supera ahora los 1.000 millones de usuarios y se ha anunciado públicamente que los datos que almacena la red social se van a cruzar ahora con los datos que maneja su matriz Facebook, incluyendo datos esenciales tales como el número de teléfono.
Facebook ha perdido recientemente una batalla legal para evitar ser demandada por una niña de 14 años de edad, cuya imagen desnuda se incluía en contenidos de Facebook. No es la primera vez que Facebook ha sido demandada por publicar imágenes sexuales que han sido subidas a la Red con el propósito de venganza. A raíz del caso de la foto histórica de “la niña del napalm”, se están levantando críticas y voces por parte de personalidades del mundo del periodismo, como una llamada de atención de los defensores de la libertad de expresión sobre el creciente poder de Facebook. “Facebook tiene que pensar ahora en lo que significa realmente ser un editor”, ha dicho Emily Bell, directora de periodismo digital de la Universidad de Columbia. Algunos esperan que los repetidos escándalos sean un punto de inflexión para que Mark Zuckerberg reconozca su papel como el editor más importante del mundo y empiece a tomar medidas significativas para hacer de Facebook responsable de lo que distribuye. “Parecen niños jugando con un juguete para mayores”, ha dicho Jane Kirtley, profesora de ética de los medios en la Universidad de Minnesota. “Seguramente necesitamos algo más que simples algoritmos, necesitamos personas capaces de analizar las cosas que se publican”.
Zuckerberg niega reiteradamente que Facebook sea un editor o una empresa de medios; afirma que es una “empresa de alta tecnología” y “una plataforma”.
El prestigioso profesor de periodismo Jeff Jarvis ha escrito recientemente: “necesitan a alguien que salve a Facebook de sí misma”. Jarvis sostiene que Facebook debería permitir a los editores originales tomar decisiones sobre la forma en que sus contenidos se publican en la red social. Un editor de Facebook podría intervenir cuando hay desacuerdos. Otros expertos defienden que Facebook debería crear un equipo de periodistas o un consejo editorial para abordar estas cuestiones complejas.
Juan Cruz ha abordado oportunamente el tema en “El País”, denunciando que la información digital ha contaminado el periodismo de un conjunto de impunidades. “El periodismo está siendo contaminado por la opinión y, en gran medida, por el insulto disfrazado de opinión”, dice Cruz. Nos recuerda que el periodismo es ante todo una función social, que tiene un código minuciosamente establecido (cita la obra “Elementos del periodismo”, de Bill Kovach y Tom Rosenstiel), cuya esencia es la disciplina de verificación. Que la noticia debe ser significante, sugerente y relevante.
Un reciente informe realizado por Pew Research Center llega a la conclusión de que la mayoría de los adultos en EEUU (el 62%) se informa a través de redes sociales, de las que Facebook es la protagonista destacada.
Algunos editores relevantes están empezando a sacar conclusiones de su presencia en la plataforma de Facebook a través de Instant Articles. Los principales editores del Reino Unido están casi todos publicando en esta plataforma. Algunos coinciden en que los ingresos obtenidos por esta vía no son insignificantes, aunque otros afirman que han perdido un porcentaje de su propia audiencia. El diario francés “Libération” ha informado de manera detallada de su experiencia. En febrero pasado su CPM fue de 1,30 dólares; en el verano se elevó hasta 3,40 dólares y ahora está volviendo al entorno de los 2 dólares, lo que le lleva a duplicar los ingresos de publicidad digital que hizo el año pasado.