“¿Te interesaría recibir unos datos? Quiero compartirlos”. Con ese escueto mensaje, recibido por Bastian Obermayer, periodista del diario alemán Süddeutsche Zeitung, arranca la mayor filtración de la historia del periodismo: los papeles de Panamá. Es la revelación de un sistema legal utilizado por grandes fortunas para ocultar su identidad y evadir impuestos. Ahora, Bastian Obermayer y Frederick Obermaier, los dos periodistas del Süddeutsche Zeitung que lideraron la investigación, han plasmado en un libro, “Los papeles de Panamá: el club mundial de los evasores de impuestos” (Ediciones Península), todo el proceso que llevó a la publicación de los contenidos de la filtración original.
“Para mí son héroes porque decidieron compartir”, explicó Mar Cabra, jefa de la Unidad de Datos del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), durante la presentación del libro, en la Asociación de la Prensa de Madrid. “Estamos ante una nueva manera de hacer periodismo”, añadió, ya que los periodistas alemanes, que acudieron al acto para atender a medios de varios países de habla hispana, decidieron compartir la filtración con el ICIJ y hacer una publicación conjunta con medios de más de un centenar de países. “En Alemania hubiera sido un artículo muy pequeño, pero en otros países era una historia muy grande”, se excusaba Frederik quitando importancia a un hecho que ha asentado una nueva forma de trabajar el periodismo de investigación: la colaboración transfronteriza, de la que Mar Cabra destaca el hecho de que “actúa como escudo protector en aquellos países donde no hay libertad de expresión”.
El libro narra de manera pormenorizada y en primera persona todo el proceso de trabajo, de más de un año de duración, que permitió a la opinión pública mundial conocer una economía paralela que circula por paraísos fiscales. El origen de la filtración se desconoce, pese a los numerosos rumores (la CIA, piratas informáticos, una amante despechada, algún empleado descontento…). Ni siquiera los propios periodistas saber quién es su fuente o por qué escogió a su periódico para filtrar la información. “No sabemos por qué se nos contactó a nosotros, sólo podemos especular. Suponemos que no fuimos los primeros, lo podemos deducir, pero no lo sabemos”, explicaba Bastian. Esta fuente, sin embargo, ha participado en el libro escribiendo un capítulo en el que da algunos datos sobre sí mismo y sus intenciones a la hora de filtrar la información: “Para que quede claro, no trabajo para ningún Gobierno o agencia de inteligencia, ni directa ni indirectamente, ni nunca lo he hecho. Mi punto de vista es completamente personal, igual que fue decisión mía compartir con el Süddeutsche Zeitung y el ICIJ los documentos no por razones políticas, sino porque comprendí por el contenido la magnitud de las injusticias que se describen”.
Los papeles de Panamá no sólo han sido un hito en la historia del periodismo por la magnitud de la información y la inaudita cooperación entre medios que compiten por la misma audiencia, sino por las revelaciones políticas y económicas que han proporcionado a la población. Una compleja trama global de favores políticos, connivencia y miradas hacia otro lado en privado mientras en público se producen declaraciones pomposas enfocadas a calmar los ánimos de una población que paga sus impuestos religiosamente y ve cómo las grandes fortunas parecen no tener obligación de hacerlo. “La evasión fiscal no puede enderezarse si los que han sido elegidos como representantes están pidiendo dinero a las mismas élites que tienen más interés en evadir impuestos que el resto de la población”, explica la fuente en el libro. “El sistema de financiación de las campañas electorales en Estados Unidos está corrompido y el cambio no puede retrasarse más”, añade, aunque el propio libro se encarga de explicar que “poseer una sociedad opaca no es ilegal de por sí y es falso afirmar que todo el que haya sido accionista o administrador de una offshore es un evasor fiscal”. Eso sí, propone algunas sencillas recetas para acabar con los paraísos fiscales: “El primer gran paso consistiría en un sistema de intercambio automático de información sobre cuentas bancarias que funcionara en todo el mundo. […] Es necesario crear un registro transparente de empresas a nivel mundial, en el que tendrían que registrarse los nombres de los propietarios reales tanto de empresas como de fundaciones. Como condición indispensable, el falseamiento de la información se perseguiría por ley y se castigaría rigurosamente. Este sería el segundo paso. Así de sencillo es el mecanismo que anunciaría el fin de los paraísos fiscales”. Aunque, mientras leemos esto en el libro, elDiario, Marea y Diagonal están empezando a publicar un nuevo capítulo en el gran libro de contabilidad B que es la industria offshore: los papeles de la Castellana, la versión española (Borbones incluidos) de los panameños. Suma y sigue.