Mucho se ha hablado de las Google Glass, aquellas gafas inteligentes dotadas de cámara y conexión a Internet que mostrarían imágenes directamente en los ojos del usuario. Este artilugio, que roza la ciencia ficción, podría tener aplicaciones más reales y útiles de lo esperado si se enfocan (nunca mejor dicho) a la realidad aumentada. Concretamente, parece que algunos trabajadores podrían aumentar su productividad y reducir el tiempo que actualmente dedican a algunas tareas.
En muchas profesiones es necesario llevar gafas de seguridad para evitar accidentes. ¿Y si fueran smartglasses? Ya hay empresas trabajando en ello para sustituir cristal de seguridad… por una pantalla. “Los ingenieros que trabajan en reparación de distribuidores de electricidad pueden pasar hasta la mitad de su tiempo buscando datos técnicos de software en bases de datos o registros de actividad”, explica Alain Dedieu, vicepresidente en Shanghai de Schneider Electric, una multinacional francesa que está probando la realidad aumentada para que esa información técnica aparezca directamente ante los ojos de sus ingenieros.
Schneider utiliza actualmente auriculares y tabletas para superponer información en la imagen de un objeto. Mediante un software de reconocimiento de imágenes se determina la pieza de la que se busca más información y después se obtienen los datos de forma inalámbrica. Al dejar de enfocar al objeto, la información desaparece de la pantalla, pero los datos vuelven a aparecer al enfocarlo de nuevo. Los primeros datos, obtenidos de las investigaciones que están realizando en China, demuestran que con esta tecnología se reduce el tiempo dedicado a tareas de búsqueda de información, explica Dedieu.
En Estados Unidos, la empresa ITAMCO dota de un sistema de realidad aumentada con Google Glass. Esta compañía ya ha asesorado a Caterpillar o General Electric para implantar esta tecnología en sus procesos de trabajo. La firma Atheer, establecida en Silicon Valley, comenzará en breve a comercializar unas gafas inteligentes de uso industrial por unos 4.000 dólares, lo que reduce más de la mitad los actuales 9.000 dólares que cuestan dispositivos similares.
Estos dispositivos también se utilizan en el espacio: los astronautas de la Estación Espacial Internacional lleva incorporado un dispositivo HoloLens, fabricado por Microsoft, que envía a la Tierra imágenes en tiempo real de su campo de visión, donde un equipo de personas puede interactuar con esas imágenes destacando puntos (“dibujando” sobre la imagen, por ejemplo) para que el astronauta vea esas indicaciones directamente en sus ojos.
Tal vez no sea necesario ir tan lejos: la empresa Augmedix, con sede en San Francisco, está desarrollando un sistema de realidad aumentada para clínicas y hospitales. La idea es que el médico, al mirar a un paciente, pueda ver directamente su historial proyectado en la pantalla de unas gafas especiales. La compañía calcula que la productividad del médico aumentaría en más de un 30% gracias a este sistema que evitaría tener que rastrear de manera manual esta misma información en un ordenador.
Muchas personas siguen teniendo dudas acerca de las diferencias entre la realidad virtual y la realidad aumentada, pero distinguir ambos productos es sencillo: la realidad virtual crea un mundo digital, esté o no basado en imágenes reales, para que el usuario pueda interactuar con él o simplemente deambular por esos escenarios como un espectador. El programa está cerrado, por lo que este mundo virtual será un vídeo o un programa similar a un videojuego, en el que cabe cierta libertad de movimientos, pero en cualquier caso prediseñados al crear el programa.
Por su parte, la realidad aumentada utiliza dispositivos para captar imágenes del mundo real y combinarlas con elementos virtuales, generando un producto mixto entre lo real y lo digital. El objetivo es reconocer determinadas imágenes a través de una cámara y que un programa informático proporcione información adicional sobre ellas proyectando en la pantalla del dispositivo esos datos.
Otra de las diferencias se observa en los dispositivos: la realidad virtual utiliza un visor especial que sumerge al usuario en ese mundo digital, mientras que para utilizar un producto de realidad aumentada basta con utilizar un teléfono móvil y enfocar con la cámara hacia un lugar concreto, observando después en la pantalla del smartphone esa información digital.