Cuando Apple se negó a facilitar al FBI el acceso a los datos encriptados del iPhone utilizado por uno de los autores del tiroteo de San Bernardino (California), el mundo tecnológico se puso de su parte: la privacidad de los clientes, incluso de los que asesinan, debe estar garantizada como principio irrenunciable. Sin embargo, el FBI anunció esta misma semana que había logrado hackear el móvil y acceder a su contenido (pese a los errores que se le imputan). Pero no lo han hecho solos.
Según han anunciado algunos medios, el FBI habría contado con la ayuda de Cellebrite, una start-up israelí fundada en 1999 que está especializada en “soluciones forenses para móviles” que permitan desbloquear la “inteligencia” que protege los datos para “extender las habilidades de investigación, acelerarlas, unificar equipos y crear pruebas sólidas”, como explican en su propia web. Parece hecho a medida de lo que necesitaba el FBI.
Entre los servicios específicos que ofrece para iPhone está, precisamente, la “decodificación de contenidos” (content decoding). La empresa ofrece “técnicas de extracción, decodificación y análisis de datos válidas a nivel forense, que permiten obtener información existente y eliminada de estos dispositivos”. Entre los contenidos a los que son capaces de acceder están registros de llamadas, lista de contactos, ubicaciones (según conexiones Wi-Fi, en torres celulares y GPS), imágenes, vídeos, mensajes de texto (SMS), correos electrónicos, notas, aplicaciones instaladas y su uso, diccionario de usuario, calendario, historial de emparejamiento de dispositivos Bluetooth o caché de mapas, según su web. Por si fuera poco, la propia empresa