En 2015 donó 21 millones de euros a causas sociales y, además (que es lo que a esta columna le compete), cuenta con una serie de herramientas que permiten al jugador establecer un límite de depósito, límite de juego e, incluso, un límite temporal para que cada cual gestione personalmente cómo quiere que sea su actividad en el juego online.
Ante la duda, Paf también cuenta con un Test Personal, que establece unos patrones de detección de conducta peligrosa en el juego. Sin embargo, y como una de las herramientas más innovadoras en el sector, Paf ha dado con la clave de la prevención en los problemas con el juego online con su “Radar contra la ludopatía”, un sistema que permite obtener datos del comportamiento de los jugadores y actuar de manera rápida y personalizada.
No es un tema menor. En 2015 se jugaron por Internet 8.562 millones de euros, un millón cada hora, el triple que en 2012, y las previsiones de la Dirección General de Ordenación del Juego para 2016 es que se alcancen los 10.000 millones. Los españoles que juegan online alguna vez ya superan al millón, registrándose 170.000 nuevos jugadores cada mes. Y, claro, con este incremento también sube la cifra de ludópatas, unos 100.000, sobre todo jóvenes, según los datos aportados por Azajer, una organización dedicada a la prevención y tratamiento de esta enfermedad.
Algunos pueden pensar que se debería prohibir el juego online; pero, desde mi punto de vista, la prohibición llevaría a imposibilitar su control. Hay que regularlo y dar garantías a sus usuarios. Si no, podríamos llegar a casos extremos como el de Turquía, en donde hace apenas unas semanas, se acaba de legalizar el futbolín. Un juego, incluido en la categoría de azar y ruleta, considerado perjudicial para la sociedad y que ha estado proscrito durante 48 años bajo pena entre uno y cinco años de cárcel. Ahora, las autoridades turcas han decidido que el futbolín sirvepara ejercitar las "aptitudes manuales”. Tan cerca y tan lejos.