El pasado fin de semana me volví a deleitar visionando “Erin Brockovich” (2000) de Steven Soderbergh, en la que una madre divorciada dos veces y con tres hijos a su cargo, jamás acepta un no por respuesta en lo que a búsqueda de trabajo se refiere. Está basado en la vida real de la Sra. Brockovich, que no contaba con la preparación jurídica adecuada para enfrentarse a un caso tan grande como en el que actuó, pero fue su actitud ganadora la que hizo que el pequeño bufete en el que trabajaba, ganase una demanda de 330 millones de dólares por una cuestión de aguas contaminadas con cromo hexavalente, que había provocado una serie de muertes y contagios en la población aledaña a la empresa contaminante.
Julia Roberts que ganó el oscar a mejor actriz por interpretar a Brockovich, es el ejemplo de cómo debemos encarar la vida a pesar de las dificultades que tengamos delante. Perdón por emplear la palabra “encarar” y no “enfrentar”, que si bien desde el punto de vista semántico se adapta mejor, considero que es más elocuente lo que queremos significar hoy sobre la actitud positiva en la vida, eso que se entiende cuando una persona está “encarando” un problema o asumiendo un nuevo desafío. Porque encarar significa ponerse de cara a los hechos, no eludirlos.
Eckhart Tolle (1948) es un escritor alemán residente en Canadá que ha destacado por obras como “El poder del ahora” y “Una nueva tierra”, cuyos pensamientos siempre provocan una reflexión sobre cómo vemos y encaramos la vida. Especialmente me gusta este que dice “la mayoría de las personas nunca están viviendo el presente intensamente, porque inconscientemente piensan que el próximo momento (se refiere al futuro más inmediato o también el mediato) va a ser más importante que el hoy. Pero lo que sucede es que se está perdiendo la vida entera, que jamás será entonces el momento actual”. No es un galimatías, sino un poderoso puñetazo a nuestra consciencia (en cuanto a los valores que nos rigen, equivocados o no), pero muy especialmente a nuestra actitud frente a la vida.
La vida es un conjunto de cosas que nos pasan. Un compendio de experiencias que nos pueden conducir al éxito o al fracaso. Porque no se trata sólo de las circunstancias que se producen en nuestro entorno y que no podemos controlar, sino la actitud que tomamos frente a ellas. Pareciera que de esta manera el poder que podemos ejercer sobre toda esa sucesión de hechos es muy pobre, que no lo controlamos, sin embargo la forma en que controlemos (al menos intentando acomodarnos a los cambios e impactos que producen) puede ser extremadamente grande, porque las personas pueden elegir en gran parte su destino en cada instante de su vida.
Esta elección en realidad no es independiente de su condición social y económica, porque es evidente que el entorno de pobreza en el que han nacido al menos dos mil quinientos millones de personas en todo el planeta, no les da ningún tipo de control sobre su destino presente o futuro. Lo que decimos hoy, es que en circunstancias normales sin los extremos de la desigualdad y la miseria, las personas se enfrentan a las cosas con comportamientos más o menos parecidos y haciendo elecciones en base a parámetros decisorios también similares. Porque es la sociedad la que nos va marcando, bastante más de lo que nos gustaría admitir, lo que somos y lo que queremos ser.
Pero si bien a pesar de la vorágine en la que vivimos actualmente, la tecnología cada vez más innovadora parece facilitarnos las cosas, en realidad también está marcándonos nuestros propios límites. Las decisiones estarán condicionadas por la percepción que tengamos de esos hechos y al mismo tiempo la actitud que tomemos para adaptarnos, neutralizarlos, modificarlos o evitarlos.
La vida está llena de decisiones, aunque podemos modificar nuestra percepción de las cosas que nos pasan. El filósofo y emperador romano Marco Aurelio decía “si te sientes dolido por las cosas externas, no son éstas las que te molestan, sino tu propio juicio acerca de ellas. Y está en tu poder cambiar este juicio ahora mismo”. Sin mencionar la palabra actitud, se refería a ella. Porque ésta va a influir mucho más de lo que imaginamos en cómo van a afectarnos los acontecimientos que sucedan.
En una escena muy aleccionadora, Erin Brockovich llega a su casa después de una jornada en las que las cosas no le habían salido muy bien, no tenía comida para sus hijos y con los pocos dólares de que disponía se los lleva a un Burger y pide para los niños pero no para ella. Ante la pregunta de su hijo mayor de por qué no comía, responde que ya había comido algo para celebrar la victoria de un juicio (lo que le dice al niño) que en realidad había perdido. Pero su actitud fue valiente ante los hijos aunque sí tenía hambre, ya que la siguiente secuencia se la ve en la cocina de su casa comiendo de un frasco de comida para bebés. Brockovich dispone sólo del arma del coraje frente a su familia en las circunstancias que estaba viviendo.
Vamos a suponer un caso en el que el paciente le dice al terapeuta
- ¿Por qué tengo esa sensación de estar derrotado…acabado?
Y entonces el psicólogo responde
- Si crees que estás derrotado…lo estás. Si crees que no podrás asumir la nueva responsabilidad…finalmente no podrás. Todo está en tu mente, de manera tal que si tu sentimiento es que eres menos o que no puedes, en realidad tu forma de actuar y la actitud que asumas lo confirmará. Será la prueba de un fracaso anunciado. No es que fueras menos importante o que no podías, sino el grado de convencimiento (tu creencia interior) que te ha llevado a una actitud negativa, lo que conduce a la ira, el enojo, el renunciamiento y desde ya que al fracaso.
- ¿Qué es lo que debo hacer entonces?
- Tienes que enfrentar la vida de otra manera. Si la batalla que libras, aunque estés en inferioridad de condiciones, crees que no la puedes ganar, entonces tendrás todas las papeletas para perderla, ni siquiera vas a tener una mínima oportunidad de ganarla. Es importante prepararte para la lucha, hacerla que forme parte de ti, internalizar esas emociones negativas para transformarlas, que se incorporen a tus principios y valores, devolviendo a tu mente y espíritu un carácter invencible.
El espíritu invencible de Erin Brockovich, traducido siempre en una actitud positiva y ganadora, le ha llevado en la vida real a seguir trabajando en grandes demandas contra problemas ambientales y actualmente es presidenta de Brockovich Investigation & Consulting.