En nuestra foto de hoy a la izquierda, la auténtica Dian Fossey y a la derecha, la actriz estadounidense Sigourney Weaver que da vida a la científica americana en “Gorillas in the mist” (Gorilas en la niebla) (1988) de Michael Apted. Una historia real de liderazgo científico. Siempre hemos considerado a este tipo de liderazgo como el que mejores consecuencias tiene en la sociedad. Pero es que además, es un ejemplo sobre el que debemos “beber” para establecer cuáles son los “carriles” que debe transitar el liderazgo efectivo, tanto en las organizaciones como en la política, lo que implica la sociedad en su conjunto por las consecuencias que tiene en los ciudadanos que también son consumidores, empleados, autónomos, etc.
“Llama la atención lo tranquilos que están”, es la observación que pasó a la historia de los naturalistas de parte de la primatóloga, etóloga y antropóloga norteamericana Dian Fossey (1932-1985), científica que junto a George Schaller, fue la primera mujer que estudió a los gorilas de montaña en su propio hábitat. Demostró que, al contrario de lo que se creía sobre estos animales, sólo son violentos si se sienten amenazados.
Diane Fossey llega a África para confeccionar un censo sobre esta especie que ya estaba por entonces en peligro de extinción. En la actualidad se siguen haciendo grandes esfuerzos para que este proceso de extinción se detenga. Es lo menos que le deben a una líder científica que entregó su vida por una causa, demostrando hasta el final la utilidad que tuvieron tanto sus investigaciones, como su lucha por evitar los cazadores furtivos. Ejerció un liderazgo fuerte, al mismo tiempo que extremadamente sensible. Su empatía estaba entregada a todos los aborígenes del lugar, pero especialmente con estos primates únicos por su tamaño e inteligencia.
El liderazgo fuerte es un valor que trasciende épocas y fronteras. Con frecuencia, escuchamos que la única constante en los negocios y en la vida es el cambio. Sí lo es, más hoy día en que estamos “atrapados” por las implicaciones que las NT’s tienen en la estructura de las organizaciones y en cómo deben ser dirigidas. Pero dando una vuelta de tuerca más a la cuestión de cómo influye el cambio en general, el tecnológico en particular, no debemos olvidar que existe otra constante tan o más importante que el cambio: el liderazgo. Éste es una estructura que al igual que el tejido que abriga al cuerpo humano, es ese gran intangible que “viste” todo el proceso de dirección, desde la organización y planificación, pasando por la asignación de recursos, la coordinación y el control. Todas estas áreas, no podrían funcionar mínimamente bien si no existiese un liderazgo fuerte y efectivo.
Para empezar a comprender el alcance que el liderazgo tiene en la sociedad, pensemos por ejemplo, en cómo se explican y aplican de parte de un gobierno las medidas de política social y económica. Afecta negocios, organizaciones y la vida de las personas. Por más que no se dijera con la rotundidad que debió haberse dicho, el liderazgo siempre ha importado y tenido especial influencia en las acciones de los hombres y mujeres a lo largo de la historia. Basta sólo pensar, en que todos los grandes logros en cualquier época, fueran batallas, guerras, éxitos políticos, científicos o empresariales, el núcleo de por qué se triunfaba hay que buscarlo en un liderazgo fuerte.
La solidez del liderazgo es el que mantiene unidas a las personas (también ciudadanos de una nación) que creen en sus líderes; cuando las cosas se ponen difíciles, sea en una empresa o en un país, también el liderazgo es esencial para mantener la esperanza en que el mal momento se va a superar. Pero ninguna persona o ciudadano puede creer en que sí se saldrá adelante, si no percibe de sus líderes naturales esa confianza y convicción que se manifiesta en actitudes y palabras que al menos alivian la pesada carga del momento.
El buen liderazgo siempre ha sido y seguirá siendo esperanzador. Incluso, cuando en organizaciones punteras todo marcha viento en popa, la gente quiere pensar que el futuro de su carrera profesional está en el buen camino y asume el máximo compromiso con la organización, lo que implica entrega sin limitaciones a su trabajo y responsabilidades. Pero esta entrega tiene un responsable: un liderazgo fuerte que implica a la gente porque creen en el líder.
Se ha visto durante la larga Crisis Financiera Internacional que arrancara en 2008-2009, que muchas organizaciones exigían más horas y también un exceso de responsabilidad a los que quedaban en plantilla después de los ajustes de personal que se produjeron y que afectaron a todos los sectores de la economía. Obviamente ha habido mucho abuso de parte de empresas y directivos, pero la cuestión es que muchas organizaciones explicaron la gravedad de la situación, cómo iban a repartirse el trabajo los que quedasen en activo, lo que exigía también creer en esos líderes que tenían que pilotar las empresas en aguas revueltas. O sea, que estos líderes que finalmente sacaron adelante a sus respectivas organizaciones, generaron confianza y especialmente esperanza.
La gente necesita esperanza, casi tanto como el aire. Sin esperanza el esfuerzo se detiene, se pierde la motivación y el crecimiento se para. Así de claro. En una sociedad, pasa tres cuartos de lo mismo, si no basta ver a nivel europeo la crisis no resuelta aún de los refugiados sirios, que ya hemos comentado en “Refugiados sirios y crisis de liderazgo europeo” en http://www.een.edu/blog/refugiados-sirios-y-crisis-de-liderazgo-europeo.html
Cuando una organización atraviesa una crisis, su gente busca proximidad con su líder y éste no puede rehusarla porque automáticamente surgirá la desconfianza y la falta de credibilidad en los objetivos que persiguen. Porque el personal, los miembros de un equipo, tienen una conducta humana, lo que implica hacer o pretender emular lo que su líder (líderes) hagan. Cuando el liderazgo es fuerte se irradia esa confianza y se alimenta aquella esperanza. Se neutraliza el miedo, se enfrentan los obstáculos y se acepta el cambio adaptándose a éste.
¿De dónde sale el liderazgo fuerte?
Los líderes auténticos se conducen de una manera muy especial en la vida y también lo hacen en la manera que ayudan a conducirse a los demás, desde la fuerza de su convicción, soportados por los valores y principios que están en su más profundo “yo” (su interior). La convicción absoluta de Fossey de que debía persistir en sus investigaciones y cuidados si quería que la especie del gorila de montaña sobreviviese.
Esta actitud frente a la vida, hace que el líder muestre sin tapujos los sentimientos, los exprese, sea empático, sensible, preocupado por cada persona de su equipo en cuanto a las propias inquietudes personales y de su trabajo, etc. La gestión de sus emociones de manera inteligente (inteligencia emocional), facilita la proximidad con su gente y de ésta con el líder, que no teme en acercarse, consultar e incluso discutir y/o debatir con esa persona que por más poder que posea, ha abierto las puertas a la cercanía personal, tantas veces vedadas en las organizaciones jerárquicas.
Es por eso que el liderazgo que importa, requiere una aguda conciencia de las personas. Todo el mundo, en principio, puede ser un gestor, dirigir un grupo humano si tiene la experiencia y capacidades necesarias. Pero el auténtico liderazgo significa que dirige, conduce y orienta a cada individuo como si fuera el único del equipo, también al equipo en su conjunto y su encaje con la organización.
Las personas más peligrosas en una empresa u organización son aquellas que por su posición de liderazgo y poder que ejercen en una organización, se niegan a salirse del camino trazado, temen al cambio y la adversidad, pero peor aún, no saben conducir (a veces se niegan a hacerlo) a su gente, porque se preocupan más por el trabajo diario, no levantan la mirada para ver más allá de un día, porque lo único que les interesa es que se haga ese trabajo, que la gente cumpla, no importándoles ni interesándose por el estado de ánimo y menos de opinión de las personas. La aparente fortaleza de este poder es un liderazgo de “barro” que no puede sostenerse el día de mañana.
Se parapetan detrás de un título o cuentan con la protección de “un padrino”, sin siquiera imaginar que de su forma de liderar pueden marcar la diferencia en la vida de su gente. Esto es lo que Fossey se ocupó de transmitir, porque también se trataba de la diferencia entre la vida y muerte de una especie que puebla este planeta.
Liderar se trata de hacer una diferencia para las personas que forman parte de la organización. Cuando el líder no está a la altura o falla, su gente suele fallar también. En la sociedad, cuando cierta medida política ha tenido una gran contestación social porque se considera injusta, es ahí dónde el líder político tiene que demostrar “cintura” y ajustar, corregir o sencillamente rectificar.
El liderazgo importa porque las personas (ciudadanos) importan. Siempre ha sido así y siempre que haya gente que conducir (liderar), surgirá algún líder “entre la multitud” que señale el camino y abra la ventana a la esperanza.
Llegados a este punto, vamos a considerar una de las “21 leyes irrefutables del liderazgo” de John Maxwell, uno de los más reconocidos expertos mundiales en liderazgo, que justamente es la 21º, que llama “La ley del legado” y explica que el valor perdurable de un líder se mide por su sucesión. La fuerza del liderazgo está en la herencia que se deja. La impronta que ha marcado en la gente y la cultura de una organización.
El principio es simple, porque sostiene que se crea un legado sólo cuando un líder pone a la organización en la posición de hacer grandes cosas sin él. Nos parece atinada su reflexión de que “Ud. no será juzgado por lo que logró personalmente, o por lo que hizo cuando estaba al mando. Será Juzgado, por lo bien que se desempeñe la organización y su personal una vez que ya no esté”.
Esto es lo que Maxwell sentencia de que la única medición es entonces la herencia que se deja en la organización. Es la medida del éxito de un proceso de liderazgo que no acaba porque su líder se haya retirado.También no menos impactante es su reflexión sobre que “todo crece o cae en las organizaciones y en la vida, en general, por el liderazgo”.
Coincidimos con su visión de manera absoluta, que a su vez la centra en cuatro axiomas que son demoledores, desde el punto de vista de la teoría de las organizaciones y de todas las corrientes doctrinarias del liderazgo:
1º) El personal determina el potencial de la organización.
2) Las relaciones determinan la moral de la organización.
3º) La visión determina la dirección de la organización.
4) El liderazgo determina el éxito de la organización.
Después de la muerte de Dian Fossey, el Fossey’s Digit Fund en Estados Unidos fue rebautizado como “Dian Fossey Gorilla Fund International” que gestiona el centro de investigación Karisoke y continúa la vigilancia diaria de los gorilas y la protección que ella comenzó.
Shirley McGreal, amigo de Fossey, sigue trabajando para la protección de los primates a través de la obra de su “Liga Internacional de Protección de Primates” (IPPL), una de las pocas organizaciones de la fauna que de acuerdo a Fossey, promueve efectivamente la "conservación activa".
El liderazgo fuerte de Fossey debería ser ejemplo inspirador de políticos en todas las latitudes, que no pueden –a veces no quieren- responder ante las necesidades que las sociedades modernas requieren.
Finalmente, una cuestión que surge clara en el “stong Leadership” que tratamos hoy: la fuerza del liderazgo no se sustenta en el ejercicio del poder ilimitado, sino en la sensibilidad que el líder muestra a su personal en la organización (ciudadanos en un estado) que le otorgan –por derecho y no de facto- todos sus seguidores por la aprobación de lo que hace, cómo lo hace y para quiénes lo hace.
El legado científico de Dian Fossey perfectamente se acopla a la filosofía que sostiene John Maxwell, señalando que “El liderazgo determina el éxito de la organización”. Dian Fossey ejerció un “strong leaderhip” por su fuerza de espíritu y entrega, pero especialmente la influencia que tuvo en su tiempo para parar la matanza ilegal de gorilas. El eco de su voz aún resuena en los gobiernos de los países implicados en África Central, para que tomaran las medidas para evitar los cazadores furtivos, cuidar su ambiente natural único de montaña y formar a nuevas generaciones de científicos, también de políticos, de que si no cuidamos las bellezas espectaculares que la naturaleza nos brinda, no puede decirse que nuestra civilización esté haciendo una buena gestión de los recursos con los que cuenta.
Y esto tiene una sola palabra: liderazgo.
Toda nuestra gratitud y homenaje a la obra de Dian Fossey y a su persona, que nos ha enseñado cómo debe ejercerse un liderazgo fuerte que ha trascendido el tiempo que le tocó vivir.
José Luis Zunni es Director Edición Online ECOFIN. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014. Coordinador académico de la Red e Latam. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN. Analista de la realidad actual y especialmente en los aspectos económicos, políticos y sociales, Experto en Management y formador de directivos y profesionales en las técnicas de liderazgo.
Ximo Salas, Co-autor del libro “Mejora y gana” (Manual de Marca personal para la búsqueda de empleo). Fundador de Crea Community (Social Media and Human Resources Company). Consultor, confrerenciante y formador. Miembro de la Junta Directiva de Governance2014.
Javier Espina Hellín, miembro de ECOFIN Business School Group y de la Junta Directiva de Governance2014.