Más bellos, más inteligentes, más fuertes…Así imagina ASAP Science al ser humano dentro de 1.000 años. Ray Kurzweil, director de Ingeniería en Google, avanza que ya en la década de 2030 los nanobots podrán implantarse en nuestros cerebros para conectarse a la nube. ¿Pero cuáles serán los peligros a los que se enfrente nuestra raza derivados de esta evolución?
ASAP Science ha publicado un vídeo en su canal de YouTube, patrocinado por National Geographic, en el que trata de imaginar cómo serán los humanos dentro de 1.000 años. Algunas características serán fruto de la selección natural, otras el resultado de avances científicos. “Ya no estaremos limitados por nuestra propia fisiología, sino que verdaderamente nos convertiremos en una mezcla de biología y la máquina en nuestro interior”.
Éste es un retrato aproximado del ser humano del futuro:
Cambios físicos (se extenderán los que supongan una ventaja evolutiva):
Nuevas habilidades:
Los nanobots nos convertirán en seres más parecidos a Dios. Así de contundente se ha mostrado Ray Kurzweil, director de Ingeniería en Google, que asegura que en 2030 podremos conectar nuestros cerebros a la nube. ¿Qué supondrá esta evolución?
Sin duda alguna, hay que tener muy presentes las posibles consecuencias de esta evolución. Algunos científicos creen que será difícil que se apruebe fácilmente la inyección de nanobots en el cerebro. Otros han pedido controles más estrictos en el uso creciente de la Inteligencia Artificial, que consideran tan peligrosa como las armas nucleares.
Por otro lado, la falta de diversidad genética podría dar lugar a una única enfermedad con capacidad para eliminar a toda la raza humana (presumiblemente porque todos tenemos las mismas vulnerabilidades). La manera de contrarrestarlo sería lograr la inmortalidad digital mediante el escaneo de nuestro cerebro átomo por átomo.