El duopolio televisivo español, Mediaset y Atresmedia, se forra a ganar dinero por decisiones políticas y el pasado viernes el Gobierno los premió con tres canales nuevos de TDT. RTVE está hundida de audiencias y anegada de números rojos. Las televisiones autonómicas son una ruina de escándalo y crecen las opiniones que piden su cierre. Las nuevas TDT han sido fuente de sensibles pérdidas para varios de los actores supuestamente beneficiados con concesiones en anteriores repartos. Y en este panorama altamente convulso, Netflix aterriza en España, Portugal e Italia el martes 20 de octubre con cerca de 70 millones de suscriptores de pago, marcando la pauta de una tv del futuro profundamente disruptiva. Vienen curvas peligrosas.
“La televisión que conocemos desaparecerá como entretenimiento principal de los hogares, pero se trata de un proceso de décadas”, advierte el CEO de Netflix, Reed Hastings en una entrevista concedida a “El País”. “La televisión por Internet está sustituyendo a la televisión lineal como el teléfono móvil sustituyó al fijo. Estamos en los comienzos”.
La historia de Netflix es un interesante caso de estudio. La compañía se creó en 1997 como un servicio de videoclub a domicilio gestionado a través de una página web donde los usuarios podían realizar sus pedidos de películas en DVD. Las acciones de Netflix fluctuaron entre los 4 y 5 dólares por título hasta el año 2009. Su máximo histórico lo marcó en agosto pasado en 126 dólares. La firma pretende llegar a unos 200 países antes del 31 de diciembre de 2016. Los expertos de FactSet estiman que la firma conseguirá un beneficio neto de 530 millones de dólares en el 2017, frente a los 89 millones estimados para este ejercicio. Las televisiones tradicionales tienen un competidor formidable.
Justo el viernes anterior a la irrupción de Netflix, el Gobierno adjudicó tres canales de televisión digital terrestre (TDT) a Atresmedia y Mediaset. Más de la mitad de la oferta de TDT estará gestionada por dos consorcios: Mediaset, que explotará siete señales y Atresmedia, que gestionará seis. Un canal de cada uno de estos grupos será en alta definición. Estos dos gigantes televisivos acaparan casi el 90% de la publicidad televisiva, gracias a que el gobierno de Zapatero obligó a Radio Televisión Española a prescindir de la publicidad. El Grupo Prisa ha denunciado ante la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia el acuerdo del Consejo de Ministros que concede las licencias de televisión. Prisa anunció que también recurrirá ante el Tribunal Supremo y la Comisión Europea.
Cabalgar en el negocio de la televisión en España es un ejercicio arriesgado. Mientras que Atresmedia y Mediaset reportaron en julio pasado beneficios que superaron los 150 millones de euros en conjunto, algunos de los nuevos canales de TDT están resultando una ruina. 13TV, la cadena de la Conferencia Episcopal, perdió el año pasado la friolera de 12,1 millones, acumulando en 3 años pérdidas superiores a los 34 millones. La emisora tiene un share del 2%. En el caso de Kiss FM, perdió 1,3 millones en el 2014.
Por su lado, el coste de las televisiones públicas parece un disparate. El último informe de UTECA, con datos de 2012, afirma que el coste de las teles públicas se elevó ese año hasta los 187 euros anuales a cada familia española. Mientras que las subvenciones públicas a estas cadenas crecían de 579 millones a 1.362 millones entre 2009 y 2011, los ingresos de publicidad en estos canales se desplomaron desde los 1.032 millones a los 661 millones. La Asociación de Economistas Liberales “El Club de los Viernes” ha pedido recientemente el fin de estos entes públicos, indicando que “España es uno de los países con mayor número de televisiones financiadas con impuestos”.
El caso de la televisión de pago es muy distinto. Recientemente, la plataforma Yomvi ha logrado superar el millón de usuarios y ha alcanzado los 3 millones de descargas semanales. Los abonados de Movistar+ tienen acceso a esta plataforma a través de cualquier dispositivo y en cualquier momento. Sus usuarios se han disparado en los últimos meses, impulsados por los casi 4 millones de horas de abonados con los que cuenta Movistar+, con una audiencia potencial de 11 millones de personas.
Si observamos las últimas tendencias mundiales de consumo televisivo, podemos ver que el consumo de televisión sigue siendo muy elevado. (Una media de 4 horas y 30 minutos en EEUU). Pero en ese país y en el Reino Unido está cayendo el consumo televisivo. Esta tendencia es muy acusada en el segmento de espectadores entre 15 y 24 años. Los contenidos televisivos se están consumiendo en otras pantallas diferentes al televisor: ordenadores, móviles, tabletas, etc. La televisión de pago resiste a pesar de los envites de Netflix y estas cadenas están contraatacando produciendo contenidos propios, según datos del último informe Eurodata TV Worldwide.
En algún país como en Canadá la facturación publicitaria digital ha sobrepasado el año pasado a la facturación de las televisiones.
En el ámbito hispano hay una batalla entre grupos para hacerse con una posición dominante en el área del español. En esta pugna destacan TV Azteca y Televisa.