El posicionamiento de los medios de comunicación más influyentes del mundo sobre la crisis griega nos ofrece claves esclarecedoras sobre el juego de intereses oculto. Por un lado, vemos cómo se acentúa un periodismo cada vez más parcial, acrítico, de trinchera, que sirve a grupos de presión muy eficaces. Pero también se puede observar una creciente oleada de críticas contra el Gobierno griego tras el “no” del referéndum, alineándose cada vez más con los postulados ortodoxos de la “Troika”.
El diario británico “Financial Times” y su otro “brazo armado”, “The Economist”, (el Grupo Pearson, propietario del diario rosa, posee también el 50% del semanario), son ahora los medios de referencia global más influyentes. El diario tiene identificados a unos 3 millones de personas que deciden casi todo lo más importante que ocurre en la geoeconomía mundial. El advenimiento digital ha potenciado extraordinariamente la capacidad de estos dos medios para influir en la información globalizada. Ambos se muestran marcadamente críticos contra el Gobierno griego de Syriza y con la situación creada tras el “no” del referéndum. “No, ¿para qué?”, titula “The Economist”. No se sabe a qué han votado “no” los griegos, en una maniobra política que tacha de desastrosa, “una victoria vacía” para el líder griego, dice “The Economist”. “Un referéndum absurdo”, remacha. El semanario se atreve a pronosticar que el Gobierno griego pronto empezará a pagar sus cuentas con pagarés que, con el tiempo, se convertirán en una moneda paralela. “La incompetencia del señor Tsipras es solo su propia culpa”.
El diario británico, por su parte, no deja de criticar también la lentitud y la incapacidad de Bruselas para manejar la situación. Como se demuestra a lo largo de la trayectoria del prestigioso rotativo, los intereses de la City de Londres, profundamente contrarios al euro, marcan la línea editorial de fondo de este diario. La City de Londres es uno de los principales centros financieros del mundo, que los británicos han sabido mantener por ahora en una posición muy por encima de la que le corresponde en el reparto de las finanzas globalizadas. Defiende con uñas y dientes sus prerrogativas, que tal vez constituyen el último bastión del añorado imperio británico. No es casualidad que la City se haya beneficiado grandemente de la salida de capitales griegos. Los armadores griegos, la segunda industria del país después del turismo, han sacado en masa su dinero de Grecia para llevarlo a Londres. La mayor parte de las empresas marítimas griegas tienen oficinas en la capital británica. Los armadores no quieren oír hablar de pagar impuestos en Grecia y están preparados para dejar su país de origen si la crisis se profundiza. De hecho, la salida de Grecia de la zona euro podría ser muy positiva para la industria marítima griega: los ingresos son en dólares y los costes salariales locales serán en dracmas devaluados.
Toda la oligarquía helena ha sacado en masa su dinero del país. Muchos especuladores griegos se están haciendo ricos con los monumentales vaivenes de la Bolsa de Atenas. Mientras la oligarquía hace su agosto con la crisis, el pueblo griego atraviesa un calvario interminable. Las poderosas familias helenas son en gran medida responsables del clientelismo y de la corrupción que se enseñorean de una economía griega muy lejos de la competitividad.
Para “The Wall Street Journal”, la posibilidad de una salida de Grecia de la zona euro es cada vez más probable, e incluso puede llegar a ser aconsejable. El riesgo de contagio a otros países de la zona euro es menor de lo que parece, dice el influyente diario económico norteamericano. Cita a Jonathan Loynes, economista de la consultora británica Capital Economics: “habrá sin duda presiones políticas de países como España para cortar el paso a las exigencias griegas”.
Las reacciones en Alemania están entre las más duras publicadas en el mundo, a tenor de una opinión pública que clama por expulsar a Grecia del euro. El “Frankfurter” fulmina directamente a Tsipras, al que hace principal responsable del actual desastre. En todo el Este de Europa, el clamor contra el Gobierno griego es unánime. “Los eslovacos no perderán un solo euro más a causa de los griegos”, ha dicho el primer ministro eslovaco, mientras que su homólogo finlandés afirma que “el Gobierno griego, en vez de decir la verdad a su pueblo, le ha empujado a votar contra las reformas necesarias”. Todavía más severos se muestran los responsables polacos y la prensa del país. “Los griegos han dicho “no” a la ayuda europea y, por tanto, han dicho “no” también a la zona euro”, ha dicho el primer ministro polaco.
Es curioso observar que en el asunto de la crisis griega se han dado la mano los partidos de ultraderecha europeos, empezando por el poderoso partido francés de Le Pen, con los nacionalistas antieuropeos y con la “coalición de ultraizquierda” que defiende a Syriza. Como diría Tony Judt, “algo va mal” cuando se dan la mano la ultraderecha y la izquierda radical.