Cuando un político que está en activo, ostentando un cargo, tiene una declaración desafortunada, está a tiempo de pedir disculpas y enmendar el daño, de ser posible. A veces con una explicación sincera y solicitar perdón basta. Pero cuando el que es un político recién estrenado en su cargo de concejal como Guillermo Zapata –que mantiene su acta de dicho cargo-, sus mensajes en Twitter de hace cuatro años como el de la ofensa al pueblo judío, no puede estar un minuto más en ningún puesto público. Porque no es un desliz, sino forma parte de su pensamiento por más que hoy día lo desmienta.
¡Cómo puede una persona que se supone responsable para un puesto de responsabilidad pública, haber escrito estos tweets disparatados! ¡Ni en broma pueda una persona con un mínimo de ética y moral, decir las barbaridades que dijo en contra del holocausto. Ya no es sólo cuestión de principios, sino de incompetencia y de no tener un mínimo de sensibilidad no sólo por las víctimas judías, sino por todo tipo de víctima.
Ahora bien, para que lo entienda este concejal que no renuncia a su acta, que sepa, que justamente el origen de las barbaridades que cometió el nazismo en la Alemania de entre guerras, fue el uso desmedido de la palabra, las amenazas, sembrar el odio religioso y racial y creer que sólo una clase determinada como la raza aria, tenía que ser la depositaria de los derechos (su uso y abuso).
Un un país que había entrado a configurar lo que más tarde confirmaría el Juicio de Nuremberg, que las instituciones que en Alemania tenían que legislar y aplicar la ley, en los hechos se habían convertido en una auténtica burla de la Justicia. Pero todo comenzó con la palabra, alimentada por frustración y odio, creyendo el pueblo alemán que venía de sufrir la humillación del Tratado de Versalles, que toda forma de demostrar fuerza era un síntoma de que esta nación aún estaba en pie. Y entonces la palabra pasaba a la acción, pero la violencia ejercida era siempre anterior a todos los actos violentos, porque estaba enraizada en la palabra.
Y este origen, sumado a las penurias económicas de los alemanes, llevó al poder al más loco y temerario dictador de los últimos 1.000 años de la historia de nuestra civilización, justamente la misma cantidad de años que el Tercer Reich pretendía gobernar el mundo.
Y desde esta auténtica locura, se empezó a hacer una limpieza étnica sobre el pueblo judío, así como otras etnias, caso de los gitanos, también de personas disminuidas física o mentalmente, teniendo que ser todos ellos eliminados de alguna manera.
Cuando alguien esgrimiendo “el humor negro” como el concejal Zapata, dice lo que dijo sobre los judíos, desde ya que no es digno de formar parte de ningún gobierno ni tener cargo alguno remunerado por fondos públicos. Pero aún más: debería ser condenado y a pagar costas por los agravios e insultos inadmisibles contra una de las más terribles violaciones de los derechos humanos, como ha sido el genocidio que los nazis practicaron contra el pueblo judío, que convirtieron la Europa en una auténtica persecución y denuncia constante, lo que terminaba en la deportación de judíos desde los países invadidos a los diferentes campos de concentración, que en realidad eran de exterminio.
Sr. Zapata, no tiene perdón por haber practicado según Ud. humor negro con algo tan sagrado como es el holocausto. La única forma de que se le pudiese perdonar, es que a partir de ahora haga algo público y notorio a favor de las víctimas de todo tipo de violencia, incluyendo el terrorismo. Ha habido poetas y escritores que en otras épocas expiaron sus pecados entregándose en cuerpo y alma a una orden religiosa. No creo que sea su caso, pero al menos, entréguese a su personal purga de este sacrilegio que ha cometido, haga declaraciones, escriba un libro y deje claro para que lo entienda todo el mundo, que la libertad de expresión tiene un límite. Que no es una contradicción que por un lado se diga que todo puede ser expresado y que por otra parte, haya personas como es mi caso, que sostenemos por principios, que existen líneas rojas que no se pueden pasar, ni siquiera en aras de dicha libertad que las personas tenemos para expresarnos.
Yo no le condeno de por vida, pero tendrá que hacer mucho esfuerzo para reparar la ofensa causada a la memoria de los que murieron en los campos de exterminio nazi y los que aún quedan vivos y merecen el máximo respeto por haber sido testigos de lo que el ser humano es capaz de hacer.
Pero el principal consejo que le doy a Ud. Sr. Zapata, es que diga a sus correligionarios que también han hecho abuso de Twitter (el suyo es el más sonado dada la gravedad de las ofensas), que el camino para llevar a cabo una administración de la cosa pública razonable y justa, es la medida en el uso de la palabra, así como el respeto a la historia y el reconocimiento a las víctimas de todo signo. La violencia no se origina en la espada, sino en la palabra que provoca que ésta se use contra otro ser humano.