Hace pocos días, un colega y amigo me comentaba algo que despertó mi interés de análisis sobre lo original de su planteamiento: “cualquier persona que haya abrazado el éxito, independientemente de su poder y riqueza, cada mañana despierta con miedo”. La pregunta que le formulé entonces fue: “¿a qué crees que se debe este sentimiento?”.
Y dijo entonces:
- Aclaremos una cosa: cuando una persona en su actividad profesional llega a admitir que tiene miedo, por ejemplo a un cambio que se está produciendo en su organización, está perdido, sencillamente porque es una emoción humana que se considera habita en el espíritu de los perdedores. Pero en realidad…¡ todos los líderes tienen miedo!
Seguimos reflexionando –más yo que él- y no he parado durante días de darle vuelta en mi cabeza, por qué aflora el miedo en personas de éxito y cómo lo combaten o si cabe, cómo se equivocan en combatirlo creyendo que hacen lo correcto. ¿Están acertando los líderes de los partidos convencionales en cómo se están enfrentando a los resultados del 24M? ¿O su forma de actuar responde más a un auténtico pánico escénico?
Vamos a explicarlo: el miedo es un sentimiento muy fuerte…también tremendamente incómodo. Nos abre la puerta a la inseguridad en las acciones que tenemos que implementar, porque incluso empezamos a ver fantasmas dónde no los hay. Que viene “el comunismo” o nos van a implementar en Europa el primer “sistema político bolivariano”. Declaraciones altisonantes, que sólo tiene esto: porque están vacías de contenido.
Además el miedo a los pactos nos deja otra “perla”, como decir que si se juntan más de dos, para desbancar al PP de una comunidad autónoma o un ayuntamiento, esto es antidemocrático. ¿Pero no es que la política de acuerdos está perfectamente estipulada en los mecanismos constitucionales que nos gobiernan? ¿No es lo que se ha venido haciendo desde hace 37 años?
Claro…lo que ocurre es que depende quiénes sean los que están en el “tablero de mando” para hacer los pactos: si dos o cuatro, menuda diferencia.
Pero también están aquellos líderes (en general) que afirman no tener miedo al fracaso…lo que cuesta creer, porque si las emociones son en esencia un desbordamiento de lo racional que no podemos controlar, aunque hoy día se habla de hacer una buena gestión de los componentes emocionales, el miedo es probablemente una de las que tiene más contenido irracional.
Y la irracionalidad acerca de ciertos temores, produce a su vez una espiral de incertidumbre alimentada en las dudas sobre qué hacer, cómo hacerlo y cuándo. Característica que está aflorando en toda esta maraña de declaraciones, encuentros y desencuentros, para ver si por fin se llega a la gobernabilidad necesaria.
Nuevamente entre “idas y venidas” en nuestra conversación, me hizo la siguiente composición de lugar:
- La gente de éxito con algunos fracasos a su espalda, tienen la obsesión de no haber hecho determinada cosa que si la hubiesen llevado a cabo, a lo mejor, se habría conseguido un buen resultado. Es lo que podemos denominar “ese llamado” (la voz de la consciencia), que independientemente del miedo que se siente porque no se tienen todas las cartas a favor, lo que nos dice nuestro interior es que es preferible actuar antes que nos aflore el arrepentimiento por no haber hecho nada.
- O sea…si no hago esto…podré arrepentirme el resto de mi vida. Y cuando surge esta voz, hay que hacerle caso.
- Así de simple.
Lo que se está produciendo estos días, como consecuencia de los resultados electorales del 24M nos lleva a formularnos más preguntas: ¿Qué es lo que observamos en cuanto al miedo en los diferentes políticos y agrupaciones contrincantes? Que se cumple lo que mi amigo sostenía para los líderes exitosos en general y su recurrente sensación de miedo cada mañana.
Durante las dos semanas transcurridas desde las autonómicas y municipales, cada día hemos visto dos situaciones claras: los partidos convencionales, con la preocupación de la pérdida de su cuota de poder en el arco político nacional; los emergentes, con la preocupación de cómo gestionan los acuerdos y las exigencias para ir o no ir con unos o con los otros. En todo caso, lo que sí es claro, es que hay miedo: los dos grandes partidos porque ven que pierden poder, mientras que los nuevos, si la respuesta que van a dar a sus electores es la que éstos quieren, para que de verdad se produzca un cambio de ciclo histórico en la política española.
Ahora bien, para el partido aún en el gobierno, lo que se ha demostrado desde el 24M es que ha sido tan fuerte “el veredicto” de las urnas –del cual aún no se ha repuesto- que está acelerando declaraciones y acciones que únicamente pueden decirse o hacerse cuando se tiene miedo real a perder el poder. Pero recordemos lo dicho más arriba: justamente es en estos momentos en los que la irracionalidad puede “nublarnos la vista” y focalizar en cosas en las que no debemos detenernos siquiera a pensar, caso de que los telediarios no capten más imágenes de detenidos, lo que es una clara vulneración del derecho a la información, o también, que desde Moncloa hayan existido presiones al grupo Mediaset propietario de Telecinco y la cadena Cuatro, porque se considera que están “machacando” de manera constante con el tema de la corrupción, ese “martilleo” que confesó el presidente Rajoy que les había hecho mucho daño.
Pero aquí una vez más, el miedo puede jugar una mala pasada, porque hemos visto durante todos estos días a tertulianos, que como consecuencia de estas declaraciones, han hecho una crítica más dura al gobierno, como queriendo significar “¿qué quiere Ud. Sr. Rajoy…que dejemos de hablar de corrupción?”.
Pero quiero dejar claro una cosa a mis lectoras/es: estoy convencido que el presidente Rajoy no es un líder que de señales de tener miedo. Es más, sorprende la templanza con la que se viene enfrentando a todos y todo estos días. Pero la procesión va por dentro y sabe que está en una situación muy comprometida.
Si la percepción que sus votantes tuviesen es que realmente está en estado de shock o pánico, le sería tremendamente contraproducente. Lo que percibo de él, es que incluso ha elevado el tono de la crítica con un estilo que no es el habitual en Rajoy. Mi consejo…Sr. presidente…es que trabaje prescindiendo de ese miedo que parece que todo va a estallar y volar por los aires, pero en realidad no va a ocurrir nada.
España es un gran país, con una ciudadanía muy informada, con nuevas generaciones de españoles muy ilustrados, con empresarios y emprendedores que están colocando sus productos y/o servicios en el mundo, a pesar de toda la crisis y algunas malas políticas para abordarla.
Pero hay un cambio de tendencia evidente, y será el miedo del ciudadano a que no caigamos otra vez en una situación de recesión, el que torcerá el fiel de la balanza hacia “la tierra conocida” y no la “tierra de nadie”. Ud. aún cuenta con una base electoral muy grande, tendrá que esmerarse a fondo de aquí a las generales y convierta el miedo inevitable que tienen que tener sus círculos más próximos de colaboradores, en oportunidad de cambio, ¡pero que se vea!
Ud. se resiste demasiado al cambio y esto también es un síntoma de miedo, del cual le afirmo que estoy convencido de que Ud. no es un hombre que sea fácil meterle temor en el cuerpo.
Finalmente, cuando habla el miedo en un pueblo, las consecuencias nunca son buenas. Convierta el miedo de la gente en seguridad, Ud. sabe cómo hacerlo, y le aseguro que seguirá siendo un líder con opciones porque existe una base electoral muy amplia.
Persista en remarcar el miedo de los que vienen y entonces perderá las opciones que aún tiene.