Las personas felices en términos generales son más exitosas que aquellas que no lo son. ¿Se puede empezar ya mismo a intentarlo? ¡Pues claro que sí! A veces no nos damos cuentas de cosas que en realidad son obvias. Las tenemos delante y no las valoramos. La felicidad es una de ellas.
Es evidente que las personas felices sienten menos estrés. Pero una cosa importante en las relaciones interpersonales: a todo el mundo le encanta relacionarse con gente alegre, positiva, que transmite algo, aunque sea una charla informal mientras se toman un café. El optimismo se contagia cada vez que se canalicen las energías positivas para darle más fuerza a nuestras acciones. Existe un efecto viral tanto de las energías positivas como de las negativas. De ahí que la gente se “arrime” a personas que se sabe son alegres y desbordan felicidad.
Las personas felices saben disfrutar de la vida más que las personas que no están conformes, que siempre se están quejando de algo. ¿No le suena familiar esto en su lugar de trabajo?
Si Ud. piensa que la felicidad es una parte de su vida que la tiene vedada, estoy seguro que después de leer mi blog cambiará de opinión y seguirá estos consejos.
Algunas reglas para abrir el camino hacia la felicidad en el trabajo y en la vida
1º) Respetar a los demás y evitar los prejuicios y tópicos
La persona que por naturaleza es feliz, tiene la tendencia natural a hablar bien de las personas que le rodean, no alimentar las “usinas del rumor” ni hacer juicios de valor. Es más, les perturban aquellos comentarios negativos y prejuicios que otras personas hacen sobre algún miembro del equipo o de otras áreas de la empresa.
Esto se debe a que tienen una virtud fundamental: saben qué cosas son importantes y cuáles no, para priorizar preocupaciones y responsabilidades, sea en las tareas o en las relaciones personales. Son las primeras que alientan a un compañero o un amigo a que olvide determinada situación y le instan a seguir adelante indicándole que no tienen nada de que avergonzarse y que es el momento de ser firmes en el carácter.
En general, una persona feliz es menos proclive a derrumbarse ante un problema, no porque no le afecte, sino porque cuenta con más energía que el resto para afrontarlo.
Justamente la actitud de una persona feliz, se apoya en su capacidad para saber filtrar perfectamente la opinión que los demás tienen de ella. No se preocupa demasiado por lo que los demás piensan de ella, sino por lo que ella piensa sobre determinada cosa, acción, etc. Su juicio es el que le importa y no el de los demás.
Hay que aclarar, que no es que la persona feliz “pase” absolutamente de las opiniones de compañeros de equipo, jefes, etc. ¡No! Lo que sucede, es que tienen la virtud de saber interpretar cuando una información, opinión, rumor, etc. es dañino o formulado con mala intención, de aquellos comentarios que sí van a tener en cuenta porque tienen directa relación con sus trabajos y responsabilidades, sabiendo que ese comentario (consejo) es positivo, para su beneficio y el de su equipo.
En el ámbito personal, tres cuartos de lo mismo. El consejo de un padre, madre o hermano, saben mirarlo no como una crítica sin fundamento, sino por la preocupación que los seres más próximos tienen sobre determinadas conductas, acciones, etc. de un miembro de la familia. Cuánto más abierta es su mente, su nivel de optimismo y esa felicidad que le acompaña en todos los actos de la vida, mejor será la aceptación de los comentarios familiares porque sabe que son en su beneficio.
2º) Tener consciencia de las limitaciones
Ninguna persona que conozcamos y sea relativamente feliz, cree que es perfecta y por supuesto no pretende serlo. Es algo que lo tiene asumido. Las personas felices no se obsesionan con la perfección, ni si estar con determinadas compañeros (en el trabajo) o parejas (en la vida) le incrementará su nivel de felicidad. Son felices desde el vamos, aunque obviamente, podrá contribuir más a su bienestar emocional que el nivel de compañerismo o la relación con su pareja sean muy buenos. Relaciones estimulantes que hacen disfrutar de la compañía de la otra persona.
Las personas felices creen en sí mismas, pero a su vez ayudan a sus amigos, parejas, compañeras a incrementar su nivel de confianza en ellos mismos. Porque la felicidad dentro de un comportamiento equilibrado de la persona, potencian sin duda alguna, la confianza. Y ésta es vital para el largo camino en la búsqueda del éxito en nuestras vidas.
Por ello no dudan en rodearse de gente también feliz. No implica que expulsen de su vida a los “infelices”, sino que como polos que se atraen, estarán más proclives (de manera casi inconsciente) a vincularse con personas como ellos.
3) Les caracteriza el desinterés
Su honestidad e integridad va más allá de una sonrisa, de un buen diálogo entre amigos y de transmitir esa confianza. Son genuinos, saben vivir el presente y no viven obsesionados por el pasado ni por el futuro. No es que no sepan hacer planes ni tampoco aprender de las experiencias del pasado. Lo que sí saben hacer muy bien, es tener una consciencia plena del presente a tal punto, que dedican tiempo a los demás de manera desinteresada, como también que el dinero no lo es todo en la vida. Que no es lo más importante.
4º) Les gusta saber qué cosas controlan en su vida
Tienen la tendencia a centrarse en aquellas cosas que realmente controlan, tanto en el trabajo como en su vida personal. Esto les lleva a valorar en su justa medida lo que poseen. El tener no significa un activo de valor material, sino otro tipo de activos “morales” -sencillamente una relación de amistad o familiar- que les hace sentir bien, que son su respaldo emocional ante los desafíos de la vida.
Su agradecimiento es parte de su felicidad. Ser agradecido es su característica. Pero ven el final del camino porque saben que la vida en todos los planos que la miremos, es un proceso. Son optimistas que viven el presente y también están pendientes de un futuro mejor aunque sin que éste llegue a generales tensión, estrés e incertidumbre exageradas. Saben convivir con sus arrepentimientos, así como con sus defectos.
5º) Corazón que habla y cabeza que piensa
La persona feliz tiene la virtud de que frente a un tropiezo, ya está pensando en cómo levantarse, no compadecerse demasiado y piensan en que la próxima vez que intenten de nuevo lo que no ha salido bien (incluso fracasado), tendrá éxito.
Su corazón es el que manda y dicta su conducta. Porque además tienen una ventaja sobre la gente que no es feliz y que se agobia ante situaciones adversas: son muy buenos en la liberación de las cosas que ya no ayudan o no les sirven. Saben descartar lo negativo. No se apegan a nada que pueda perturbarles. No pierden el tiempo comparándose con los demás. Menos aún, si esas otras personas han tenido éxito en algo similar que hayan emprendido.
Pero su cabeza también actúa de manera racional cuando las cosas se ponen difíciles. Es una lucha compartida entre corazón y mente pero muy bien equilibrado. Son indulgentes y también resisten mucho.
6º) Un problema una oportunidad
Las personas felices saben disfrutar de la vida, les encanta la estética, la belleza de las personas y de los paisajes, la armonía entre gente y naturaleza. Su forma de enfocar cada día les ayuda a que cuando surge el problema, no desatan la ira sino que consideran que es un desafío que tienen delante para demostrar su capacidad. El problema deja de serlo para convertirse en oportunidad.
Saben que después de resolver ese problema, les vuelve a esperar la felicidad. Para ellos siempre está a vuelta de la esquina.
Volvamos a la pregunta inicial de mi blog de hoy: ¿Se puede empezar ya mismo a intentarlo? Creo firmemente que los que me han leído…al menos lo intentarán.