Bill Densmore, consultor en RJI, ha entrevistado a más de 85 periodistas, investigadores y ciudadanos para conocer qué buscan los consumidores de noticias y cómo deberían adaptarse a esta nueva realidad los medios de comunicación.
Tras la publicación de “El futuro empieza con P: Privacidad, personalización y pago”, el asesor del Reynolds Journalism Institute, Bill Densmore, da a conocer el segundo tema de una serie de cinco, dedicado enteramente a analizar cuál es la experiencia del usuario de noticias del siglo XXI.
Densmore se dedicó a entrevistar durante varios meses a más de 85 periodistas, educadores, técnicos, investigadores, activistas y ciudadanos para entender qué buscan a la hora de informarse, cuál creen que sería el escenario idónero para satisfacer sus preferencias y cómo deberían adaptarse las organizaciones de noticias a ese nuevo ecosistema. Además, el consultor se ha basado en informes que han publicado importantes organismos acerca de los hábitos reales de consumo de noticias. Éstas son las principales conclusiones:
--Lo primero que el usuario quiere ver por la mañana son todas aquellas informaciones que sean relevantes para él porque puedan afectar a su familia, su trabajo o las cosas que le apasionan (esta información no es la que le ofrece la portada de un periódico impreso).
--Los consumidores están optando por los dispositivos móviles para leer las noticias; los más jóvenes son usuarios multiplataforma.
--Noticia es lo que los amigos y compañeros consideran que es importante. Crece el deseo del usuario de obtener información relevante que pueda socializar.
--Los usuarios confían en periodistas individuales como marcas.
--Un servicio de suscripción de noticias local respondería a sus demandas. Cada persona recibiría en su cuenta de correo electrónico un paquete personalizado con varios artículos basados en sus preferencias, pero también los que bajo el criterio de un experto son importantes. Las informaciones deben proceder de diferentes medios y su lectura tendrá lugar desde el móvil. Gracias a un sistema de microcontabilidad, parte del dinero del abonado iría a parar a los editores.
-- Una marca comercial, por ejemplo una tienda de alimentación, pagaría por tener un canal similar a los de las noticias. Gracias a los datos facilitados por el usuario, se le enviarán ofertas especiales que le puedan interesar.
--El lector no tiene más de 10 minutos cada mañana para revisar los artículos en casa. Todos los que haya dejado sin leer, aparecerán de nuevo cuando vuelva a conectarse desde el bus o el metro. Los que ya hubiera leído, no figurarán. Este servicio de información personal cumpliría una labor similar a la de su abogado, su médico o su entorno más cercano.
Los usuarios quieren obtener la información que les interesa, independientemente del medio del que proceda. En la web hace falta una “tienda” única en la que el consumidor pague por acceder a un paquete personalizado de artículos. Los medios deben encontrar un método común de fijación de precios de sus contenidos para realizar una "venta atómica” en la red.