En la región no hay lugar para historias conspirativas. Ningún presidente, con la excepción del mandatario boliviano, cubrieron a Cristina Fernández para protegerla de “las balas de tinta”, supuestamente disparadas contra ella por los medios internacionales. Silencio que, llamativamente, alcanzó al Eje Bolivariano.
Mujica, que se limitó a bregar por el esclarecimiento, los presidentes de la región no han dado su respaldo a la presidente Cristina Kirchner.
Haya sido un homicidio o un suicidio, la muerte, el pasado 18 de enero, del fiscal especial de la causa AMIA, Alberto Nisman, tuvo para la presidente Kirchner siempre el mismo significado: era parte de una operación montada para socavar la legitimidad de su gobierno por parte del "monopolio" y ex miembros de la Secretaría de Inteligencia que buscaron "sitiar" a la democracia "con el miedo y la extorsión".
La mandataria encolumnó detrás de su interpretación al oficialismo -político y "mediático"-, que denunció un "golpe blando", una "operación mediática", un "intento de desestabilización".
Desde el PJ hasta la indómita Hebe de Bonafini, pasando por el ex juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, todos salieron al unísono a denunciar que "la derecha" intentaba "tirarle un muerto a Cristina", y aprovechaban para recordar que "ahora los golpes de estado son distintos, se dan de otra manera; se hacen fundamentalmente a través de los medios de comunicación".
La "conspiración" parece haberse extendido y las "balas de tinta" contra la mandataria vienen ahora allende las fronteras: los periódicos The New York Times, The Washington Post y The Telegraph, la cadena CNN y la agencia Reuters.
En ese marco, resulta más que significativo el silencio que los mandatarios de la región -quienes enhorabuena han sabido ser proactivos defensores de la democracia ante intentonas golpistas- prefirieron cultivar por estos días. Con la excepción de Evo Morales, para quien "la muerte del fiscal Nisman fue una emboscada contra Cristina".
Y es desde Venezuela, proviene el más estruendoso de los silencios. Ni una palabra ha dicho el líder del bloque bolivariano Nicolás Maduro sobre la denuncia de la mandataria ni tampoco sobre las acusaciones que Nisman hiciera sobre el ex embajador venezolano Roger Capella, señalado por el fiscal como uno de los causantes de la maniobra para encubrir a los responsables del atentado a la AMIA.
Ni una palabra han dicho tampoco Rafael Correa ni los hermanos Castro, Raúl y Fidel. Igualmente ensordecedor es el silencio que guardan el Planalto y La Moneda. Tal vez la presidente Dilma Rousseff esté más ocupada por apagar el escándalo de corrupción en la petrolera estatal brasileña.
Tal vez Michelle Bachelet esté más ocupada por cumplir con sus promesas de campaña. El saliente José "Pepe" Mujica y el electo Tabaré Vázquez manifestaron consternación por el caso.