Falacia de la evidencia incompleta es la manera académica o científica de denominar a una forma muy extendida de manipulación. Consiste en elegir (y mostrar) sólo la parte de datos que te da la razón, obviando el resto, lo que viene a ser una información sesgada con el ánimo de convencer o persuadir.
Es como si en una fotografía panorámica, con una visión general de algo, alguien nos hiciera un zoom para mostrarnos solamente lo que le interesa que veamos. Son falacias lógicas donde la supresión o selección de parte de la verdad dan como resultado un imagen que no se corresponde con la realidad, pero lo aparenta.
En el terreno de la comunicación, normalmente lo encontramos en los titulares. "Las embarazadas en paro tienen bebés más sanos", "Beber vino alarga la esperanza de vida", "Los lectores de blogs son más propensos a sufrir disfunciones sexuales". Estos tres titulares pueden servirnos como ejemplo de falacia de la evidencia incompleta. Cada uno de ellos presenta la información que el emisor desea que conozcamos para cumplir un propósito oculto (a la audiencia).
En el primero, "Las embarazadas en paro tienen bebés más sanos" (noticia real) fue objeto de una denuncia (por intentar trasladar un contenido proclive al mantenimiento de un ideario religioso/familiar concreto) y dio lugar a la rectificación (fe de erratas) posterior por parte de RTVE. Se trataba de un estudio que obviaba que los niños nacidos durante la crisis eran menos y que, normalmente, lo hacían en el seno de familias bien posicionadas económicamente, lo cual hacía lógico que su salud (bien atendida en todo momento) fuera mejor proporcionalmente.
"Beber vino alarga la esperanza de vida" es uno de esos titulares recurrentes que nos golpean retinas y oídos cada poco tiempo (y eso a pesar de que la UE ha prohibido que el etiquetado de bebidas con más de 1,2% de alcohol en su composición contengan recomendaciones saludables), como también lo hacen con otro tipo de bebidas espirituosas, alimentos o medicamentos. En este caso, el mensaje oculto está en poder de los bodegueros, empresarios o farmacéuticas que, tras algún estudio poco riguroso (financiado por ellos o por terceros), extraen un dato parcial que extrapolan y presentan como la tesis principal de su mensaje.
En el caso de la tercera, "Los lectores de blogs son más propensos a sufrir disfunciones sexuales", pido mil disculpas a ese colectivo. Es una broma. Pero a pesar del fake, así es cómo se forjan las leyendas urbanas. De tanto repetir una falacia llega a convertirse en realidad. En términos científicos se denominaargumentum ad nauseam y ya lo preconizaba el ministro de Propaganda nazi Goebbels: "Una mentira mil veces repetida se convierte en una realidad".
Por tanto, es responsabilidad de los profesionales de la información valorar qué informaciones, basadas normalmente en estudios, son dignas de convertirse en noticias. Habrán de tener en cuenta el origen, la fuente, el método científico empleado, el porcentaje de la población sobre el que se ha hecho, las valoraciones externas, etcétera.
No obstante, los propios medios de comunicación son expertos en aplicar esta realidad deformada. Lo hacen cada año al presentar sus cifras de audiencia o difusión. Todos, elijamos el medio que elijamos, tendrán un titular en el que sus datos han mejorado. ¿Cómo?, ¿mintiendo?. No, exactamente. Ocultando los datos negativos y ofreciendo aquéllos en los que han obtenido mejores resultados. Lo mismo pasa con los políticos y sus comentarios tras unas elecciones, todos parecen haber ganado y ninguno reconoce un fiasco de grandes dimensiones. Sí, estamos rodeados de falacias de evidencias incompletas.