Tengo cinco cuentas de correo, dos profesionales y el resto personales o semiprofesionales que me sirven para distintos propósitos comunicativos. El correo que va directamente a la carpeta de spam de mis cuentas personales no es abrumador, una media de siete mensajes diarios que, entiendo, me llegan gracias a la cesión legal o ilegal de mis datos por parte de alguna empresa de la que soy cliente (saltándose seguramente la Ley Orgánica de Protección de Datos); a través de la visita a alguna página web en la que me pidieron el correo, o por la acción de alguno de esos robots virtuales que van capturando en la Red direcciones de correo electrónico a las que luego poder enviar publicidad directa o indirecta.
En mi caso y por ponerme de ejemplo, los correos en spam que tengo hoy en una de mis cuentas personales son los siguientes: Médicos Sin Fronteras: Ayúdanos a combatir el Ébola; Canal +: R. Madrid vs Barça, disfrútalo por sólo 15€/mes; Euromillones: Hoy bote de 142 millones pueden ser tuyos; Vigilancia eInforma: Ángel, fulanito tiene cambios en el Rating; Svenson: Gratis examen y diagnóstico de tu cabello; Bankimia: Ángel, recibe hasta 30.000€ para lo que tú quieras, y Meetic: Esta semana, tres días de acceso total para que conozcas gente nueva, ¿te atreves?.
Si atendemos a la forma de comunicar y nos vamos al texto (el titular) que han puesto en el asunto de cada uno de estos mensajes, veremos cómo hay quién utiliza la actualidad (MSF lo hace con el ébola) y su gran relevancia mediática para captar la atención de sus destinatarios y conseguir nuevos afiliados y/o más donaciones.
Canal+ no precisa de la novedad y recurre a un clásico, el enfrentamiento deportivo, porque sabe que la contienda (aunque sea incruenta) siempre cosecha seguidores que disfrutan de la derrota del contrario tanto como con la victoria del propio. Decenas de canales temáticos pero el mayor reclamo de la televisión privada sigue siendo el fútbol por el que, además, se suele pagar aparte.
El mensaje de la casa de apuestas (le basta con anunciar que un bote de 142 millones puede ser tuyo) nos tienta con la suerte, el azar que puede convertirte en millonario de la noche a la mañana y cambiar tu vida. El mensaje actúa en el sujeto para incitarle a realizar una compra por impulso. Alea jacta est, sí, pero en este caso en una delegación de loterías online.
Llegamos así a la empresa de informes financieros que nos recuerda cuál es el estado de salud económica de esa persona o los cambios societarios de aquella empresa con el(la) que un día estuvimos a punto de cerrar algún contrato (tengo que volver a entrar para ver si es posible cancelar mi interés y dejar de recibirlos). Es un mensaje de precaución que nos recuerda que antes de firmar hemos de cerciorarnos de lo que rodea a ese trato.
Pasamos a la clínica capilar que reivindica la importancia del cuidado del cabello con el reclamo de una visita gratis. Es curioso comprobar cómo la calvicie, incipiente o plenamente desarrollada, puede preocupar a tantos y hacerles creer (y pagar por ello) que existen soluciones que devolverán la presencia capilar perdida. Sin embargo, el mensaje milagroso atraerá a nuevas remesas de ingenuos.
En plena crisis y sin crédito bancario no es difícil pensar que la casa de préstamos y su oferta de ayudarnos con un crédito de hasta 30.000 euros tendrá quiénes la escuchen, es el mensaje de la necesidad; y el último nos invita a formar durante tres días de una lista de soltería en busca de su media naranja, en esta ocasión estamos ante el mensaje de la ilusión.
En resumen, estos correos spam nos sirven para hacernos una idea de cuáles son los principales argumentos que se utilizan en el mundo del marketing a la hora de hacernos llegar sus mensajes (productos o servicios): salud (una preocupación vital y, en este caso, solidaria en busca de donativos); espectáculo (previo pago y bajo demanda); el dinero (fácil, a través del azar; o desesperado, de manos de prestamistas); información para emprender negocios (con detalles económicos de la actualidad de los bolsillos de tus interlocutores); apariencia física (en pleno siglo XXI sigue importando mucho el cabello, o su ausencia), y el amor (con el mensaje de si no tienes pareja, y además estable, no puedes ser feliz).