A primera vista se presenta un top 10 en el que se incluían 2 políticas y 8 periodistas y presentadoras muy conocidas que tratan temas de política y economía, viendo esto podemos pensar que sabemos a qué tipo de influencers se refiere el ranking, sin embargo, al observar el total de influercers de las que hablan nos encontramos con nombres tan variopintos como Rosario Flores, Ruth Lorenzo o Conchita Martínez. ¿Perdón? ¿Entonces de qué estamos hablando?
Así que sin entrar a plantearme más la metodología seguida para elaborar el ranking, me planteo qué se entiende en nuestro país por influencer a la vista de estos resultados que mezclan churras y merinas.
En primer lugar debemos dejar claro ¿qué es un influencer? Desde Cohn & Wolfe planteamos que se trata de alguien con autoridad suficiente para que su mensaje sea reconocido como tendencia y con una presencia destacada en el entorno digital. Pero, por supuesto, recordando que el influencer es un líder de opinión en un sector específico bien sea la gastronomía, el marketing o la economía. Casi nadie es influyente en todos los ámbitos ni se puede usar el término como un título descriptivo. Soy moreno, yo influencer.
Pero hace tiempo que parece que esto se ha olvidado y existen “influencers” omnipresentes que son invitados a todo tipo de eventos de sectores que nada tienen que ver entre sí. Algo parecido a esas marcas que hacen publicidad con famosos que todo lo anuncian y que, por tanto, no tienen ningún vínculo con los valores o el posicionamiento de la marca.
Evidentemente, los famosos tienen una gran influencia como marcadores de tendencias o líderes de opinión, pero desde una perspectiva de estrategia empresarial, hay que plantearse una aproximación más medida y específica al mundo de los influencers para que realmente la relación aporte valor a la marca e impacte en sus resultados más allá de una notoriedad inmediata.
Se ha acelerado la carrera y competición por ser el más influyente. Existen miles de consejos sobre “marca personal” vinculada o no a generar negocio, multitud de guías rápidas y consejos prácticos que te dicen cómo convertirte en un influencer y toneladas de herramientas que miden influencia o ego, según se mire.
Los social media han desatado el lado más narcisista de muchos, pero creo que los profesionales de la comunicación debemos ser muy rigurosos a la hora de hablar de influencers y de diseñar programas de social media para las marcas; de forma que no ayudemos a aumentar la confusión y la sensación de todo vale si genera ruido (ahora digital) porque las claves seguirán siendo el conocimiento profundo del sector y la marca y la personalización, aunque suene a más trabajo que el de encontrar un influencer salvador.