Se acaba de hacer pública la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2014 y llama la atención la cantidad de países en los que los periodistas tienen serias dificultades para realizar su trabajo. Ya sea porque están inmersos en alguna guerra, bajo el control de regímenes totalitarios o simplemente debido a que sus gobiernos han decidido que hay que limitar el derecho a la información para proteger la seguridad nacional, lo cierto es que en la era de la comunicación, la libertad de expresión está cada vez más limitada.
De las 180 naciones que componen la lista, es llamativo que únicamente los países nórdicos, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca, Alemania, Austria, Polonia, Suiza, República Checa, Eslovaquia, Estonia, Islandia, la mayor parte de Irlanda, Canadá, Nueva Zelanda y unas sorprendentes Namibia, Costa Rica o Jamaica puedan considerarse paraísos de la libertad de expresión. Por el contrario, Turkmenistán, Uzbekistán, Corea del Norte, China, Vietnam, Sudán, Somalia, Eritrea, Irán y gran parte de la península arábiga, entre otros, son auténticos infiernos para los periodistas.
Las tensiones sociales, hayan estallado o no, son caldo de cultivo de la censura informativa. Las autoridades de zonas en conflicto vigilan cualquier información que pueda ser crítica con su política o se atreva a tomar parte por un bando. Pero lo realmente preocupante es que en países democráticos se impongan prácticas de autocensura para velar por la seguridad nacional. El ejemplo más notable es el de EE.UU., que ha bajado 13 posiciones en el ranking a raíz del caso Snowden. En Inglaterra, el periodista de “The Guardian”, Glenn Greenwald, también recibió presiones. La ley sobre los “secretos de Estado” de Japón, la supuesta lucha contra el terrorismo en Turquía o el terror al que someten los cárteles criminales a los periodistas en Latinoamérica (que se ha traducido en muertes), son otras de las amenazas que acechan al periodismo.
España se encuentra en un plácido puesto 35, calificado como “situación satisfactoria”, el segundo nivel más elevado de libertad de expresión, por delante de países como Francia, EE.UU., Italia o Japón.