Los hombres más ricos del planeta son conocidos por sus excentricidades. Pero la última supera a cualquier otra. Magnates de diferentes sectores empresariales han iniciado una carrera para reflotar medios de comunicación agonizantes. Invertir en una industria moribunda no parece a priori una operación acertada, pero si la oportunidad en los negocios se mide por algo más que la obtención de un beneficio económico inmediato, sin duda estas nuevas adquisiciones son una garantía de otro tipo de éxito para sus compradores.
Algunos de los magnates más importantes del mundo están invirtiendo buena parte de su capital en el rescate de empresas periodísticas que van a la deriva. Su inyección de dinero responde en parte a un impulso filantrópico, pero también puede encerrar un exceso de arrogancia al imaginarse a sí mismos como salvadores de un bien que es patrimonio de toda una comunidad.
Sea como fuere, lo cierto es que, en el último año, este deseo de reflotar a una industria en crisis se ha incrementado. El dueño del Liverpool, John W. Henry, compró “New England Media Group”, propietaria de “The Boston Globe”. Jeff Bezos sorprendió a propios y a extraños cuando en pleno verano se conoció su intención de tomar las riendas de un denostado “The Washington Post”. Xavier Niel, presidente del operador de telecomunicaciones Free, junto a Pierre Bergé, empresario artístico y el banquero Matthieu Pigasse, se hizo con el control de otro medio de comunicación tras “Le Monde”: “Le Nouvel Observateur”.
El caso de Pierre Omidyar, fundador de eBay, es diferente. En lugar de invertir en un nuevo medio, se interesó por el trabajo realizado por el periodista de “The Guardian” Glenn Greenwald al destapar los documentos que probaban el espionaje del gobierno estadounidense y le ofreció la posibilidad de iniciar un nuevo proyecto juntos en favor de un periodismo independiente. 250 millones de dólares posibilitaron el nacimiento del grupo “First Look Media”. Tras descartar la creación de una serie de revistas digitales y una página matriz que reuniera todos los contenidos, Omidyar acaba de anunciar que finalmente se centrarán en el lanzamiento de dos blogs: el ya activo “The Intercept” y otro que saldrá en otoño.
También ha habido intentos frustrados de compra, como los de Donald Trump o el magnate chino Chen Guangbiao por adquirir un “The New York Times” del que la familia Sulzberger no está dispuesta a desprenderse.
El que sí ha necesitado un rescate es el diario “El País”. Sus responsables han visto con buenos ojos la llegada de capital del que ya es el primer accionista individual del grupo, el empresario mexicano Roberto Alcántara Rojas. Los 100 millones de euros invertidos en salvar a un medio ahogado por las deudas le convierten en poseedor del 9’3% del capital, solo por detrás de una familia Polanco cada vez menos poderosa. Según los expertos, la llegada del presidente del Grupo Toluca y de las aerolíneas de bajo coste VivaAerobus respondería a una estrategia para aumentar la influencia de Prisa en Latinoamérica.
Con unos ingresos anuales que han caído en EE.UU. de 95.000 millones de dólares en 2006 a 65 en 2013, parece claro que lo que buscan los grandes magnates que invierten en estos momentos en medios de comunicación no es aumentar sus ganancias. De Bezos se ha insinuado que detrás de su amor a la prensa también estaría un deseo de lograr más poder en Washington. No es una táctica nueva. Berlusconi creció políticamente ayudado por su imperio mediático. Sea cual sea la razón, la industria debe saber aprovechar esta moda con el fin de volver a erigirse en el cuarto poder.