Prefiero entender un por qué

Los mitos de Nick Tasler que matan la planificación estratégica

Martes 02 de septiembre de 2014

Nick Tasler es el CEO de “Decision Pulse” y el creador del principio “Think Strategically & Act Decisively” (un sistema integrado de aprendizaje utilizado por algunas organizaciones que figuran en el ranking de Fortune 500).



Destacamos la facilidad con la que explica el verdadero alcance que implica el pensamiento estratégico. Dice que la productividad trata acerca de que las cosas se hagan, en cambio, la estrategia (el pensamiento estratégico) versa acerca de que se hagan bien las cosas que deben hacerse.

No es un galimatías, sino la perfecta división que surge entre la simple acción (capacidad de implementar con un fin determinado) de la consideración de cuáles (o cuál de las acciones posibles a implementar) son las que corresponde aplicar en esa circunstancia elegida. Porque justamente el pensamiento estratégico hace por sí mismo lo que la acción en solitario no puede hacer: ponderar los cursos de acción (o curso de acción) para que algo se haga y en condiciones.

Nick Tasler sostiene que el corolario de esta verdad es que la estrategia requiere cada vez que se aplique, dejar cosas sin hacer, “lo que genera un cocktail desagradable de emociones insatisfechas”.

Toda elección requiere de la aplicación de prioridades, lo que siempre provocará descartes de acciones que, o se eliminan definitivamente o en el mejor de los casos, se postergan. Pero la sensación a la que se refiere, evidentemente puede generar desánimo en el equipo de trabajo si no se explica debidamente el por qué de la decisión, siendo no menos importante la oportunidad en la que se toma.

Tasler dice que cuando se dejan proyectos sin hacer o a mitad de camino, “Ud. siempre sacrifica ese sentimiento de confianza y control que surge cuando se cumple con el objetivo propuesto”. La contrapartida, lo que decíamos: pérdida de motivación, desánimo y a veces frustración.

Tasler no escatima en detalles al sentenciar que también se tendrá que “batallar” contra ese “dolor social” (decepción) y otros sentimientos que provienen de decirle a la gente del equipo que su gran idea, o peor aún, todo su departamento ha sido desmontado a favor de otro proyecto más valorado aún (o que aporta más valor añadido a la organización). De estas lides ya estamos acostumbrados desgraciadamente en España y en la UE después de una larga e inclemente crisis económica.

La función del líder es identificar qué es lo importante

Tasler propone un ejercicio rápido: hacer una lista de cada proyecto o iniciativa en la que su equipo está trabajando, de manera tal que cuando termine de enunciarlos, se detenga nuevamente frente al listado y tache aquellos que no considera importantes.

Su teoría es que si el suyo es como el 99% de los equipos, ningún tema o proyecto será tachado de la lista.

¿Por qué sucede esto?

Tasler lo dice de manera simple pero clara: “cada proyecto en el que el equipo está trabajando es importante para alguno de los miembros”. Lo que en un equipo en el que haya buena relación interpersonal, nadie quiere que se resientan los sentimientos y apegos de algún otro miembro. Así de sencillo.

Pero hay más, dice Tasler: “todos piensan que le añaden valor de alguna manera. Por eso, debatir acerca de qué es importante es fútil. El pensamiento estratégico debe decidir en qué cosas hay que focalizar, no solamente cuáles son las importantes”.

Los líderes efectivos que utilizan el pensamiento estratégico tiene siempre que tomar la decisión entre aquellas acciones (incluyendo proyectos) que se ven obligados a ignorar de aquellas que llevarán a cabo. “O se ignoran proyectos importantes o se ignorar oportunidades importantes”.

Nos preguntamos hoy, si estas distinciones tan claras entre la acción y el pensamiento estratégico podrían servir para que ayude a los gobiernos a priorizar mejor las decisiones políticas que afectan el bienestar de los ciudadanos. En teoría: sí que debería servir.

La cuestión es que cada vez que tenemos que entrar en el terreno político, hay una factor que en el análisis de Tasler no se considera porque no interesa ya que se parte de que cada agente social y económico cuenta con ello: la voluntad de hacer una cosa, de implementar una acción, etc. En el ámbito de la política, la VOLUNTAD POLÍTICA que lamentablemente está reñida con más frecuencia de lo que debiera, con los intereses de los ciudadanos.

Tasler lo dice claro: “que se hagan bien las cosas que deben hacerse”. Los políticos no lo tienen tan claro, esta es la cuestión.