¡Qué más podemos agregar a todo lo dicho y en algunos casos, de manera brillante, a la despedida que ya se cuenta en decenas de miles de palabras, que medios de todo el mundo han hecho sobre el gran narrador latinoamericano! Poco puede decirse.
En cambio, fieles a nuestro estilo, extraeremos algunas conclusiones que puedan servirnos para definir una personalidad y su trascendencia, algo de lo que habitualmente refiero en este blog cuando tratamos de transmitir por medio de las acciones y pensamientos de la vida de grandes precursores, hombres y mujeres de nuestro tiempo.
García Márquez es la representación viva de Latinoamérica. Su estilo narrativo llano y entretenido, no deja de encerrar las complejas realidades de una cultura latina, con sus luces y sombras, pero que ha hecho de aquella gran región, un continente impar.
Las vicisitudes que surgen en obras como “El Coronel no tiene quién le escriba” o “El amor en tiempos del cólera”, son el epítome del carácter latinoamericano. El mérito de Gabo es haber hecho comprender al “gran público” europeo y sajón en general, para luego a todo el orbe y en casi todos los idiomas, qué es Latinoamérica y por qué siente como siente.
Estoy persuadido que si los líderes europeos actuales, leyesen con más frecuencia autores como García Márquez o Vargas Llosa, entenderían mejor el carácter de los hombres y mujeres del “otro lado del charco”, lo que sin duda, facilitaría un mejor entendimiento a la hora de hacer tratados, o simplemente, en las relaciones comerciales.
Gabo junto a otra pléyade de autores latinoamericanos, pero quizás es justo que lo pongamos en cabeza de este desfile, ha exportado y con éxito la cultura latinoamericana en un momento clave de la historia, como fueron las décadas de los 60 y 70 en esta región. Como diciendo, principalmente a europeos y estadounidenses, que Latinoamérica está presente, como en términos musicales se dijera “el Sur también existe”, habida cuenta que México a pesar de pertenecer al continente norteamericano, también puede ser considerado parte de ese amplio sur latino.
Por ello, destacamos que el mérito tremendo de Gabo y todos sus coetáneos de las letras (sin excepción), es haber enseñado como la mejor manera de triunfar en algo, no es renegando de sus raíces. Un claro síntoma de todo buen líder. No avergonzarse ni por la pobreza ni otras calamidades que haya tenido que padecer ni el que escribe ni el pueblo que representa.
Porque la realidad de la pobreza tiene letra propia en Latinoamérica y también el mérito de haberla combatido (lamentablemente no se ha ganado aún esta batalla) y seguirla combatiendo a medida que una crisis internacional que le ha afectado menos a la región que a los propios países desarrollados, haga que los líderes políticos tengan la obligación moral más que de programas políticos, de luchar por unas sociedades más justas y equitativas.
Que la distribución de la riqueza se haga con buenas políticas fiscales que ayuden a los mecanismos normales del propio mercado. Pero esto hay que entenderlo y no afanarse en discusiones sobre si más o menos “keynesianismo”, sino en cuánto se ha disminuido en el último lustro, a título de ejemplo, la muerte de niños inferiores al año de vida, la desnutrición infantil, etc.
Gabriel García Márquez al exportar las letras latinoamericanas y su cultura, puso en valor lo que significa para un latino el amor, la pasión, su historia, su familia, su pueblo, así surgiera de la ficción como tantos pasajes de estas obras, o de pasajes autobiográficos que siempre afloran en estas narraciones. O sea, que el concepto “identidad” no hay manera más precisa de definirlo sobre una persona, un pueblo o una nación, que con el discurrir de una historia, en el entresijo de los personajes de una novela, etc. Y los europeos comprendieron mejor esa identidad con estas lecturas, que además triunfaban como los best-sellers de mayor éxito en competencia con el resto de lenguas, porque se estaba disfrutando no solamente de una novela, sino que se aprendía mucho acerca de otro continente, en suma: su identidad….su alma latina.
Destacable también es ese sentimiento de presencia, de permanencia de una región de más de 450 millones de hispanoparlantes, que siempre han mirado a Europa con admiración y respeto (la gran mayoría), pero que en tantas Cumbres Iberoamericanas y de la Unión Europea y Latinoamérica, han avanzado sustancialmente para que ese gran espacio a ambos lados del Atlántico, haga crecer y florecer especialmente a aquellas regiones que aún hoy están social y económicamente postergadas.
Gabriel García Márquez no disimuló ni engaño en sus obras respecto de esa identidad, y mucho menos, sobre ocultar las realidades que como la miseria, la injusticia, el hambre, etc. han retratado durante décadas otras grandes plumas que siguieron la estela de Gabo.
En ocasión de la presentación de uno de sus libros en la “Casa de América” de Madrid, Vargas Llosa al ser preguntado de la importancia de un novelista en los tiempos actuales, dijo que “un narrador con sus historias y ficciones lo que busca es que se logre una sociedad mejor”. Explicando que de ahí se pueden extraer conclusiones de qué cosas no deben hacerse o en qué otras deber persistirse.
Gabriel García Márquez inmortalizó en “Cien años de soledad” como en todas sus obras, la Latinoamérica al mismo tiempo rica que pobre, alegre que triste, dependiente y autónoma, ilustrada y analfabeta, justa y desigual, etc.
Mi homenaje al gran escritor, Nobel de Literatura, está inevitablemente unido a mi gran respeto y admiración por todos y cada uno de los países que conforman tan extensa y rica región.