Y sin embargo es poco frecuente, no precisamente porque seamos infalibles, sino más bien porque nos da mucho reparo admitir un error o por miedo a que el fallo en sí adquiera protagonismo. A menudo a las empresas y a las organizaciones les de reparo hacer una rectificación pública y, sin embargo, a menudo también es muy necesaria.
Un ejemplo reciente lo tuvimos la semana pasada, que arrancaba con el desenlace de las manifestaciones del pasado sábado, 22-M. El sindicato de policía CEP (Confederación Española de Policía) denunciaba una mala gestión de los altercados posteriores que dieron lugar al acorralamiento de un grupo de agentes por parte de los violentos.
El portavoz del CEP, Antonio Labrado, mostraba en distintos medios tres fotografías de las armas que los violentos habrían usado contra los policías: dos de ellas no se correspondían con las marchas de la dignidad.
Una situación como esta podría poner en peligro la credibilidad del organismo que incluso podría ser acusado de manipular la información, además claro, de desviar la atención de su reivindicación. El CEP lo sabía y rápidamente se adelantó a hacer una rectificación centrada en tres puntos: aclarar que las imágenes efectivamente no se correspondían con el hecho descrito, explicar que fueron fruto de la sobreinformación recibida los días previos y disculparse por el error de no haber contrastado previamente el origen de dichas fotografías.
¿Consiguió el CEP solventar su metedura de pata con esta rectificación? Lo desconozco, pero lo cierto es que supieron moverse para conseguir casi tanta presencia en los medios con la rectificación que con la información inicial de sus reclamaciones, reforzando así estas últimas.
Este ejemplo nos sirve para reflexionar sobre la necesidad de las rectificaciones públicas y aspectos a tener en cuenta, reflexión que, siguiendo con las recomendaciones que hacíamos en este mismo blog hace unos días, enumeramos a continuación:
En definitiva, errar en comunicación también es humano y no debemos tener problema en admitirlo, pues es señal de integridad y transparencia. Pero esto ha de ser la excepción, como comunicadores, debemos aspirar a una comunicación transparente y fiable, por encima de aprovechar oportunidades mediáticas. Recordemos que el rigor está asociado a la credibilidad y la integridad, dos de los factores más importantes en la reputación de una compañía o una marca.
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