Management

Cómo hacer del estrés una fuerza motivadora para el equipo 

José Luis Zunni y Eduardo Rebollada Casado | Martes 02 de septiembre de 2014

Hace muchísimos años, una de las típicas pequeñas historias de la vida real publicada en Selecciones del Reader’s Digest, permitió a uno de los autores, descubrir el tema que se convertiría en la fuente más importante de generación de enfermedades hacia finales del siglo XX, estando muy lejos de disminuir su influencia en el XXI. Nos referimos al estrés.

La cita referida correspondía a un paciente que era un importantísimo ejecutivo de una compañía americana, que siente la necesidad de visitar a su médico terapeuta, y le manifiesta que se encuentra en un estado de angustia permanente, provocado por una reunión tras otra, un exceso de actos sociales y de encuentros ejecutivos que le tienen sin dormir, por lo que notaba cómo su salud se estaba deteriorando poco a poco.

 



"Dr., no sé cómo quitarme esta angustia del cuerpo", le dijo a su terapeuta con una mirada de socorro. El experimentado médico le respondió: "Cada vez que Ud. tenga una nueva cita, piense en qué le va a beneficiar dicha reunión en los próximos tres años de su vida. En caso de que la respuesta sea poco o nada, será una de tantas, que no cambiarán sustancialmente las cosas y podrá o prescindir de ella, o re-planificar su agenda. Busque Ud. la perspectiva de su vida"

 

La lección que nos da esta anécdota, es que las personas tenemos serios problemas en el establecimiento de prioridades, convirtiéndose lamentablemente muy a menudo en fuente de conflictos, cuando no deberían serlo por la propia entidad del problema.

 

La cuestión es que un problema que no es tal, puede convertirse en uno auténtico, sencillamente por la mala gestión del tiempo que hacemos, tanto a nivel personal como laboral. Y el mal uso que hacemos del tiempo es un claro generador de estrés.

 

Al datar esta anécdota en aproximadamente 25 años, entonces a este déficit de gestión del tiempo, debe sumársele el fenómeno que más está afectando a personas de todas las condiciones en los últimos años: la incertidumbre.

 

Es una mala combinación, por lo que tendremos todos los indicios de que algo puede estallar en cualquier momento, y este algo se materializa en un nivel de estrés dañino para la persona y el entorno.

 Si existe un rasgo que puede caracterizar a la sociedad actual, es su altísimo poder estresante. Qué decir entonces de una situación como la que estamos atravesando en los últimos seis años en Europa, pero muy especialmente en España, donde no hay manera de retomar a una velocidad razonable la senda del crecimiento. Y este escenario negativo afecta a personas y organizaciones. Digamos, que el nivel de estrés de cualquier miembro de una empresa, así como en el ámbito público, se ha disparado.

 

Pero la pregunta es: ¿Podemos hacer algo para menguar el efecto perjudicial de tanto estrés y convertirlo en un factor de motivación personal? Y a continuación: ¿Pueden las organizaciones capitalizar este factor, haciendo que se convierta en un elemento dinamizador de la productividad?

 

Ambas tienen una respuesta positiva. Pero para que así resulte, deberían analizarse cuáles son las causas del estrés en una situación concreta, fuere personal u organizacional, para a continuación, buscar la neutralización, o la eliminación, así como la canalización del factor estresante hacia conductas y acciones favorables a las personas y su entorno.

 

Dependerá entonces de la capacidad de respuesta de cada individuo y de su entorno laboral más próximo, para que los factores estresantes terminen siendo factores motivacionales. Esta cuestión es la clave de una convivencia pacífica e incluso reconfortante para un grupo humano, a pesar de que las condiciones del otro entorno, el externo, no le sean propicias, como es la situación actual de crisis global en la que estamos inmersos.

 

El estrés es básicamente un proceso de motivación desde que requiere un determinado mecanismo de adecuación a las diferentes demandas. Nos referimos a los factores externos.

 

La motivación debe interpretarse como un proceso que potencia, al mismo tiempo que dirige la conducta (la acción humana) hacia un objetivo. En cambio, las emociones son experiencias subjetivas: sentimientos que acompañan los estados emocionales.

 

Es evidente, que esto relaciona el estrés con las emociones, pero no puede extraerse de esta relación la conclusión de que el estrés sea considerado en sí mismo una emoción, aunque cada uno puede experimentar diferentes emociones como consecuencia del estrés, por ejemplo, enojo, ira, desasosiego, etc.

 

El Proceso Cognitivo

El proceso cognitivo es el proceso mental por el cual una persona hace una evaluación de una determinada situación. Puede ser una valoración primaria, en la cual reconoce si es buena o mala, si representa una amenaza o un desafío, etc.

 

En una segunda valoración, la secundaria, se pregunta cómo va a enfrentarse a ella. Cuáles serán los métodos a utilizar, teniendo en cuenta los recursos con los que cuenta, sean intelectuales o no.

 

Entre estos recursos cuentan: su estado de salud física, su condición anímica, su relación familiar, su entorno de amistades y laboral, así como también aspectos materiales, como sus recursos financieros, solvencia, etc.

 

Cada vez que haga la apreciación secundaria de los recursos que tiene, para afrontar las diferentes situaciones en circunstancias en las que le son favorables todas aquellas cuestiones referidas (salud, amigos, trabajo, solvencia, etc.), su control sobre la situación, independientemente de cuál sea el factor o factores desencadenantes de estrés, será mucho mayor de aquellas otras personas que tienen ausencia total o carencia de algunos de dichos recursos.

 

Aquel proceso cognitivo de diagnóstico preciso de la situación y de ser consciente de qué recursos van a utilizarse para afrontarla, en primer lugar bloqueará o eliminará el factor o factores desencadenantes del estrés personal, para después canalizarlo hacia un valor motivacional del cual dependerán a su vez, la capacidad de transformación de los mismos u otros factores de estrés del resto del grupo, o de un equipo muy concreto de trabajo.

 

En todo caso, permitirá situaciones de control de estrés ambiental muy favorables que lleven a la organización, a preocuparse más en cómo orientar y dirigir el talento y la motivación, que es muy diferente a invertir un tiempo que es escaso, en cómo resolver los problemas de tal o cual grupo de personas.

 

Factor educacional, aprendizaje y estrés

Es indudable que a mayor desarrollo educativo de una comunidad determinada, los valores motivacionales y la conducta estarán determinados por un aprendizaje continuo. Y aquí entran todas las herramientas que los expertos en estrés ambiental han ido introduciendo para disminuir y neutralizar los factores estresantes, para que se adaptan mejor los procesos de respuesta cognitivos a las situaciones adversas, lo que se llama "reestructuración cognitiva".

 

Esto implica una acción determinada frente a aquella circunstancia, lo que se llama "modificación de conducta", sin dejar de considerar los aspectos biofísicos y psíquicos que pueden alterarse en mayor o menor grado, como resultado de la respuesta a una presencia de aquellos factores estresantes.

 

Jean Piaget decía, que "el conocimiento deriva de la educación en sí misma y de la propia experiencia". En el ámbito organizacional, el valor experimental equivale a muchas horas de conocimiento teórico, y cuánto más formado y preparado está un grupo humano, mejor podrá reorientar las energías y acciones diarias hacia los procesos de mejora continua que beneficien a la organización, pero también a sus miembros.

 

El grado de compromiso de una organización con su gente debe ser simétrico en cuanto a esfuerzo con el grado de compromiso que las personas tienen con aquella. La falta de simetría, en la mayoría de los casos, provocada por la organización, no ayuda a que las personas puedan controlar mejor los factores de estrés y pone en serio riesgo los factores motivacionales individuales y de equipo.

 

Comprometer es participar, compartir objetivos y filosofía, saber que se va en determinada dirección, y que la tensión que se siente en el ambiente, es un estrés positivo que está siendo canalizado por cada uno de los integrantes de un equipo en aras del éxito de su misión.

 

El líder de un equipo, así como el líder de una organización, deben liberar de ataduras que limiten las habilidades y predisposición de las personas en sus respectivos puestos de trabajo, porque es la vía más corta para que salga a relucir el talento humano, buscando cómo hacer mejor un determinado procedimiento, en beneficio de un equipo, de un departamento y de la empresa en su conjunto.

 

El liderazgo orientado a la creación del talento, es decisivo en cualquier organización cuya meta sea la excelencia. Las empresas más competitivas cuidan que sus ambientes de trabajo y las relaciones entre equipos y de éstos con la dirección, se desarrollen dentro de un marco de ambiente cordial, relajado y de apoyo recíproco entre todos los miembros.

 

Un estado saludable de la comunicación interna en todos los niveles de la empresa, en particular en el seno de los equipos de trabajo, fomentará aquellos niveles de compromiso y participación que exigen las circunstancias para ser competitivos.

 

El factor motivacional derivado de una energía potencial generada por mantener "el nervio" necesario para afrontar las tareas y responsabilidades diarias, es haber transformado aquel estrés dañino en una fuerza aglutinante positiva que incrementa el rendimiento de las personas y la eficiencia operativa global de la organización.

 

José Luis Zunni es Director Edición Online ECOFIN. Miembro dela Junta Directivade Governance2014. Coordinador académico dela Rede Latam. Conferenciante. Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management dela EENy coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DELA EEN. Analistade la realidad actual y especialmente en los aspectos económicos, políticos y sociales, Experto en Management y formador de directivos y profesionales en las técnicas de liderazgo.

Eduardo Rebollada Casado es miembro dela Junta Directivade Governance2014. Autor y conferenciante. Consultor y analista de la realidad social, política y económica. Co-autor con José Luis Zunni de más de 100 artículos de Management y liderazgo.