Al Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, le escuché en una presentación de una de sus obras en la Casa de América en Madrid en 1996 –mismo año en que recibió el Premio Cervantes de Literatura-, que los “escribidores” como él se define, en sus narraciones en las que crean una ficción de un mundo que en realidad no existe, lo que hacen es contribuir a que sea el hombre el que pueda construir una realidad mejor, a partir de las lecturas y enseñanzas de la buena literatura. Siempre me ha parecido una descripción brillante de la función de los escritores en la sociedad.
Cuando escucho a los políticos haciendo gala del estado de derecho y la democracia, me vienen a la memoria diversas obras en las que los autores, incluso en las de corte biográfico, introducen con el poder de la palabra, el mecanismo maravilloso de la ficción, para entender mejor un determinado proceso histórico.
En cuanto a algunos procesos revolucionarios que han permitido que hoy disfrutemos de libertad, al menos en gran parte del mundo, incluso en circunstancias extremadamente adversas, han sido fuente de inspiración para los intelectuales de la pluma.
En el libro “Los hombres de la Revolución Francesa” de Louis Madelin, se habla de un grupo de iluminados quienes forjaron la Revolución, y también aunque parezca mentira, la degradaron hasta llevarla al total paroxismo del terror. Basta analizar los perfiles de personas como La Fayette, Mirabeau, Talleyrand, Danton y Robespierre, para comprender que ocuparon el centro de la escena, pero finalmentefueron cruelmente expulsados de ella.
El espíritu de la Revolución Francesa estaba en los hombres que hicieron la revolución, pero es Danton sin duda, el que destaca en la obra teatral de Georg Büchner “La muerte de Danton”, en la que se rememoran los acontecimientos de 1794 en el París revolucionario.
La genialidad del dramaturgo alemán, le pone el sello que tienen todas las obras maestras. Pero más aún, pueden hacerse de ella diversas interpretaciones, sean históricas, filosóficas o políticas. Probablemente la que más me interesa es la que refleja la tragedia humana enmarcada en una época de la historia en aquellos años posteriores a la Revolución Francesa, más proclives a que se cruzaran tanto los límites de la razón como de la moral. Años en los que había una clara tendencia a la autodestrucción de los procesos revolucionarios.
Se ve un claro paralelismo con el mundo desarrollado de hoy, cuando cruzamos el límite al cual no debería haberse llegado nunca: la repugnante e injusta distribución de la riqueza y una cultura de servilismo hacia los poderosos poderes económicos, o mejor dicho, ¡los auténticos poderes no de derecho, pero sí fácticos! A tal punto, que en la nueva edición del FORO DE DAVOS que tendrá lugar esta semana, se tratará por segunda vez el problema de la inequidad económica, la pobreza y el crecimiento.
Danton es reflejado por Büchner como poseído por un especial fatalismo, mientras que a Robespierre, le atribuye un fanatismo revolucionario. En medio, el dilema moral de si la muerte es un medio o un fin. El dilema moral y ético actual no está en la muerte per se, sino en los procesos que indefectiblemente llevan a la muerte civil y pone contra las cuerdas a millones de personas que año tras año van quedando sumidas en la pobreza, especialmente en los países ricos en los que se ha destruido en parte la clase media como consecuencia de la crisis. De más está decir, en el mundo subdesarrollado y en vías de desarrollo, que ya es insultante el nivel de desequilibrio social y económico.
Büchner introduce las propias palabras de Danton “Es necesario que haya escándalo, pero ¡ay de aquél por quien venga el escándalo! Es necesario, de ese “es necesario” se trata. ¿Quién maldecirá la mano del “es necesario”? ¿Quién ha pronunciado ese “es necesario”, quién? ¿Qué es lo que en nosotros fornica, miente, roba y asesina?”
Danton fue acusado y ejecutado el 5 de abril de 1794 por Robespierre, presidente del Comité de Salud Pública, de los cargos de corrupción y alta traición.
Danton le pidió que cesaran las ejecuciones, pero a los ojos de Robespierre tal cosa seguía siendo necesaria, y lo fundamenta diciendo: “En una República, el vicio no es solamente un delito moral, sino un delito político; el vicioso es el enemigo político de la libertad, siendo tanto más peligroso para ésta, cuanto mayores sean los servicios que aparentemente les preste”.
¿No les suena familiar esto de que el vicio (mejor dicho la corrupción) transgrede el límite de la moral y se convierte en un enemigo de la sociedad, coartando la libertad porque ha invadido la zona de los derechos de los ciudadanos, por el abuso descarado del poder y la falta de escrúpulos. Libertad e impunidad no son sinónimos….¡verdad de perogrullo!
En un momento cumbre de la obra, responde Danton a Robespierre: “¡Tú, con tu virtud! Jamás has tomado dinero, jamás has contraído deudas, nunca has dormido con una mujer, siempre has llevado una levita decente y nunca has estado borracho. Robespierre, eres de una probidad indignante. A mí me daría vergüenza pasearme treinta años entre el cielo y la tierra, siempre con la misma fisonomía moral, sólo por el rastrero placer de hallar a otros peores que a mí”.
Y agrega: “Robespierre es el dogma de la Revolución, a él no se le puede eliminar. Tampoco sería posible. Nosotros no hemos hecho la Revolución, sino que la Revolución nos ha hecho a nosotros. El resultado de la revolución es que ésta engulle a sus hijos, a los mismos que ha creado en virtud de su consumación”.
Sres. políticos…todo proceso de transformación social y económica, aunque no estemos inmersos en una revolución al estilo de la Francesa, puede devorarse a sí mismo como según Danton la Revolución engulló a sus dirigentes, cuando se olvidan los fines para los cuales se inició: en la Francia revolucionaria, la conquista de la libertad; en la Europa del siglo XXI, la pérdida de viejas conquistas sociales (malo) pero peor aún, el sometimiento a las clases medias y trabajadoras a sacrificios que en países como España, ya eran cosas del pasado. Si hay niños desnutridos, uno de los peores males al que estamos asistiendo, aquella transformación que se nos vende se está engullendo ella sola a sí misma, y terminará en un fatal desenlace por responsabilidad única y exclusiva de sus dirigentes.
Danton dijo que era inmortal porque él representaba al pueblo y el pueblo es inmortal. Cuánta es la cuota de dolor y sacrificio que se tiene que soportar hoy, para que se demuestre, como de hecho ocurrirá, que el PUEBLO ES INMORTAL.