Las gigantescas operadoras estadounidenses y chinas de telecomunicaciones podrían engullir a las europeas, más pequeñas y que pagan la crisis con más apalancamiento y devaluaciones bursátiles. La consolidación, ya iniciada, es la única defensa europea. Contamos las reglas del juego.
LA SITUACIÓN: El sector europeo de las telecomunicaciones es el único mundial que no crece en ingresos a pesar de la explosión del tráfico de datos. Se están cumpliendo las previsiones de IDC sobre la caída del 10% de las ventas europeas entre 2008 y 2016, el crecimiento del 35% del mercado de América del Norte y el crecimiento del 40% del de Asia-Pacífico. La realidad española ha sido peor, la facturación del mercado ha caído un 20%. La caída de los ingresos ha obligado a las operadoras europeas a un aumento del endeudamiento para mantener la inversión en las redes de nueva generación (4G móviles y fibra óptica en redes fijas) La situación ha empeorado los valores en bolsa hasta ponerlas a tiro de OPA de gigantes europeos o chinos.
LA ESCALA: Europa es un mercado formado por 27 países con una maraña de reglamentos y barreras de todo tipo que restan competitividad, e incluso impiden, realizar inversiones con un horizonte europeo y resta competitividad a las empresas que quieren competir en el mercado mundial. En este supuesto mercado único operan 339 operadores de comunicaciones móviles y 80 de comunicaciones fijas. Los gigantes estadounidenses como ATT (triplica y hasta cuadruplica el valor bursátil de los operadores europeos) pueden serlo porque trabajan en un mercado sin fronteras de 310 millones de consumidores. En Estados Unidos hay 9 operadores móviles y 16 para las comunicaciones fijas.
LA FISCALIDAD: Los operadores europeos han denunciado tener una presión fiscal desmesurada por su carácter nacional para afrontar el mercado digital. Compiten en inferioridad de condiciones con gigantes digitales como Google, Facebook o Amazon que monopolizan sus mercados, y han tejido redes tributarias para pagar impuestos en países distintos a los que operan que tienen opacidad fiscal. Un estudio de Price Waterhouse señala que el gasto total asociado a las cargas tributarias equivaldría a un 43,7% de los beneficios de las operadoras en España.
MERCADO ESTRATÉGICO: El mercado de las telecomunicaciones es estratégico para todos los gobiernos europeos, y no quieren que sus empresas queden fuera del ámbito europeo. Los operadores cumplen la obligación legal de conectar a todos los ciudadanos con independencia de la rentabilidad económica de hacerlo, y llegar a determinados clientes que habitan en sitios aislados y de difícil orografía les supone una inversión que nunca llegan a rentabilizar. Las redes de telecomunicaciones soportan la actividad económica de cada país, y los gobiernos quieren saber que sus dueños son accionistas que responderán a las necesidades del mercado.
CONSOLIDACIÓN ANTES QUE COMPRA: Europa no quiere quedarse sin operadores, dado que se ha quedado sin fabricantes de telecomunicaciones (están concentradas en Asia), y carece de empresas fuertes digitales (están concentradas en Estados Unidos). La consolidación del mercado europeo es vital para aumentar el tamaño de las operadoras, única forma en que pueden defenderse de posible OPAS.
LA UE INTERVIENE: El gobierno de la Unión Europea está sentando las bases para culminar en un mercado único de las telecomunicaciones europeas, paso imprescindible para tener un continente con seis grandes players y tres redes completas, número que los expertos apuntan como óptimo. Se da 2020 como año de la culminación de la consolidación, un camino demasiado complicado como para hacerse en siete años. Las autoridades europeas han prometido simplificar las 28 normativas europeas para invertir en redes con una mera autorización, y abrir la mano para que las operadoras realicen sus fusiones y compras. Otra medida para realizar el mercado único es quitar el roamming, con lo que desaparecerían los elevados precios de las llamadas internacionales, y aumentaría la competitividad de las empresas europeas. Esta medida ya ha sido contestada por los operadores porque el roamming supone 1.600 millones de euros anuales para las operadoras, pérdida demasiado dura para estos tiempos de crisis. Demasiadas aristas de un camino largo y complicado.