Los empresarios de medios tradicionales siguen resistiéndose a abandonar la mentalidad de la vieja escuela. Tal y como sucede con los responsables de las organizaciones de noticias, los editores de libros electrónicos no son conscientes de todas las posibilidades que puede ofrecer un e-book para mejorar la experiencia del lector. ¿Por qué leer en píxeles si no aportan características nuevas a las plataformas de lectura convencionales?
Cuando nos conectamos a Internet, un mundo de posibilidades se presenta ante nosotros. La experiencia del usuario en la red incluye desde textos escritos hasta fotografías, vídeos, audios o gifs animados. Si estamos en la web de un periódico, esperamos encontrar algunos de estos elementos adicionales que completen las informaciones que ya han sido leídas por la mañana en la versión en papel.
Pero los responsables de las empresas informativas tradicionales aún no han explotado convenientemente estas posibilidades. Aunque la tecnología ya lo hace posible, la experiencia del usuario al pasar del papel al formato digital no añade novedades importantes que harían que el lector mejorara su acercamiento a la lectura.
El profesor de Periodismo y Política de la Universidad de Duke, Bill Adair, ha reflexionado sobre esta problemática tras sustituir sus lecturas veraniegas tradicionales por ediciones digitales. Considera que, si bien la venta de ebooks puede suponer para los periódicos una fuente de ingresos a tener en cuenta, sería necesaria la introducción de alguna mejora para que su adquisición fuera masiva.
Al aproximarse a un libro, el lector imagina cómo son sus personajes, recrea ambientes, se sumerge de lleno en la historia. Con la lectura a través de un ebook reader se establecen más distancias, la pantalla se convierte en un elemento que separa al lector de su historia físicamente, como cuando el usuario se acerca a leer las noticias en la versión online de un diario. Por lo tanto, lo que busca el lector es encontrar otros alicientes que le hagan optar por esta opción y que espera encontrar en una plataforma digital.
Esto no ocurre así en la mayoría de los casos. La tecnología existe, pero los editores se muestran reacios a utilizarla. Apple lanzó en 2012 iBooks Author, una herramienta para crear libros electrónicos interactivos que también tiene mucho potencial para la confección de reportajes periodísticos. Pero a excepción de grandes empresas como HarperCollins, Penguin o Simon & Schuster, el resto de editores no se ha atrevido a dar el salto definitivo en la creación de libros multimedia.
Bill Adair pone dos ejemplos de lecturas veraniegas que habrían sido mucho más ricas con la inclusión de estas novedades. La última biografía publicada de Springsteen, “Bruce”, podría haber incluido audio en los momentos en los que se menciona alguna canción determinada. Incluso sería bien recibida la introducción de alguno de sus vídeos musicales más conocidos o declaraciones suyas. Lo mismo ocurre con “Inferno”, de Dan Brown. La mención en el libro de diferentes puntos geográficos podría estar acompañada en su versión digital de mapas interactivos. Y si una novela tuviera su réplica en el cine, también podrían incluirse escenas del film en cada capítulo.
Cuando Adair trasladó al biógrafo de Springsteen este tema, Carlin reconoció que le hubiera gustado realizar una versión multimedia, pero que esto supondría un coste adicional importante por culpa de los derechos de publicación que se derivarían de su inclusión.
Aún queda mucho por hacer. Lo fundamental es que se produzca un cambio de mentalidad en los magnates de la prensa tradicional y sean conscientes del tremendo potencial de los libros electrónicos. Una vez vistas las posibilidades de negocio, los problemas con las licencias de publicación se resolverían de forma natural, con la inclusión de fragmentos en lugar de audios o vídeos completos o con la firma de acuerdos con iTunes, YouTube y las grandes compañías audiovisuales.