A principios de enero, la Comisión Federal de Comercio (FTC) cerró sus casi dos años de investigación sobre Google. Por unanimidad, los miembros de la Comisión señalaron que Google, que alega a favor de sus propias funciones de búsqueda verticales en los resultados que muestra, no comete una violación antimonopolio. Albert A. Foer, presidente del American Antitrust Institute (instituto antimonopolio) y Sandepp Vaheesan, consejero especial, han redactado un artículo sobre el caso de Google recogido en una edición del “Journal og European Competition Law & Practice”.
El artículo sostiene que la FTC reconoció que las modificaciones del algoritmo de búsqueda fueron pensadas meramente para ofrecer resultados más informativos. Alegó también que el daño a la competencia es un “subproducto común” de competencia basado en los méritos.
Aún así otras investigaciones sobre las prácticas de Google continúan en otras jurisdicciones como la Comisión Europea (CE) y la Comisión de Comercio Justo de Corea (KFTC). Gracias a un acuerdo propuesto por la CE, Google se comprometió a mostrar tres sitios verticales no relevantes ni vinculables con su propia compañía en los resultados de búsqueda. Muchos competidores, así como el propio motor de búsqueda, no están contentos con la propuesta.
Sería absurdo que Google violase alguna ley antimonopolio porque se encuentra bajo una supervisión continua. Por ello revisa constantemente sus algoritmos para mejorar sus resultados de búsqueda, cambios que las autoridades de defensa de la competencia no son capaces de revisar. Contra eso, un remedio estructural sería ceder a Google sus sitios de búsqueda verticales y limitarse a controlar los de búsqueda general. Esto reduciría el incentivo de la empresa a modificar su algoritmo para favorecer su oferta de búsqueda vertical.
Actualmente, Bing de Microsoft es el principal competidor de Google, que le limita para manipular los resultados de búsqueda. Sin la presencia de Bing, Google tendría el poder de cambiar su algoritmo de búsqueda teniendo menos en cuenta las preferencias de los usuarios.
A pesar de las limitaciones de la ley de defensa de la competencia, los gobiernos de todo el mundo no pueden hacer nada para preservar un Internet con varios motores de búsqueda. Pero para promover el interés público en el acceso libre y abierto a la información en Internet, deben usar su poder para asegurar la supervivencia a largo plazo de Bing y de otros motores de búsqueda más pequeños. Podrían pactar con proveedores de TI para convertir a Bing en el motor de búsqueda predeterminado de millones de ordenadores del gobierno. Esta política aumentaría los visitantes de Bing y lo convertiría en un recurso más atractivo para la búsqueda.
Los críticos de esta propuesta alegan que sería un intento sin precedentes para “elegir a los ganadores” ya que las leyes antimonopolio deben proteger contra la colusión y la exclusión. Por otra parte, si Google resulta ser un monopolio natural debido a las economías de escala y alcance, la regulación de servicios públicos tiene importantes deficiencias.
Como principio general, los gobiernos no deben ofrecer apoyo directo a algunas empresas, pero el caso de Google nos obliga a considerar todas las alternativas, como el uso deliberado de los recursos públicos para mantener la elección efectiva de las fuentes de información en Internet.