Martes 02 de septiembre de 2014
No hablamos de gastronomía, sino de tecnología. FG lanza un nuevo órdago para reconvertir al sector financiero, a su banco, a España y a todo el planeta. ¡Llega la revolución espagueti!
Si otros amenazaron a un país entero con tan sólo un clavel entre sus manos, Francisco González (FG) amenaza con la revolución cultural a 110.000 trabajadores del BBVA enarbolando tan sólo un puñado de espaguetis: “¡Vamos a acabar con las plataformas espagueti!, con los sistemas envejecidos y con los parches que no sirven para nada y rompen la necesaria movilidad, que es la puerta de potenciales clientes a los que no puede acceder la banca tradicional.”
El presidente del BBVA es un visionario que amenaza de nuevo. La verdad es que en la historia de sus 17 años de gestión del banco azul, FG se ha convertido en el eterno predicador del cambio: “Las reglas del juego han cambiado, el mundo necesita servicios bancarios pero no necesariamente necesita a los bancos”. Sin embargo, la realidad es tozuda y aunque llenó la teletienda del BBVA de vajillas, pisos en la playa y vaporettas, la verdad es que sus continuos modelos futuribles de oficinas piloto no han parado de anunciarse y cerrarse casi con la misma celeridad. El último lo tengo en la esquina: ideal para ver un partido de fútbol, pero con asepsia de hospital para que a nadie se le crucen los cables e imagine que pueda solicitar un crédito. Eso sí, ya no tiene ni teletienda, ni cafetería, ni agencia de viajes… como los anteriores pilotos. Sin embargo, el que la sigue la consigue y ahora su novísima bandera es la ‘revolución espagueti’.
FG lanzó la piedra durante su reciente intervención en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander. Sus asesores de comunicación no lo entendieron muy bien y, por ello, no lo trasladaron ni a la Sala de Prensa del banco, ni a su comunicado oficial. Por su parte, a toda la prensa económica presente en la sala le produjo un cierto desconcierto, dudas y, finalmente, miedo a lo desconocido. Nadie trasladó el rumor de pasillo a un titular de sus medios impresos, on line o confidenciales.
El punto de partida de FG es que sus clientes “quieren una banca más flexible, más ágil, más eficiente, más conveniente”. Y su miedo es a la nueva competencia no bancaria: “Una nueva liga de competidores está emergiendo”, en la que señala con el dedo a Google, Microsoft, Paypal… En la nota oficial remachan: “Se trata de compañías, en su mayor parte procedentes del mundo online, con gran reconocimiento de marca, sin problemas de reputación como los bancos, con millones de usuarios y sin la carga (‘legacies’) de redes de distribución y sistemas ineficientes y obsoletos”.
¿Cuál es la respuesta de FG a la amenaza tecnológica latente? ¡La revolución de las plataformas espagueti!: “Una transformación profunda, una transformación tecnológica pero también organizativa y cultural; una transformación que les ayude a recuperar y preservar su reputación sobra la base de la equidad, la transparencia y la integridad en la relación con los clientes. Los clientes quieren que su banco les proponga nuevas soluciones, no que se las imponga”.
Pero, ¿en qué consiste esa revolución espagueti? FG gusta de escuchar y citar a los grandes gurús norteamericanos y a los empresarios de éxito como Warren Buffett y Bill Gates. Pues bien, el modelo que cita FG procede de la revolución llevada a cabo en el seno de una empresa llamada Oticon en agosto de 1991. Su reto también fue tecnológico, como en el caso del BBVA. Querían realizar una revolución cultural para transformar un fabricante tradicional de audífonos en el mayor fabricante mundial de audífonos completamente digitales. Y en la primavera del año 1992 ya habían obrado este milagro. ¿Cómo? Gracias al modelo denominado de ‘organización espagueti’.
Todos conocemos lo que son los espaguetis: varillas rígidas que representan una organización jerárquica, lineal, paralela e incomunicada. En resumen, una organización espagueti tiene ‘trabajadores espagueti’ (no cocidos) que están acostumbrados a la jerarquía. La revolución viene con el agua hirviendo. Cuando los espaguetis se cuecen, pierden su rigidez y comienzan a establecer contactos con decenas de otros espaguetis en comunicaciones informales, cortas y enriquecedoras para la organización. El impulso del organismo es similar al de una red neuronal, sin grandes estructuras jerárquicas y una gran descentralización, motivación y autoestima de los empleados. Es el modelo ideal de cualquier gestor, aunque no todas las organizaciones sirven para un modelo así. ¿Un banco con más de 100 años de historia y presencia en 32 países podría asumir esta elasticidad?
En el caso de Oticon, el tiempo de desarrollo de nuevos productos se redujo a la mitad y la orientación a la gestión del conocimiento desarrolló un nuevo modelo de dirección basada en la cooperación y no tanto en la competencia. FG ha visto las barbas de su vecino quemar y lo tiene claro: “Sólo aquellos bancos –y vamos a ser pocos- capaces de abordar con éxito esta doble transformación sobrevivirán en la nueva industria financiera: una industria mucho más abierta, exigente y competitiva, pero que ofrecerá grandes oportunidades, asociadas al crecimiento global y de las posibilidades de atender a las necesidades de muchísimas más personas en todo el mundo”.
Un cambio que “hará posible la construcción de un nuevo sistema financiero mucho más transparente, eficiente y accesible, capaz de atender mejor a las necesidades de todos los usuarios. Y capaz, por tanto, de contribuir al crecimiento sostenido y a la mejora del bienestar de todos los ciudadanos”. Y en esa utopía ideal, la multicanalidad queda obsoleta y nace la omnicanalidad: “Ahora todo está conectado en todas partes gracias al móvil”.
Creo que nadie discute a FG el análisis de la situación, y quizá tampoco el acierto del camino señalado: ¡la revolución espagueti! La pregunta es: ¿están preparados el BBVA y el resto de grandes empresas españolas para asumir una metamorfosis tan radical? ¿Los trabajadores y los sindicatos españoles tienen la flexibilidad suficiente para asumirlo? ¿La transformación de una actividad industrial puede aplicarse a una empresa de servicios financieros, regulada y vigilada por organismos nacionales e internacionales?
Demos tiempo a FG para ver hasta dónde es capaz de llegar con su revolución basada en verter agua hirviendo en su actual plataforma espagueti con 110.000 empleados hechos de pasta cruda.
Si se atreve a echar agua hirviendo al BBVA será un loco o un héroe, en función del éxito; pero en cualquier caso, un valiente.
O eso digo yo.
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Salvador Molina
Presidente de la Asociación de Profesionales de la Comunicación (ProCom)
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