Actualmente estamos rodeados de diminutos dispositivos inteligentes capaces de captar información sobre nuestros hábitos de vida. Lo más llamativo es que están comenzando a conectarse entre sí, y pronto podrán ser capaces de resolver nuestros propios problemas.
Cabe destacar la acción de Alex Hawkinson, empresario que ha sido capaz de ir un paso más allá. Como señala la revista “Wired” ha conseguido dar vida a un objeto inanimado, su propia casa en Great Falls, Virginia. La ha convertido en un sistema nervioso donde todas las piezas y habitaciones se encuentran conectadas.
Este se puede considerar el lenguaje del futuro, donde las máquinas son capaces de “hablar” entre sí y coordinar sus actividades. Una década tras el descubrimiento del Wi-Fi y cinco años después de la revolución de los smartphones, estamos viendo el surgimiento de una era en la que los elementos cotidianos de nuestra vida pueden conectarse entre sí sin necesidad de cableado. Es una fábrica donde cada máquina y cada habitación se retroalimentan de información para resolver problemas concretos dentro de la línea de producción.
En su casa, Hawinson ha conectado más de 200 objetos a su sistema denominado “Smart Things”. Se trata de un proceso tan avanzado que puede incluso avisar con un mensaje a su esposa cuando se va a trabajar, así como avisar a su hogar de iniciar un proceso de refrigeración.
Muchos tecnólogos han intentado nombrar este nuevo fenómeno emergente, y la mejor definición es que estamos construyendo un “mundo programable”, donde la interacción de los objetos se convierte en un sistema coherente, una sola máquina gigante.
Pero para alcanzar este sistema necesitamos pasar por tres etapas.
- La primera etapa está impulsada por diversas fuerzas económicas y consiste en colocar los dispositivos en la red y conseguir más conexiones inalámbricas para extraer datos de los procesadores existentes. Por esa razón más de la mitad de los gadges presentados este año en el “Consumer Electronics Show” poseían conexiones inalámbricas. El año pasado cerca de 700 teléfonos inteligentes ya se podían comunicar con los sensores cercanos a través de múltiples idiomas inalámbricos.
Decenas de productos han aparecido para desbancar el Bluetooth, que salió al mercado en 2011. Algunos de ellos son relojes, monitores de gimnasio capaces de captar el ritmo cardiaco y algunas zapatillas de la marca “Nike” que emplean sensores de presión para enviar los datos de los entrenamientos a los propios teléfonos. El proyecto denominado Asthmapolis emplea un sensor conectado a un inhalador para el asma, lo que genera información sobre dónde se pueden producir los ataques. Otra revolucionaria tecnología cuyo uso se está extendiendo es NFC, que permite realizar pagos a través de smartphones.
El gobierno chino también tiene grandes expectativas en este campo desarrollando proyectos que en 2025 conseguirán mil millones de dispositivos conectados en red en los sectores industriales y consumo combinado.
- La segunda etapa a seguir para conseguir el desarrollo tecnológico es hacer que los dispositivos se basen en otros y coordinen sus acciones para realizar sus tareas sin intervención humana, o lo que es lo mismo, conseguir una automatización real. Alex Hawkinson propone un gráfico donde todos los objetos de nuestras vidas adquieren conexiones subyacentes. Un ejemplo de ello sería un sistema de riego conectado a la red, junto con un sensor de humedad del suelo; ambos se complementarían de forma automática para realizar eficientemente sus funciones. El modelo que plantea es que, todos los movimientos que ejecutamos diariamente responden a un patrón, y que, automatizar algunas de esas acciones nos haría la vida más fácil.
En este campo “Qualcomm” ha creado un producto llamado Tagg, herramienta de seguimiento que supervisa movimientos de las mascotas durante la ausencia de sus dueños para estimar los niveles de actividad y alertar si se alejan demasiado del hogar.
Dennis Crowley, CEO de Foursquare, aplicación social basada en la localización, piensa en la ubicación como una “X” gigante en la Tierra que se va haciendo más pequeña con las mejoras tecnológicas, ya que, por ejemplo, actualmente Google Maps permite navegar por el interior de las tiendas.
- La tercera y última etapa es entender todas las partes conectadas como un único sistema programable, creando complejas interrelaciones que también unan a los objetos con otras fuentes y análisis de datos externos.
El sistema montado por Hawkinson tiene una toma de corriente que escucha los comandos, ya que está conectado entre la pared y los dispositivos de alimentación mediante “Hub SmartThings”, que incluye Wi-Fi, Bluetooth y las tecnologías ZigBee y Z-Wave.
Hay varias iniciativas en marcha para estandarizar cómo los objetos hablan entre sí. Dos proyectos encabezados por Qaulcomm y MQTT están tratando de crear un HTTP para otorgar a los objetos inteligentes un lenguaje común para coordinar sus acciones. La estrategia de Hawkinson, sin embargo, es hacer un centro de traducción universal para descifrar los distintos idiomas mediante múltiples protocolos inalámbricos.
Los termostatos diseñados por Hawkinson son inteligentes y están basados en sensores y patrones históricos para ahorrar energía, haciéndole la competencia a “Nest”, la empresa de electrodomésticos conectados más exitosa del mercado. Con la nueva plataforma, las conexiones pueden averiguar en qué habitación nos encontramos e incluso identificar a los miembros de la familia (gracias a las temperaturas)
Además de ese sistema Hawkinson propone un servicio de seguridad de bajo coste coordinado a través de la alarma de SmartThing.
Esto finalmente se resume en el poder que ejercerán desarrolladores y empresarios en el campo de los objetos físicos. Pero hay muchos peligros que acechan el futuro de los objetos conectados, empezando por los hackers y sus grandes hazañas como “Stuxnet” y “Flame”.
Alex Hawkinson ve la seguridad como un problema, pero no como una amenaza existencial. Su innovación “Hub SmartThings” así como todos los datos de la nube están cifrados, lo que supone una gran complicación para interceptarlos y mucho más para modificarlos.
La complicación más grande es la privacidad; aunque hayamos sucumbido a colgar nuestras informaciones en el mundo virtual no significa que vayamos a querer hacerlo en el mundo físico, ya que nuestras interacciones con objetos captan cada vez más datos. Pero al igual que con las redes sociales, estas preocupaciones sobre la privacidad en un mundo sensor conectado serán compensadas por las ventajas que otorga.
Otro problema es el recargo y sustitución de las baterías de los dispositivos. El mayor desarrollador de “SmartThings” espera que en unos años presenciemos el lanzamiento comercial de la tecnología de acoplamiento magnético, gracias a la cual los dispositivos se cargarán a distancia en una estación de carga.
Esta innovación cambiará la forma en la que tratamos los virtual y lo físico, aportándonos la capacidad de automatizar las actividades que hasta ahora hacíamos manualmente.