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El periodista MOJO

Martes 02 de septiembre de 2014

Acabo de descubrir que soy un MOJO. No, no estoy enfermo. Y tampoco pertenezco a una nueva tribu urbana, ni soy gótico, ni mod. Y es que nadie como un norteamericano para conceptuar la realidad. (No es contagioso).



MOJO es un ‘mobile journalist’,  el nuevo periodista que con un móvil monta una noticia desde la calle: fotos, vídeos, texto, reportaje o análisis. En fin, eso que durante varios meses vengo trabajando con otros colegas periodistas dentro de ProCom y la Universidad Complutense, y que simplemente llamábamos ‘Periodismo en Movilidad’.

Pues bien, el 90% de los neonatos al Periodismo no tienen otro sendero profesional que coger su fusil (su ‘smartphone’) y ponerse en movimiento entre los guerrilleros del periodismo del siglo XXI. ¡Somos los MOJO! Los todoterreno, los freelance y los paparazzi.

Hoy me escribía por las redes sociales Cynthia Mendoza y me describía con romanticismo profesional una reflexión que quiero compartir con todos los lectores de este blog: “En otros tiempos el periodismo era una misión no una carrera, las nuevas tecnologías han provocado la multiplicación de los media y como consecuencia ha causado que la información se convierta en una mercancía cuya venta pueda proporcionar importantes beneficios. Las nuevas tecnologías han cambiado las relaciones interpersonales, no digo que es una maldición, ¡es genial!”.

En estas palabras hay dolor y resistencia al cambio. Las reglas han cambiado, sí o sí. No es discutible. Es un hecho. Por ello, no podemos aferrarnos a viejos mitos de celuloide en blanco y negro. Si no que hay que aprovechar la libertad que nos traen los nuevos tiempos: máxima información, máxima divulgación y capacidad de influir ‘low cost’. ¡El periodista MOJO!!!

El debate ético, la búsqueda de la objetividad y el carácter liberal de la profesión de periodista no es algo que esté en entredicho por la irrupción de las nuevas tecnologías. Hay compañeros que intentan aferrarse a la paranoia de un revés profesional para descubrir fantasmas antagónicos con la profesión en la monetización de cualquier proyecto de medios sociales o medios digitales, o en la atomización de los medios hacia modelos de autónomos on line, o en la perversión del modelo de ‘becarios’ que hacen algunos grandes grupos de prensa.

Separemos churras de merinas y quedémonos con el núcleo gordiano de la realidad: libertad, low cost y que nos oigan hasta en las antípodas. ¿No era eso el sueño de cualquier periodista? (Si se levantara de su tumba don Mariano José de Larra!!!).

Hemos desposeído a los magnates de la prensa de su poder: los caros medios de producción y distribución de noticias; ya fueran rotativas y flotas de furgonetas o platós de televisión con postes repetidores o satélites. El coste de producción y distribución cabe en la palma de la mano: un teléfono inteligente (Smartphone).

Y no se trata de guerrilleros (MOJO) luchando contra tropas regulares (grupos de prensa), sino de libertad del periodista. Porque un MOJO puede trabajar para sí, para otro medio o para todos a la vez.

La libertad de prensa se ejerce hoy en todo el mundo gracias a los MOJO. Ningún país por militarizado que esté o censurado ideológicamente, puede resistirse a las ventanas que abren los mojos en sus murallas.

Miles de miles de MOJOS patrullan las calles de Siria, de China, de Irán, de Corea, de Boston, de Madrid o de Singapur. Todos somos informadores. El MOJO no es un periodista ciudadano, el MOJO es el periodista pertrechado de millones de informadores ciudadanos que le alertan de la noticia a través de las redes sociales que les conectan en su teléfono inteligente.

Los MOJO no son intrusos, somos nosotros, los periodistas. No confundir con eso informadores ciudadanos y anónimos que alertan de una catástrofe o un hecho noticioso. Ellos son muy necesarios. Son las fuentes de información de las que nosotros bebemos. Que nadie confunda churras con merinas, porque la información para que se convierta en reporterismo necesita de un filtro bien aquilatado por la ética, el oficio, el conocimiento, la libertad de expresión, la objetividad, el análisis contrastado de fuentes y otras muchas virtudes que no enseña la pura curiosidad, sino que se aprende en las aulas, en las redacciones y en la formación continua del buen profesional de la comunicación.

¿Quieres ser también MOJO? Llámame y juntos plantearemos batalla. O eso digo yo.

 

Otros post:

El periodismo en Movilidad resucita al muerto!

 

Salvador Molina

Presidente de la Asociación de Profesionales de la Comunicación (ProCom)

http://profesionalesdelacomuniacion.es/