La compañía estadounidense de comercio electrónico Amazon ha decidido eliminar los comentarios que los consumidores realizan a sus libros si los consideran sospechosos de ser falsos. Muchos autores ya han manifestado su desacuerdo. La libertad de expresión está en juego.
Internet es el medio más poderoso para difundir las opiniones de los consumidores sobre determinados productos. El problema de la red viene dado por el anonimato, con lo que las opiniones no provienen de una fuente concreta para lograr determinar su fiabilidad. De esta forma, muchas críticas son vertidas descontroladamente por usuarios que tienen otros objetivos distintos a la simple recomendación de la lectura de una obra. Amazon ha iniciado una campaña que intenta perseguir estas malas prácticas a base de un control que impida la publicación de comentarios que resulten sospechosos.
Un artículo publicado recientemente en The New York Times
señala el ejemplo de Harriet Klausner, la crítica más activa de libros, con un total de 25.000 comentarios. Para Amazon, es evidente que nadie puede leer tan rápido tal cantidad de libros y mucho menos que todos reciban unas alabanzas tan abrumadoras. La decisión de eliminar comentarios que puedan generar dudas, respondería a un intento de perseguir la mala fe de algunos usuarios y de que ningún autor se vea beneficiado o perjudicado injustamente por estas actuaciones.
Los autores no tienen el mismo punto de vista, ya que la mayoría de críticas borradas han sido las que les favorecían. El autor de novela negra, Weddle Steve, cuenta en su blog cómo escribió a Amazon tras ver que su crítica positiva a un libro de un compañero no era publicada. Aunque reconoce que la web tiene el poder para decidir qué comentarios se publican y cuáles no, relata que las razones que le dio la compañía no le resultaron convincentes. Amazon alega que se considerarán no aceptables críticas de libros que tengan un interés financiero o se realicen a un producto de la competencia, con lo que dejaría a los autores sin la posibilidad de dar opiniones sobre los libros de sus colegas, además de los editores y todo el que intervenga en la venta del producto.
Amazon abre así un debate en el que, por una parte está en juego la libertad de opinión de cualquier persona consumidora de un producto, independientemente del trabajo que desarrolle, pero por otro se pretende que ningún autor pueda verse beneficiado frente a otros con excesivos comentarios positivos sobre sus obras si no son reales. La línea entre la regulación y la censura es muy fina y Amazon corre el riesgo de atravesarla.