Los datos son irrefutables. Los periódicos catalanes, sectaristas donde los haya y defendiendo la secesión como si les fuera la subsistencia en ello, se sangran en su circulación. Tanto el Periódico de Barcelona como La Vanguardia, antes Española, han perdido casi un veinte por ciento de sus ventas.
Claro, como lo que no ingresan por ventas y publicidad la Generalidad, Arturo Mas, se lo compensa en forma de ayudas directas por favorecer la inversión lingüística y editorializar a su servicio.
Es extraño pero no es normal que las editoriales de diarios se vendan tan descaradamente como lo vienen haciendo en Cataluña desde tiempos de Pujol. A lo mejor los propietarios son compensados con otros negocios que les ofrece el gobierno regional.
En España, desde que llegó Felipe González, la prensa se ha ido vendiendo al poder, salvo excepciones, y en vez de reflejar asuntos de contrapoder ejercen descaradamente de botafumeiro del poder. Les da igual que los lectores huyan. Les da igual que no tengan credibilidad. Al final nos encontramos con unos periódicos vendidos cuyos resultados amenazan el cierre de los mismos un día de éstos. Y además el auge de periódicos on-line pone más en peligro a los dinosaurios que no han sabido adaptarse al nuevo cambio climático.
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