La rentabilidad de Internet, fuera de la publicidad con la que se forra Google, es mínima. El negocio, de verdad, vendrá con la Internet de las cosas, máquinas que hablarán entre sí para darnos servicios. Por eso pagaremos. Mientras tanto, recogemos migajas que no llevan a ninguna parte. Hay que rediseñar negocios, procesos, sectores y dar servicio. La era del producto ha pasado a mejor vida.
“La Internet social es de muy dudosa monetización, excepto Google que gana dinero con la publicidad. El gran modelo de negocio de Facebook, Twitter, Tuenti, Instagram, o el resto de los sites sociales, es ser comprado”, ha asegurado Roca. Lo que vemos ahora son migajas, el dinero de verdad vendrá con la Internet de las cosas. “En 2015 hablaremos con normalidad de la Internet de las cosas, sensores y máquinas que hablan entres sí, y ahí vamos a tener servicios muy prácticos por los que pagaremos”. Un ejemplo, le digo a mi GPS que voy a una dirección y quiero aparcar, a continuación me dice que tengo reservada una plaza de aparcamiento y me conduce hasta ella. Otro, la pulsera para diabéticos avisará enviará una ambulancia al lugar en donde se encuentre si entra en coma hipoglucémico. “La Internet de las cosas será monetizable”.
Mientras tanto, Roca es escéptico con la monetización de la web social. “No le veo negocio ni futuro a poner un me gusta, pero si no lo pones eres un carca que no entiendes nada”, dijo con humor. La mutación al mundo digital durará quince años, igual que el resto de las adaptaciones. “Sucedió con la aparición de la televisión y con la microinformática. Vivimos un proceso de reconversión industrial no solo en los medios sino en todas partes, ni uno solo queda fuera. Ahora trabajamos para digitalizar todos los negocios de todos los sectores, pero no es suficiente. Hay que redefinir la forma de hacer negocio de todos los departamentos de todas las empresas. Incluso el director financiero deberá ser experto en Internet”, enfatizó.
La digitalización es un menú servido en dos platos, según Roca. El primero es la sustitución digital y la propone la industria porque le interesa para ahorrar costes de proceso. “Nunca he visto a ningún ciudadano exigir tecnologías que desconoce, aunque cuando nos las sirven nos dicen que es mejor para nosotros. Es mentira”. Roca añadió que sirven las mismas cosas con el atributo digital, sin reformular la cadena de valor. “Eso no funciona así, hay que rediseñar el negocio de los productos y contenidos digitales hacia el servicio. No puedo limitarme a dar lo mismo en otro formato. Hay que personalizar, añadir valor. La transformación de la industria al servicio sí la exige la ciudadanía, pero viene a trompicones. Todo entra en crisis cuando lo sometes a la presión digital, y debemos rediseñarlo”. Puso como ejemplo del cambio a Spotify, que ofrece listas de música para socializar, compartir y usarlas en cualquier soporte y en cualquier momento, solo una canción o muchas. Por eso se paga.
Francisco Ruiz Antón, gestor de Políticas y Relaciones Públicas de Google en España y Portugal, defendió lo suyo. Aludió a un estudio de McKinsey para decir que por cada puesto de trabajo que se destruye, se crean 2,6 en Internet. La pregunta es ¿pueden vivir los trabajadores de Internet de los ingresos obtenidos?