No se puede cambiar el modelo productivo español sin tener ciudades inteligentes (Smart Cities). Es necesario sentar sus bases para implantarlas, y superar la etapa de parches de servicios inteligentes que vivimos. El alcalde de Santander, Iñigo de la Serna, ha hecho un llamamiento para que esto suceda. Sabe de lo que habla, el modelo de Santander para dotarse de inteligencia es reconocido en el resto del mundo. Un problema recordado por el ministro de Industria, la reducción presupuestaria que “se quedará con nosotros durante bastante tiempo". Los ayuntamientos deben coordinarse para abaratar las inversiones en inteligencia. ¿Llegaremos al impuestazo ciudadano, como ha sucedido en otros países?
La maltrecha coyuntura económica española estuvo sobre la mesa durante el Foro Smart City, cita de esta mañana para que el alcalde de Santander explicara su modelo. Le presentó el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, que reconoció la necesidad de tener grandes redes de telecomunicaciones para dotar de inteligencia a las urbes. Las ciudades que quieran ser competitivas y productivas “deben apostar por ser inteligentes, y los alcaldes deben tener un liderazgo para lograr la gestión más eficiente”, puntualizó Soria. El hándicap es la “reducción presupuestaria, situación que se quedará con nosotros durante bastante tiempo”, añadió. El ministro hizo un llamamiento para gastar menos, y habló de la implantación de “una cultura de austeridad”.
El alcalde de Santander, Iñigo de las Heras, no se arredró para hablar de lo suyo. Su tesis: uno de los grandes cambios de este “mundo cambiante” es “el mundo de las telecomunicaciones, una revolución que ha invadido nuestras vidas”, y ese es el punto de partida para hacer de las ciudades unas “plataformas tecnológica que las haga inteligentes”. Las ciudades españolas deben dar este paso imprescindible, porque “si hablamos de recuperación económica tenemos que volver la vista hacia las ciudades, donde reside más del 80% de la población española y donde se consume cerca del 70% de la energía”. Ahorrar energía y el resto de las materias primas que soportan los servicios ciudadanos es imprescindible en la cultura de la austeridad predicada por el ministro, y para cumplir con las exigencias de los programas europeos implantados para frenar el cambio climático.
Las ciudades serán Smart Cities o no serán. Una duda ¿cómo? Otra ¿podemos hacerlo en la España de la austeridad? Iñigo de las Heras respondió a la primera: es necesario consensuar entre todos lo que es una ciudad inteligente. “Todos estamos trabajando para ello, pero no existe una ciudad inteligente como tal, y si no sabemos qué es, ¿por qué queremos convertirnos en ello?” Recordó las distintas formas en que ayuntamientos y empresas de servicios abordan proyectos Smart. Abogó por ponerse de acuerdo en “el modelo que queremos construir para nuestras ciudades, y trabajar todos juntos con criterios de generosidad y solidaridad” porque la inteligencia urbana ha llegado para quedarse. “No tiene sentido que invirtamos en recursos o programas que ya están haciendo otros. No puede haber 50 sistemas diferentes para 50 ciudades distintas”.
¿Cómo se pagarán las Smart Cities? El alcalde de Santander dio algunas pistas. La primera es el ahorro, el de la energía, el logrado por “conseguimos una mejor eficiencia de nuestras administraciones”. Insuficiente. Un segundo sería la capacidad de las nuevas tecnologías para atraer inversiones productivas. Añadió la importancia de que los vecinos “perciban la mejora de los servicios públicos gracias al uso intensivo de la tecnología” y que ello mejora su “calidad de vida”. No recordó los servicios inteligentes puestos en pie en otros países contra nuevos impuestos pagados por los vecinos que los disfrutan. Un ejemplo es Londres. ¿Podremos hacerlo en la cultura de la austeridad predicada por el ministro?