Facebook ha hecho una App Center para usuarios de iOS, Android, Facebook.com y web. No solo eso, el usuario podrá ser cliente, desarrollador y vendedor de sus propias aplicaciones. Un modelo contrario al del paradigmatico Apple, el más atractivo para los desarrolladores. ¿Contribuirá a matar una profesión que está emergiendo?
Presentada el pasado mes, la App Center de Facebook ha abierto sus puertas el jueves siete de junio para los usuarios, con unas 600 aplicaciones. Cualquiera con perfil puede incluir sus propias aplicaciones, tras superar las mínimas exigencias de calidad establecidas en Facebook. Automáticamente tendrá un mercado de 900 millones de personas con varios caminos para llegar a ellas: el de las favoritas de los amigos, el de las recomendadas personalmente, o el de las clasificadas como más vendidas, mejor calificadas, o en tendencias. No solo eso, los usuarios de Facebook podrán enviar sus aplicaciones móviles al ordenador. La tienda estadounidense es la más completa, las de otros países, por ejemplo España, apenas tienen aplicaciones. Facebook ha dicho que, en breve, informará sobre los lanzamientos internacionales y la localización de herramientas de desarrollo.
Los usuarios que escribimos, linkeamos los contenidos que nos gustan y subimos fotos, también haremos las aplicaciones. Esa es la filosofía de Facebook, y por eso deja a los usuarios un control casi completo de App Center. La plataforma evolucionará de su mano. ¿Es un buen modelo? Según lo que se quiera. Si se trata de dar rienda suelta a tus aficiones y lograr la mayor difusión, es el mejor. Si desarrollas aplicaciones de forma profesional, vete a Apple. La tienda de la manzana tiene mayores exigencias, las aplicaciones que se cuelgan en ella pasan estrictos controles. A cambio, se gana más dinero y ningún dolor de cabeza. Estas, y eliminar cualquier sombra de pirateo, son las virtudes resaltadas por cualquier desarrollador de apps que se precie.
¿Debe descansar el futuro del mundo digital sobre los hombros de entusiasta aficionados desarrolladores de contenidos, o deben abordarlo los profesionales? ¿Hubiera llegado la automoción, por ejemplo, a lo que es hoy si los aficionados hubieran hecho coches para venderlos a precio de coste? Por qué no nos lo tomamos, de una vez, en serio.