La obsesión de los Kirchner por la construcción del relato resultó un verdadero fiasco a la luz del tratamiento que la prensa mayoritaria le dio a la nacionalización de las acciones de YPF en manos de Repsol. Los grandes periódicos le dieron la espalda a su pretendida gesta. La historia de una ruptura anunciada.
La construcción del relato, la gran obsesión del ex presidente ya fallecido, Néstor Kirchner, y de su sucesora y viuda, Cristina Fernández, cimentado gracias a la pauta publicitaria oficial, con premios y castigos según la línea editorial seguida por los medios, demostró ser un tremendo fracaso. Ayer, la presidenta argentina, como Leopoldo Fortunato Galtieri, hace justo 30 años, escenificó la gran epopeya nacionalista argentina: la nacionalización parcial de YPF. Galtieri, quien tres décadas atrás veía cómo la dictadura que presidía se caía irremediablemente, eligió a los ingleses como su enemigo a batir y aglutinar a la sociedad argentina detrás de su proyecto político sirviéndose de una causa tan sensible para los argentinos como la recuperación de las Islas Malvinas. Cristina Fernández también buscó su enemigo externo y sus Malvinas. Pero, al igual que el odiado general, erró el tiro.
Y no solo por la rápida reacción de los españoles que pronto buscaron - y consiguieron - apoyos internacionales de envergadura, como la Unión Europea, el FMI e incluso México que se colocó a su lado rompiendo la alianza latinoamericana, sino también por la falta de acompañamiento que la prensa más leída del país le otorgó a su reivindicación histórica. La distribución arbitraria que su gobierno hace de la pauta oficial le pasó factura en su día de puesta de largo como líder nacionalista.
Pero el domingo pasado hubo otro hecho que también se lee en términos de lealtades mediáticas: el regreso del periodista Jorge Lanata a la televisión. Empecemos a armar el puzzle por este último.
Lanata, quizás uno de los periodistas más talentosos que dio Argentina en los últimos 25 años, logró finalmente tener aire tras ser rechazado por las principales cadenas del país. Contratarlo significa conflicto en puerta con la Administración Kirchner. Un profesional que escribe su propio relato y se niega a recitar uno ajeno es muy temido en la Casa Rosada. Con estos antecedentes, el regreso del periodista a la televisión abierta sólo era posible que se produjera por Canal 13, cadena del Grupo Clarín, como efectivamente sucedió.
No hay nada peor que una historia de amor rota por traiciones. La pasión no se pierde, pero muta en odio. Néstor Kirchner, en tiempos que peleaba por alcanzar la presidencia argentina e incluso en sus primeros tiempos como mandamás de Argentina, construyó y mantuvo una relación de complicidad con el grupo que preside Hernestina Herrera de Noble. Kirchner le prorrogó a Clarín por diez años la licencia de Canal 13 y hacia el final de su mandato le autorizó la fusión de su canal de pago Multicanal con Cablevisión, permitiéndole, de esta manera, controlar el negocio de la televisión por suscripción. Pero, en 2008, explotó el conflicto por las retenciones móviles a las exportaciones, lo que llevó a la ruptura del sector agropecuario con el Gobierno, tomando Clarín posición por el campo. La respuesta de los funcionarios kirchneristas fue fulminante: modificaron la ley de radiodifusión; le quitaron el negocio del fútbol, fracasaron en el intento de prohibir a Fibertel (la proveedora de acceso a Internet de Cablevisión). Y, más recientemente le apuntaron a Cablevisión, que es el corazón del negocio del grupo, pues genera más del 70% de sus ingresos. En este último caso, el Gobierno se sirvió de Supercanal, empresa de Daniel Vila y José Luis Manzano, ex ministro del interior de Carlos Menem. Vila es accionista de América TV y titular del Grupo Uno. Tanto Vila como Manzano se acercaron y alejaron del Grupo Clarín, según la conveniencia del momento: sin embargo, hoy el grupo está alineado con Cristina Fernández de Kirchner, hecho debidamente reconocido en la pauta oficial.
Canal 26 (Grupo Pierri, ex mano derecha de Eduardo Duhalde) y C5N, propiedad de Daniel Hadad, que recientemente protagonizó un hecho tan inesperado como curioso, censurar un programa en plena emisión por las críticas que se estaban efectuando al Gobierno, son los otros grandes beneficiarios de la pauta oficial. También ésta es generosa para el estatal Canal 7 y el dócil Canal 9. En cambio, es casi nula para TN y Canal 13, ambos del Grupo Clarín.
En cuanto a los medios gráficos, mientras Página 12 recibe una generosa participación de la publicidad oficial, Clarín y La Nación ven cómo su cuota, a pesar de tratarse de los periódicos más leídos del país, es sumamente magra. El caso más llamativo lo representa Perfil, cuyas revistas y periódico jamás recibieron un peso del Estado en concepto de publicidad.
Y, con este panorama como fondo, llegó la “Malvinización” de Cristina Férnandez, y con ella el pase de facturas de los dos grandes periódicos argentinos. En su pretendido día de gloria, la presidenta tuvo que soportar, por ejemplo, que Clarín le recuerde las contradicciones del relato con sus idas y vueltas con YPF, recordando a los lectores cómo los Kirchner y dirigentes de primera línea del actual Gobierno apoyaron la privatización de la petrolera impulsada por Menem. O que le eche en cara que hoy intente cargar a la cuenta de los españoles toda la crisis energética, como si no tuviera nada que ver en la falta de inversiones, la caída de las reservas y la producción, además del impresionante salto de las importaciones. “La pérdida del autoabastecimiento que tanto lamenta la presidenta pertenece a su gestión. Pero de esto ella no dijo ni una sola palabra”, destacó Clarín en relación al discurso en el que anunció la expropiación de las acciones de Repsol en YPF.
Por su parte, La Nación, además de recordarle como hiciera Clarín su pasado y contradicciones, comparó el anuncio de ayer con el default declarado por el efímero ex presidente Rodríguez Saa en tiempos del “corralito”. “El Kirchnerismo hizo de la infracción un arte y convirtió la seguridad jurídica en una noción casi inexistente (… ) sin embargo, nunca había llegado tan lejos”, remató.
Página 12, fiel a quien contribuye a su financiamiento con dinero público, aplaudió a rabiar la decisión presidencial. Como ejemplo, sirve Alfredo Zaiat, una de sus principales plumas, quien tituló su crónica con un victorioso “Finalmente, llegó el día”.
Aunque aún queda por ver qué día es el que llegó. La historia recién comienza a escribirse. Y el poder sobre la opinión pública, el trofeo a conquistar.