Cuando Marcus W. Brauchli fue nombrado editor de ‘The Washington Post’, hace 3 años y medio, se encontró con la difícil tarea no sólo de cerrar las oficinas de Nueva York, Los Ángeles y Chicago sino también de reducir la plantilla a la mitad. Desde entonces, el ‘Post’ ha pasado de tener 1.100 periodistas a tan solo 640, merma que ha afectado principalmente a su sección de Estilo, actualmente con 25 redactores de los 100 que la componían.
Bajo el título 'Pushed from must-read to must survive', el periodista Jeremy W. Peters analiza en un extenso reportaje publicado hace unos días en el ‘International Herald Tribune’, la estrategia de reinvención de un periódico legendario, líder de opinión de los Congresistas estadounidenses (must-read) que lucha por sobrevivir en la era de Internet (must survive). Katharine Weymouth, editora senior y quinto miembro de la saga en ocupar el puesto, afirma que el periódico que compró su tatarabuelo en bancarrota, ya ha pasado por otras crisis de las que ha conseguido salir a flote.
Durante años el 'Post' ha coexistido felizmente con otros competidores gracias al apoyo financiero que ha supuesto su filial educativa Kaplan. Pero en 2011 sus ingresos cayeron un 80% con respecto al año anterior. Del mismo modo, el ‘Post’ tuvo significantes pérdidas en el mismo periodo. A este panorama adverso, se une su escasa visibilidad en el mapa digital. Desde un principio, ambas redacciones estaban separadas e incluso estaban gestionadas por distintos directores. Actualmente se han unido y los periodistas de ambas redacciones trabajan coordinados, gracias al impulso de Raju Narisetti, uno de los managers que Brauchli incorporó para dirigir su edición digital. Su objetivo principal desde el inicio ha sido aumentar el tráfico al portal Washingtonpost.com pero las diferencias con Brauchli precipitaron su marcha el mes pasado a ‘The Wall Street Journal’. Una de sus principales aportaciones más destacadas ha supuesto la incorporación de un sistema de publicación interno que permite a los redactores identificar palabras fácilmente rastreables en Google y etiquetarlas antes de que las noticias sean editadas.
La redefinición de ‘The Washington Post’ pasa por motivar a sus empleados, muy afectados con los últimos cambios, pero también por la reinvención y la preparación de una nueva generación de periodistas que lo lideren en la próxima década.